En seis meses, del laboratorio de virología del IPK a otros 15 con retos compartidos frente a la COVID
Fundado en el año 1937, anexo a la Escuela de Medicina de la Universidad de La Habana, el Instituto de Medicina Tropical Pedro Kourí (IPK), es una institución de alcance internacional, integrada por un personal competente y con alto desempeño y nivel científico, que mejora continuamente su tecnología y sus servicios para satisfacer las necesidades de la población, a partir de servicios rápidos, especializados y de alta tecnología en el diagnóstico, la atención médica, la docencia y el desarrollo de investigaciones, dirigidas a la prevención, control y eliminación de las enfermedades transmisibles.
En tiempos de enfrentamiento a la pandemia de la COVID-19 en la isla, el laboratorio especializado en virus respiratorios de ese centro científico se ha revelado como uno de sus puntales, cuya labor es calificada como una academia por la doctora Sonia Resik Aguirre, jefa del Departamento de Virología de esa institución.
«Nuestro departamento funge como centro nacional de referencia para el estudio de los virus. Por tanto, cualquier agente patógeno que entre al país por nuevo origen, emergencia o importación, que desate una epidemia, somos los responsables de emitir su diagnóstico para el control y la toma de decisiones», aseguró la también Doctora en Ciencias y Especialista de 2º en Microbiología.Además de las investigaciones, que se realizan al unísono con el diagnóstico de los brotes epidemiológicos, su colectivo científico entrena y asesora al personal que trabaja en similares laboratorios y certifican la calidad en el procesamiento de las muestras en esas instalaciones.
«El 11 de marzo último, al diagnosticarse los primeros casos de la COVID-19, en Cuba solo existía el laboratorio del IPK, luego en una segunda etapa abrimos los laboratorios en los Centros Provinciales de Higiene, Epidemiología y Microbiología de La Habana, Villa Clara y Santiago de Cuba.
«En un tercer momento comenzó el laboratorio del Hospital Hermanos Ameijeiras, el del Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología, y el de la Defensa Civil, en tanto en una cuarta etapa se abren los del Centro de Genética Médica, el de los hospitales Manuel Fajardo, Fructuoso Rodríguez y el Luis Díaz Soto (Naval); más el Centro de Inmunología Molecular.
«Aún falta por abrir otros similares en las provincias de Matanzas, Ciego de Ávila, Holguín y el municipio especial Isla de la Juventud, que se encuentran en fase constructivas», explica la experta, quien destaca que en todos ellos procesan las pruebas de Reacción en Cadena de Polimerasa (PCR, por sus siglas en inglés) en tiempo real», el método molecular basado en la detección del ARN del virus SARS-COV-2.
La jefa del Departamento de Virología del IPK significa que los laboratorios funcionan con total engranaje no solo para detectar los nuevos casos positivos a la COVID-19, sino también para evaluar la cinética de replicación del virus en los confirmados y de aquellos persistentes con la infección.
Indica que también les corresponde certificar los insumos, reactivos y equipamiento utilizado en la actividad, de procedencia nacional o extranjera.
Igualmente elaboran las estrictas normas de bioseguridad a cumplirse dentro de las instituciones, capacitan al personal que labora en esas instalaciones y fiscalizan su cumplimiento.
«Nunca se nos ha presentado una infección por el virus SARS-COV-2 en alguno de los laboratorios del país, que procesan las muestras, lo cual habla de la seriedad puesta en el trabajo, el cumplimiento de las normas dictadas y que estamos entrenando bien a los profesionales», precisa Resik Aguirre.
Realidad que también es corroborada por la licenciada en Bioquímica Odalys Valdés Ramírez, jefa del laboratorio de virus respiratorios del IPK, quien señala que ha sido un periodo largo, «muy intenso que debimos enseñar en la misma medida en que asumimos tareas, pero lo más importante ha sido instruir y hacer cumplir las normas de bioseguridad para que ninguna persona se enferme dentro del laboratorio».
La especialista explica que el procesamiento del PCR abarca varios pasos, desde la clasificación de las muestras, la extracción del ácido nucleído viral, la ampliación y replicación de este para determinar la presencia del agente patógeno y por último la introducción en la base de dato para brindar información a las autoridades competentes.
«Hemos concebido entrenamientos de una semana para la teoría y otra de prácticas», puntualiza la también doctora en Ciencias de la Salud e investigadora titular, quien plantea que la totalidad del personal entrenado está apto para procesar las muestras de biología molecular y brindar sus conocimientos a sus colegas, de lo cual depende que en corto tiempo puedan abrirse más instituciones de este tipo en el país.
Asegura que la Mayor de las Antillas realizó enormes esfuerzos para equipar los laboratorios inaugurados en los últimos seis meses, proceso en el cual Valdés Ramírez ha sido responsable de certificar la calidad de los reactivos que se adquieren.
«A pesar de la difícil adquisición de esos productos químicos a nivel internacional, nunca ha faltado en ningún laboratorio del país», señala.
Esfuerzo que es avalado por la técnica Guelsys González Báez, encargada de realizar los pedidos del laboratorio del IPK a las instituciones pertinentes.
«Estamos muy orgullosos de la constante preocupación del Gobierno cubano para garantizar todo el material. Sabemos que es muy caro y sin embargo no se escatiman esfuerzos para conseguirlos y proporcionarlos», afirma.
Con similar criterio coincide la joven licenciada en Microbiología Dayesi López Hernández, jefa de un equipo de guardia, quien calificó el trabajo de agotador por la cantidad de muestras procesadas en una sola jornada con emisión de los resultados el mismo día.
«Trabajamos 24 horas y descansamos 72 en nuestras casas. Entramos a las 8:00 a.m. y recibimos la guardia del día anterior con las incidencias ocurridas, los volúmenes de muestras analizadas y lo pendiente. La jornada de trabajo necesita una gran entrega de nosotros. El almuerzo lo hacemos después de las dos de la tarde y lo unimos a la merienda de ese horario, mientras la comida puede ocurrir entre las 10 y las 12 p.m.
«La madrugada constituye otra faena intensa, que nunca nos permite relajarnos ni dormir mucho».
No obstante, Dayesi López Hernández, a sus 27 años, siente orgullo por formar parte de un colectivo laboral que desempeña una tarea de primer orden para el país, algo también expresado por sus colegas, todos jóvenes, las licenciadas Ana Elisa Rodríguez Díaz, en Bioanálisis clínico, y Yanaika Cruz Infante, en Microbiología; Karla Fernández Fernández, técnico en Inmunología, y el egresado de la Universidad de La Habana Elio Fontes Otero, en calidad de prestación de servicios, porque su periodo de adiestramiento laboral lo hará como profesor en la facultad de Biología.
Estos héroes anónimos, como nuestros médicos, se sobreponen a extenuantes jornadas y al estrés propio de esta delicada profesión, pero manifiestan la satisfacción por el reconocimiento que llevan los aplausos que a las 9:00 p.m. de cada noche, desde la punta de Maisí al cabo de San Antonio, le dispensa el pueblo cubano como muestra de cariño y agradecimiento por su trabajo, que los ubica en el borde delantero en el enfrentamiento a la COVID-19.
Fuente: Granma
Tema: Acontercer cubano en salud. Publicado: sep 21st, 2020.