En La Habana del siglo XIX, siempre que se detectaba en una casa una enfermedad contagiosa, se colocaba en la puerta una banderita roja, pero esa bandera era amarilla si lo que se diagnosticaba era una viruela. En esa época, las epidemias eran casi permanentes en esta capital, y el cólera mataba a uno de cada dos enfermos. Sin ir muy lejos, la epidemia de cólera de comienzos de 1833 le pasó la cuenta a más de doce mil personas, la tercera parte de los habaneros de entonces.
Se dice que el 25 de febrero del año mencionado se detectó el primer caso. Un tal José Soler, catalán recién llegado de un viaje a Estados Unidos, y vecino y propietario de una bodega situada cerca de la esquina de Cárcel y Morro. El doctor Manuel José de Piedra examinó al paciente y pronto se convenció de que estaba en presencia de un caso de cólera. Así lo hacía ver aquella diarrea aguda, acuosa, como agua de arroz y con olor a pescado que aquejaba al enfermo, lo que junto con los vómitos le ocasionaba deshidratación y acidosis; los calambres musculares en las extremidades y en el vientre, la supresión de la orina, el pulso casi imperceptible, la cianosis, la afonía, la piel seca y arrugada, los ojos hundidos y aquella sed desesperante que lo torturaba…
Aun así, no quiso dar por confirmado su diagnóstico sin escuchar el parecer de otro especialista. Solicitó la presencia del doctor Domingo Rosaín, médico de la Casa de Maternidad, situada entonces en el Paseo del Prado esquina a Trocadero. Piedra y Rosaín examinaron al paciente en conjunto, valoraron los síntomas que presentaba y no les cupo duda alguna: era un caso de cólera morbo asiático. Horas después fallecía José Soler y ese mismo día, por la noche, en la casa de don Pancho Marty, uno de los hombres más acaudalados de entonces, se reportaban cuatro esclavas enfermas. La epidemia adquiría ribetes alarmantes con el paso de las horas y ya en la jornada siguiente eran cientos los contagiados.
Tema: Acontercer cubano en salud, Apuntes históricos. Publicado: mar 27th, 2020.
Elinor Elisberg Miller tenía tres años en 1918, cuando casi un tercio de la población mundial fue infectada por la peste más letal del siglo pasado: mató a 50 millones de personas. Su nieta, médica, traslada a 2020 el ejemplo de cómo su familia cuidó de ella y evitó diseminar la enfermedad
Una bufanda blanca en la puerta de la casa de los Miller fue la alerta que puso a todo el lado norte de Chicago en guardia: la gripe española, el temible mal del momento, había llegado a la zona e infectado a una de las integrantes de la familia que vivía dentro. A todos les corrió el frío por la espalda cuando se enteraron de quién se trataba, porque la pequeña Elinor era el encanto del hogar.
Había sido alcanzada por la primera pandemia causada por el virus de la gripe, que se convertiría en la tercera más letal de la historia de la humanidad, con una tasa de mortalidad muy superior a la habitual. Se estima que entre 1918 y 1919 infectó a 500 millones de personas en todo el mundo, alrededor del 27% de la población de entonces.
Tema: Apuntes históricos, Noticias. Publicado: mar 27th, 2020.
Una epidemia es ante todo una tragedia. Así se clasifica cualquier rápida extensión de una enfermedad entre las personas de una comunidad, o de muchas. Cuando afecta a todo el mundo, entonces se le suele llamar “pandemia”.
Desde que hay seres vivos en esta Tierra, han ocurrido rachas de acciones biológicas que afectan a una determinada especie en su habitáculo. Es parte de la propia esencia de la vida, en constante movimiento. Sin embargo, nuestra especie homo sapiens se seleccionó gracias a la capacidad de intercambiar cuantiosas cantidades de información con respecto a cualquier otra, lo que nos ha permitido conocer e interactuar con estas desgracias mucho más, y también más eficientemente.
Las epidemias naturales pueden costar muchas vidas. También las hay creadas por las anomalías del razonamiento humano. Cuando alguien convence a sus conciudadanos de que son mejores que otros, aunque sean vecinos y por cualquier cosa, eso suele conducir a una epidemia practicada desde hace mucho: las guerras. La enfermedad que las causa es virtual, está en la mente de aquellos que creen que enviando a matarse a otros pueden ellos alcanzar estadios más felices o satisfacer gustos espurios. A veces, lamentablemente, una guerra tiene también que hacerse para evitar males mayores, que a la larga cuestan más vidas. Son las guerras justas, las que devienen necesarias por no tener alternativas mejores. Pero esas ocurren mucho menos que las injustas, la supremacistas y las egoístas, que son las verdaderamente epidémicas.
Tema: Apuntes históricos, Noticias. Publicado: mar 15th, 2020.
En su año internacional, las organizaciones recuerdan que las profesionales de la enfermería y las matronas suponen la mitad del personal sanitario en muchos países y que en la próxima década harán falta nueve millones más. Analizamos los retos de un oficio lastrado por la escasez de recursos y las agresiones.
Cuidar es un arte muy poco valorado. Como los pintores incomprendidos, las enfermeras son profesionales poco reconocidas pero con un legado que permanece. En el caso de Natalia López-Casero fue su padre quien, viendo las habilidades de su hija, le sugirió que estudiara algo relacionado con los cuidados, por lo que decidió matricularse en enfermería. “Para mí cuidar es un arte porque integra técnica, intuición y sensibilidad”, describe a SINC.
Hoy es enfermera de la Unidad de Cuidados Paliativos del Hospital General La Mancha Centro en Alcázar de San Juan (Ciudad Real). Esta especialidad es una de las más duras a las que se enfrentan las profesionales, pues supone tratar y acompañar al paciente al final de sus días.
Tema: Apuntes históricos, Noticias. Publicado: ene 8th, 2020.
Por: Ciro Bianchi Ross
Si Emergencias (1920) con su pórtico de ocho columnas de estilo dórico y su escalinata de granito, fue el primer hospital monumental con que contó La Habana, el Reina Mercedes (1886) fue el primer hospital moderno y científico de que dispuso la ciudad. Enclavado en el terreno que ocupa, desde 1966, la heladería Coppelia, la forma y distribución del edificio eran las más perfectas de su tiempo, y todavía en 1922 se le conceptuaba como una instalación de salud que nada tenía que envidiar a las mejores del mundo. El Calixto García data de 1896. Se denominó originalmente Alfonso XIII, en honor del entonces rey de España, y recibió el nombre de Hospital Número Uno en tiempos de la intervención militar norteamericana. La Purísima Concepción, de la Asociación de Dependientes del Comercio de La Habana (actual Hospital Diez de Octubre) abrió sus puertas en 1881, y en 1897 lo hacía La Covadonga (hoy, Hospital Salvador Allende) del Centro Asturiano. En 1931 se inauguró el Hospital de Maternidad América Arias (la llamada Maternidad de Línea) y en 1947 el Hospital Curie (Instituto de Oncología). Las Ánimas, destinado primero a la atención de la fiebre amarilla, se utilizó después para el aislamiento y cuidado de pacientes con enfermedades infecto-contagiosas severas y graves, y el sanatorio antituberculoso de La Esperanza se instaló en la finca Asunción, de Arroyo Naranjo, en 1907. Ambos desparecieron después de 1959. Maternidad Obrera presta servicios desde 1941, y desde 1944 lo hace el hospital infantil Ángel Arturo Aballí.
Tema: Acontercer cubano en salud, Apuntes históricos. Publicado: dic 12th, 2019.