En las casas de niños sin amparo familiar no falta el cuidado
Guantánamo.–Silenciosos, inmóviles. Con sus nasobucos ceñidos al rostro, y tan inmersos en la explicación que da la «telemaestra», parecen dos estatuillas colocadas en los extremos opuestos de la mesa, sobre la cual permanecen abiertos un par de libros e igual cantidad de libretas.
El silencio de unas calles casi desiertas, acentúa la tranquilidad en el interior de la casa de la Patria, donde Yordan, de siete años y en primer grado, y Thalía, que tiene ocho y cursa el segundo, reciben la teleclase, «para aprender más y que no se nos olvide lo que sabemos», dirá después la pequeña.
A distancia, y de 11 a 12 del día, reciben los contenidos, esta vez asistidos por Nelvis Díaz, quien dirige la institución y funge también como «tía», así le dicen los pequeños.
TELECLASES, ASISTENTES Y OTROS RECURSOS
«Libro A leer, página 86», orientan desde la tele. Nelvis ayuda a Yordan a buscar la lectura indicada y a analizarla. Luego procederá igual con Thalía, en el turno de Lengua Española de 2do. grado. Se habla del Moncada, de Girón, de valientes… Adjetivos, sinónimos y antónimos llegan accesibles a la niña en la teleclase; claro, con apoyo de una persona adulta.
Recursos adicionales refuerzan el arsenal para el estudio y el cuidado en el hogar que ampara a Yordan, Thalía, y a otros dos –Yoán y Yoennis–, más pequeños aún. «Aquí tenemos hipoclorito, detergente, jabón y material de aseo suficientes para la higiene», comenta la directora.
Según la también Máster en Ciencias de la Educación, «el lavado de las manos, de la ropa, de todo, es constante. Mesas, llavines, barandas, paredes bajas, teléfonos, todas las superficies al alcance de estos traviesos se desinfectan varias veces al día».
Ubicado en el reparto Caribe, al norte de la ciudad de Guantánamo, el inmueble igualmente dispone de un cuarto para aislamiento, «listo y avituallado, por si acaso, aunque las precauciones tomadas nos hacen pensar que no habrá necesidad de usarlo».
Para la COVID-19 no hay grieta visible en este lugar, pero la atmósfera es de contagio: contagian el cariño, el rigor, el celo casi obsesivo de estas mujeres por cuidar bien a los pequeñuelos. Además de las asistentes y el personal de administración y servicios, aquí laboran una trabajadora social y cuatro enfermeras, estas últimas en turnos rotativos de 12 horas. Son esposas, tienen hijos, nietos, y les sobra calor maternal para estos cuatro menores que viven bajo amparo estatal.
Tema: Acontercer cubano en salud. Publicado: abr 14th, 2020.