Elogio del traductor en su día
Parecería tal vez ocioso, banal o narcisista un “elogio del traductor”; sin embargo, vale la pena resaltar las virtudes de nuestro oficio silencioso, paciente, anónimo a veces.
Un cometario de una traductora a los traductores por su labor diaria.
Las verdades, por conocidas, pueden llegar a perderse de vista. En nuestra época de altas tecnologías, Internet y viajes espaciales, ¿quién recuerda, digamos, la invención de la rueda? La rueda marca un hito en la historia del hombre; su utilidad es indiscutible hasta hoy y, sin embargo, es ya cosa tan obvia que casi pierde su importancia. Tomemos un ejemplo más cercano: un personaje de novela del siglo XIX muere de neumonía por desconocerse en la época los antibióticos, que hoy son parte de nuestra vida cotidiana. Pocos recuerdan cuántas muertes se producían un siglo atrás a causa de infecciones que un simple antibiótico puede curar sin dificultades en la actualidad. Quién o quiénes inventaron la rueda, sus nombres se pierden en la noche del tiempo. El nombre de Alexander Fleming es, injusta y lamentablemente, mucho menos conocido que el de Napoleón.
Recordemos, además, que el descubrimiento de Fleming, como todos los grandes descubrimientos, pasó por el camino de la traducción antes de convertirse en patrimonio mundial. Según se dice, Sigmund Freud aprendió el español para poder leer el Quijote en su lengua de origen. ¿Cuántos psicólogos no germanófonos cuentan hoy con el tiempo necesario para aprender la lengua en que Freud escribiera? No muchos, seguramente. La mayoría depende de las traducciones. ¿Y quién recuerda los nombres de los traductores de Freud, aquellos que en sus respectivas lenguas acuñaron, para una ciencia entonces nueva, conceptos que forman hoy parte insoslayable del acervo de la psicología y hasta del lenguaje cotidiano? Y los traductores de Shakespeare, Dante, y de tantos autores de fama universal, cuya universalidad se hizo posible precisamente gracias a traducciones y traductores, ¿quién recuerda sus nombres?
En un mundo donde la comunicación, vasta y múltiple, adquiere una importancia cada vez mayor, es hora ya de que se considere a la traducción como lo que realmente es, trabajo de creación con sus características propias, que permite la comunicación entre culturas sin detrimento de ese inmenso caudal de memoria social e histórica que son las lenguas de cada país, de cada comunidad. Una buena traducción es siempre, en mayor o menor medida, aproximación entre realidades que a la vez son distintas y las mismas: victoria sobre la confusión de Babel sin menoscabar la diversidad lingüística y cultural de los pueblos.
Sánchez Guevara, Olga. Elogio del traductor. ACIMED, Ago 2001, vol.9, no.2, p.163-166. ISSN 1024-9435
En: Día Internacional de la Traducción. Publicado el sep 28th, 2014.
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