La sobrevida
Las cosas buenas –recuerdan las enseñanzas martianas– se deben hacer sin llamar al universo para que lo vea a uno pasar; pero, a veces, hay cosas que el universo no debe perder de vista. La vida, por ejemplo, y todo lo que se haga por ella, resulta suficientemente trascendente, como para aplaudirlo.
A Neide Yeste Rosales alguien le «debe» la sobrevida.
Ella, a sus 47 años, nunca había donado sangre. Ni siquiera había pensado en ello y, de haberlo hecho, difícilmente habría alcanzado a imaginar las circunstancias en las cuales ocurriría. Sí, las circunstancias, porque las de hoy acentúan todo lo humano y lo bueno que siempre hay en un gesto como ese. Sí, las circunstancias pueden ser lo de menos; pero no hoy.
Neide es una paciente recuperada de la covid-19 y fue la primera en donar su plasma, rico en anticuerpos, luego de hacerle frente a la enfermedad, para ayudar a aquellos que todavía no le ganan la batalla a la pandemia.
Y no es la única. Hasta hoy son 20 en el país quienes, voluntariamente, han puesto, en bolsas de 600 mililitros, un poco de vida. Plasma, repiten los especialistas, porque ya se ha hecho en otros países y ha dado buenos resultados en los pacientes graves; porque lo sugieren las autoridades sanitarias en la región y el mundo; porque forma parte de los protocolos de tratamiento…. Plasma, pero bien podría llamarse solidaridad o esperanza ante tanta muerte.
Neide había hecho viajes recientes a Panamá y a Perú, y el 27 de marzo dio positivo a la enfermedad. En el hospital militar Luis Díaz Soto, o Naval, como le dice la mayoría, fue curada junto a su esposo, quien agradece a Dios y, sobre todo, a la Medicina cubana por estar de vuelta en casa, apenas con una triste anécdota que contar.
Y hasta allí, hasta una sala de terapia de ese mismo hospital, llegó el plasma de Neide. Un paciente, Roberto Moré, de 54 años, que había sido reportado de grave, ha sido el primero en recibir una transfusión. Ya hoy está de cuidado y pasó a una sala abierta.
¿Qué fue lo que me pusieron?, les ha preguntado a los médicos. Plasma, seguro le han respondido; pero ya saben qué otras palabras pudieron haberle dicho.
Todo eso Neide lo sabe: que su donación se usó, que ayudó a salvar una vida, y que ese gusto que se siente allá dentro, cuando se ha hecho un bien, como decía Martí, se parece mucho a «eso» que ella siente y que «no sabe describir».
Ya ha pasado una semana de su primera donación en el Banco de Sangre Municipal de Diez de Octubre, una de las tres instituciones de este tipo que posee la capital, y está lista para volver a donar, aunque, quizá esta vez, no sea posible seguirle el curso exacto a su solidaridad.
En ese Banco ya han donado su plasma ocho pacientes convalecientes de la covid-19, y a esta iniciativa se han sumado en otras provincias, como en Pinar del Río, Cienfuegos, Villa Clara, Sancti Spíritus y Ciego de Ávila; porque si una cifra regocija son los 365 pacientes recuperados en el país.
Las cosas buenas –recuerdan las enseñanzas martianas– se deben hacer sin llamar al universo para que lo vea a uno pasar; pero, a veces, hay cosas que el universo no debe perder de vista. La vida, por ejemplo, y todo lo que se haga por ella, resulta suficientemente trascendente, como para aplaudirlo.
Fuente: http://www.granma.cu/cuba/2020-04-24/la-sobrevida-24-04-2020-01-04-45
Tema: Acontercer cubano en salud. Publicado: abr 24th, 2020.