Antes de tiempo
En el año 2019, por cada 1000 mujeres cubanas de entre 15 y 19 años tuvieron lugar 52,3 nacimientos; el dato, publicado en el Anuario Demográfico de la Oficina Nacional de Estadísticas e Información, incluye a las madres menores de 15 años.
La fecundidad adolescente en la Isla, si bien es mucho menor que en el año 1970 (127 nacimientos por cada 1000 mujeres), mantiene desde el 2007 lo que los expertos describen como un incremento oscilante.
Su resistencia a declinar se produce en un contexto marcado por la baja tasa global de fecundidad (de 1,57 hijos por mujer en 2019), ubicada por debajo del nivel de reemplazo desde 1978.
Una mirada simplista al tema podría ver como positivo todo nacimiento en un país cada vez más envejecido; sin embargo, la maternidad adolescente constituye una brecha en el ejercicio de los derechos sexuales y reproductivos, con complejas consecuencias para la madre, su descendencia y la sociedad.
CONFUNDIDA
Yeny* aparece sonriente en todas las fotos, y con un aire despreocupado y juvenil, pero en su conversación surgen muchas veces la palabra «reto» y «difícil». Apenas rebasa los 30 años, y es madre soltera de dos hijos, uno de ellos adolescente.
Durante la adolescencia, su madre la asustaba con que, si se embarazaba, «no se lo iba a sacar». El «método» no fue efectivo y cuando Yeny se percató de que había sucedido, se sintió confundida e incómoda.
Soñaba con tener hijos mucho después, alrededor de los 29 años, terminar sus estudios y crear condiciones para ese momento. «Al principio, no lo quería tener»; y su mamá, a pesar de la advertencia recurrente, estuvo de acuerdo.
TENDENCIAS
El artículo La fecundidad en Cuba. Miradas a diferentes contextos, de un colectivo de autores del Centro de Estudios Demográficos (Cedem) de la Universidad de La Habana (UH), la Oficina del Fondo de Población de las Naciones Unidas en el país, y el Centro de Estudios de la Economía Cubana de la UH –publicado este año en la revista Medisur– arroja luces sobre la fecundidad adolescente, mediante el análisis de 25 años (1990-2014).
Según la investigación, aunque la fecundidad de las adolescentes no ha estado ajena al descenso general, este ha sido más lento que en las mujeres de 20 años en adelante; y los mayores niveles los muestra la región oriental. Un dato preocupante es que desde 2001 aumenta el peso en el grupo de 12-14 años.
SENTÍ QUE ERA ADULTA
Cuando Yeny sospechó del embarazo, se lo contó a su pareja, quien para ese entonces estaba en prisión. Él dijo que lo quería, porque no tenía hijos, y que nunca les faltaría nada. La suegra «saltó de alegría» y se lanzó a comprar juguetes, trusas, palangana, orinal…
Al momento de hacerse el primer ultrasonido, Yeny terminó de decidirse. Lo iba a tener, a pesar del rechazo de su madre, quien le aseguró que con ella no contara «ni para un alfiler», e hizo que todas sus compañeras de trabajo le hablaran para hacerla recapacitar.
«Sus palabras me dolieron mucho. Hoy entiendo que era solo para protegerme, pero mi decisión estaba tomada en ese momento y no había vuelta atrás; por un momento sentí que era una mujer adulta y desde entonces mi vida cambió».
¿POR QUÉ?
Según los autores de La fecundidad en Cuba… por qué la fecundidad adolescente no se reduce en el país «solo puede encontrar explicación en el entramado de un análisis multifactorial». Existe una suma de tradiciones, patrones y consumos culturales, identidades territoriales y desafíos socioeconómicos.
Diferenciales como vivir en zona rural, tener de cero a sexto grado de escolaridad, el vínculo conyugal y la piel negra, se relacionan de forma significativa con la fecundidad en esta etapa de la vida.
Con respecto a sus madres, las adolescentes cubanas han disminuido las edades de la primera relación sexual y unión. En esos encuentros iniciales muchas veces no se usa condón. Las brechas en la igualdad de género y los estereotipos se relacionan con carencias de capacidad para negociar con los hombres los encuentros sexuales y la anticoncepción; por eso no acuden a ella o la abandonan en algún momento, sobre todo si el vínculo alcanza estabilidad.
