El agradecimiento de los pacientes es el mayor regalo para una enfermera
«Una buena enfermera, sana una herida, inyecta y toma la presión, entre otros procederes; pero también cura el alma de las personas», reflexiona Diana, quien ha sentido en estos días de labor, junto a las seis enfermeras que la acompañan, una gran recompensa por lo que hacen.
Son las cinco de la mañana, y ya la enfermera Diana Mentado está en su puesto de labor atendiendo a los 82 abuelitos del Hogar de Ancianos No. 3 de Santa Clara, quienes se encuentran ahora en la escuela especial para niños con limitaciones físico motoras Marta Abreu.
Hace varios días que duerme muy poco. Desde la madrugada emprende una jornada que puede durar más allá de las diez de la noche, y cuando llega a su casa, entonces inicia las faenas hogareñas, que también reclaman de su presencia.
Pero no se queja. Ahora se siente la mujer más feliz del mundo, al estar al frente de una tarea que requiere de mucho amor, y eso a ella le sobra. Bien lo saben quienes la conocen, en especial, esas personas longevas que ahora cuida con esmero.
Diana Mentado, quien llegó allí proveniente del aeropuerto internacional Abel Santamaría, donde se desempeña como enfermera epidemióloga del control en fronteras, expone que cuando la llamaron para que dirigiera el equipo que atendería a los abuelitos del lamentable evento que contagió a 46 de ellos, no dudó un instante en dar su disposición, a pesar de ser diabética, hipertensa y cardiópata, nos dice.
«Por primera vez trabajo con personas de la tercera edad, y te aseguro que es una faena que requiere de una profunda sensibilidad, paciencia, y de un corazón muy grande», dice Diana, a quien, al parecer, la ayudó a enfrentar la nueva misión, el hecho de tener bajo su cuidado a dos personas mayores, una de 90 años y otra de 65.
«Estas son personas carentes de afecto, que fueron separadas de su medio natural y de su familia, si es que acaso la tenían, y ante tantos inconvenientes, lo menos que podíamos hacer era volcarnos a su recuperación, que incluye los problemas de salud y también otros asuntos en el orden emocional», refiere la Jefa de Enfermería del nuevo hogar.
«Una buena enfermera, sana una herida, inyecta y toma la presión, entre otros procederes; pero también cura el alma de las personas», reflexiona Diana, quien ha sentido en estos días de labor, junto a las seis enfermeras que la acompañan, una gran recompensa por lo que hacen.
«Cuando se les realiza algún proceder, se habla con ellos, o simplemente uno le pregunta cómo están, hay que ver cómo nos toman de las manos, nos miran para decirnos frases muy lindas de agradecimiento, las que llegan a lo más interno de nuestros corazones, y a veces, hasta hacen que broten algunas lágrimas, lo cual no tiene precio», reconoce la experimentada enfermera.
De su humanidad y compromiso con la profesión dan fe algunos abuelitos que han sentido en carne propia la bondad que la caracteriza. Wilfredo Rodríguez, el primero en ser dado de alta del hospital Manuel Fajardo, la califica como un ángel; mientras Cecilio Rodríguez, dice que Diana es como su hija, porque siempre está dispuesta a ayudarlo en lo que sea.
Fuente: Granma
Tema: Acontercer cubano en salud. Publicado: may 11th, 2020.