Carta de los médicos del Hospital Papa Giovanni XXIII de Bérgamo, Italia.
Trabajamos en el Hospital Papa Giovanni XXIII en Bérgamo, una instalación de vanguardia con 48 unidades de cuidados intensivos. Aunque Bérgamo es una ciudad relativamente pequeña, es el epicentro de la epidemia, más que Milán y cualquier otro municipio del país.
Nuestro hospital está altamente contaminado y ya estamos más allá del punto del colapso: 300 de cada 900 camas están ocupadas por pacientes con COVID-19. Más del 70% de los lugares de cuidados intensivos están reservados para pacientes gravemente enfermos de COVID-19 que tienen una esperanza razonable de supervivencia.
La situación es tan grave que nos vemos obligados a trabajar muy por debajo de nuestros estándares de atención. El tiempo de espera para un lugar en terapia intensiva son de horas. Los pacientes mayores no son revividos y mueren en soledad sin siquiera la comodidad de los cuidados paliativos adecuados. Las familias no pueden tener ningún contacto con pacientes terminales y se les informa por teléfono de la muerte de sus seres queridos, por médicos bien intencionados pero exhaustos y emocionalmente destruidos.
Tema: Noticias. Publicado: mar 27th, 2020.
En relación a la malaria, en esta semana, se notificaron 38 casos confirmados, todos autóctonos, en los que se identificó Plasmodium falciparum.
Durante las últimas cuatro semanas se notificaron 166 casos, de estos, el 91% (151) refirió haberse infectado en barrios localizados en los territorios que conforman el foco de Los Tres Brazos, procedentes principalmente de los barrios Los Tres Brazos (35), Gualey (20), Santo Tomas de Aquino (13) y Los Guandules (10). Otros 73 casos se distribuyen en 26 barrios.
Tema: Actualización. Publicado: mar 27th, 2020.
Elinor Elisberg Miller tenía tres años en 1918, cuando casi un tercio de la población mundial fue infectada por la peste más letal del siglo pasado: mató a 50 millones de personas. Su nieta, médica, traslada a 2020 el ejemplo de cómo su familia cuidó de ella y evitó diseminar la enfermedad
Una bufanda blanca en la puerta de la casa de los Miller fue la alerta que puso a todo el lado norte de Chicago en guardia: la gripe española, el temible mal del momento, había llegado a la zona e infectado a una de las integrantes de la familia que vivía dentro. A todos les corrió el frío por la espalda cuando se enteraron de quién se trataba, porque la pequeña Elinor era el encanto del hogar.
Había sido alcanzada por la primera pandemia causada por el virus de la gripe, que se convertiría en la tercera más letal de la historia de la humanidad, con una tasa de mortalidad muy superior a la habitual. Se estima que entre 1918 y 1919 infectó a 500 millones de personas en todo el mundo, alrededor del 27% de la población de entonces.
Tema: Apuntes históricos, Noticias. Publicado: mar 27th, 2020.
Cuba llegó a 67 casos confirmados de la COVID-19, tras detectarse diez nuevos pacientes con la enfermdad. El país mantiene una estricta vigilancia sobre los virus respiratorios con un total de 1572 casos, de los cuales 606 han sido positivos a la Influenza A.
En su más reciente reunión de chequeo la situación en la Isla con la COVID-19 y el Plan para su prevención y control, el jefe de Estado valoró que en esta batalla “cada uno depende de todos y todos dependemos de cada uno”.
Tema: Acontercer cubano en salud. Publicado: mar 27th, 2020.
En La Habana del siglo XIX, siempre que se detectaba en una casa una enfermedad contagiosa, se colocaba en la puerta una banderita roja, pero esa bandera era amarilla si lo que se diagnosticaba era una viruela. En esa época, las epidemias eran casi permanentes en esta capital, y el cólera mataba a uno de cada dos enfermos. Sin ir muy lejos, la epidemia de cólera de comienzos de 1833 le pasó la cuenta a más de doce mil personas, la tercera parte de los habaneros de entonces.
Se dice que el 25 de febrero del año mencionado se detectó el primer caso. Un tal José Soler, catalán recién llegado de un viaje a Estados Unidos, y vecino y propietario de una bodega situada cerca de la esquina de Cárcel y Morro. El doctor Manuel José de Piedra examinó al paciente y pronto se convenció de que estaba en presencia de un caso de cólera. Así lo hacía ver aquella diarrea aguda, acuosa, como agua de arroz y con olor a pescado que aquejaba al enfermo, lo que junto con los vómitos le ocasionaba deshidratación y acidosis; los calambres musculares en las extremidades y en el vientre, la supresión de la orina, el pulso casi imperceptible, la cianosis, la afonía, la piel seca y arrugada, los ojos hundidos y aquella sed desesperante que lo torturaba…
Aun así, no quiso dar por confirmado su diagnóstico sin escuchar el parecer de otro especialista. Solicitó la presencia del doctor Domingo Rosaín, médico de la Casa de Maternidad, situada entonces en el Paseo del Prado esquina a Trocadero. Piedra y Rosaín examinaron al paciente en conjunto, valoraron los síntomas que presentaba y no les cupo duda alguna: era un caso de cólera morbo asiático. Horas después fallecía José Soler y ese mismo día, por la noche, en la casa de don Pancho Marty, uno de los hombres más acaudalados de entonces, se reportaban cuatro esclavas enfermas. La epidemia adquiría ribetes alarmantes con el paso de las horas y ya en la jornada siguiente eran cientos los contagiados.
Tema: Acontercer cubano en salud, Apuntes históricos. Publicado: mar 27th, 2020.