Las parejas de las adolescentes frecuentemente las superan en edad, entre siete y diez años, y también en ocupación y escolaridad, por lo que se establecen vínculos asimétricos de poder. Perviven mitos patriarcales, que colocan al hombre en la función de proveedor económico y a la mujer en la de cuidadora del hogar y los hijos, lo que incide en la decisión de llevar adelante la gestación.
En un reporte publicado por el Ministerio de Salud Pública (Minsap) el año pasado, bajo el título Embarazo en la adolescencia: desafío de la salud sexual y reproductiva en Cuba, se explica que existen barreras de acceso de los adolescentes a los servicios de salud sexual y reproductiva, y también problemas de conocimiento y disponibilidad de los métodos anticonceptivos.
El factor económico es otro de los que incide sobre el comportamiento reproductivo, aunque no de manera homogénea. La insatisfacción de necesidades de la edad, espirituales y culturales puede lacerar «el desarrollo social y sicológico» de estas adolescentes, quienes las canalizan mediante otros espacios y comportamientos, y así se colocan ante un riesgo reproductivo, más agudo si carecen de una sólida red de apoyo, se lee en el artículo publicado por Medisur.
LO DIFÍCIL
A veces se deprimía mucho, confiesa Yeny. «Mi cuerpo era diferente, me sentía muy mal, todo lo vomitaba; tenía que levantarme temprano para los análisis y las consultas. El embarazo fue de alto riesgo por mi edad y lo poco que yo pesaba. Hasta en un materno estuve». Los médicos se mantenían muy pendientes de ella, pero tenía un miedo intenso de que el bebé naciera prematuro o con alguna dificultad.
Aunque su mamá terminó por adaptarse a la idea y apoyarla, se fue a vivir a casa de la suegra; a cuidarse, mientras sus amigas se iban de fiesta. El padre del bebé salió en libertad días antes del parto, y aunque siempre se ha ocupado del hijo, la historia de pareja no fue feliz: «Pasé mucho por su carácter. Mientras estuve con él mi sufrimiento era grande, es muy mujeriego y tenía la ‘mano suelta’».
Hoy, al paso de varios años, reconoce que de ser madre lo más difícil no es la gestación ni el parto, cuando pensó que «iba a morirse del dolor». Lo complejo es asegurarles alimento, cariño, educación; en su caso, además, con el peso de llevar una casa, y de dejar su individualidad y vanidad de jovencita en segundo plano.
Yeny repite varias veces cuánto ama a su primer hijo, como si debiera justificarse por reconocer que hace mucho «empezó a ver lo trabajoso como normal»; pero no, la maternidad es compleja y contradictoria aún en el caso de las adultas que se preparan para ella. Los desafíos de quienes recorren su camino antes de tiempo son muchos más.
DESPUÉS DE…
En un panel sobre educación integral de la sexualidad realizado en el Centro Nacional de Educación Sexual en septiembre de 2019, la sicóloga y subdirectora del Cedem, Matilde Molina Cintra, afirmó que la fecundidad adolescente «genera desigualdad e inequidad en este grupo poblacional. Al perder años de estudio, se desaprovechan oportunidades sociales y quedan en desventaja en relación con el resto de sus coetáneas y su situación social de desarrollo».
La maternidad prematura rompe la dinámica natural biológica, física y sicológica de las adolescentes. Después de un embarazo no deseado en esa etapa de la vida puede sobrevenir la deserción escolar; matrimonios compulsados por las familias, que terminan poco tiempo después de nacer el bebé o antes del alumbramiento; mayor probabilidad de sufrir violencia de género; limitación de los tiempos y espacios de ocio y recreación, y de las relaciones con las amistades y el grupo.
Varias investigaciones desarrolladas por médicos cubanos explican que el embarazo a esa edad entraña también riesgos como abortos espontáneos, anemias, infecciones, cuadros hipertensivos, hemorragias, escasa ganancia de peso con malnutrición, rotura prematura de membranas o complicaciones en el parto por el desarrollo incompleto de la pelvis.
Imprescindible resulta la actuación de instituciones como, por ejemplo, el Ministerio de Educación, que debe propiciar una educación sexual más allá de lo estrictamente biológico.
También el Minsap se ha propuesto fortalecer los servicios municipales de Planificación familiar.
El fenómeno es complejo y de interés para toda la sociedad. Se impone su abordaje intersectorial y un seguimiento continuo y estrecho.
*El nombre de la entrevistada se ha cambiado para proteger su privacidad.
Fuente: Granma
Relacionado con: adolescencia, Cuba, embarazo.
Tema: Acontercer cubano en salud. Publicado: oct 8th, 2020.