Tuberculosis: seguimiento es tan importante como tratamiento
Aun si reciben el tratamiento adecuado y exitoso, las personas diagnosticadas con tuberculosis tienen un riesgo seis veces más alto de morir que la población en general, lo que evidencia que las secuelas y la vulnerabilidad posterior a la infección deben abordarse para mitigar el impacto social de la enfermedad.
Esta es una de las principales conclusiones de un estudio publicado en The Lancet Infectious Diseases y realizado en el estado de San Pablo, Brasil, que analizó 15 500 casos de personas diagnosticadas con tuberculosis entre 2010 y 2015.
En la investigación, los científicos hicieron un seguimiento del total de casos durante cinco años y analizaron la tasa de mortalidad en comparación con la población general. Así hallaron que entre los que murieron en el primer año (1490 pacientes), la tasa de mortalidad fue tres veces más alta que en comparación con la población general. En tanto, al tomar en cuenta el total de fallecidos en los cinco años estudiados (2660 casos), la tasa de mortalidad fue seis veces mayor que en la población en general.
Y en particular, la mortalidad más alta fue para personas entre 20 y 40 años, lo que “muestra cómo la tuberculosis afecta a una población en edad laboral, e indica la necesidad de evaluar mejor los costos catastróficos asociados con la tuberculosis después del tratamiento, incluso los costos económicos (costos a la economía del país)”, destaca la investigación.
“Nuestros resultados apuntan a la necesidad de seguimiento luego del tratamiento y la observación de otros factores”, dijo a SciDev.Net el epidemiólogo Otavio Ranzani de la Universidad de São Paulo, autor principal del trabajo.
En su estudio, los investigadores también evaluaron si las causas de la vulnerabilidad y factores como el consumo de alcohol y drogas, problemas de salud mental, encarcelamiento y falta de vivienda, se asociaron con esta menor supervivencia.
“Observamos que la población sin hogar y los consumidores de alcohol y drogas tenían una supervivencia más corta. Murieron más por infección y por causas externas, como muertes violentas y accidentes, por ejemplo. La población carcelaria murió más por causas externas después del primer año, es decir, tuvo una mortalidad posterior”, dijo Ranzani.
Entre los 2660 fallecidos, la infección fue la principal causa de muerte en 20%, seguido por enfermedad respiratoria (13%), cáncer (12%), enfermedad cardiovascular (11%) y causas externas (7%).
La OMS estima que un millón y medio de personas mueren cada año antes o durante el tratamiento de la tuberculosis. Los 30 países con la mayor carga de la enfermedad representan 87% de los casos mundiales, según el Informe Global de Tuberculosis 2019 publicado recientemente (17 de octubre).
En las Américas, Brasil, Perú y México reunieron poco más de la mitad de los 282 000 casos nuevos en 2018. Y específicamente en Brasil, el estado de São Paulo tiene la mayor cantidad de casos anuales nuevos (en 2018, se registraron casi 18 000 casos nuevos).
“Necesitamos pensar que cuando identificamos a una persona con tuberculosis significa que es una alguien con un alto grado de vulnerabilidad que le puede conducir a la muerte. Es decir, además de morir por la enfermedad, hay otros factores” que los hacen vulnerables, señaló Bárbara Reis Santos, investigadora del Laboratorio de Epidemiología de la Universidad Federal de Espírito Santo.
En su opinión, el mérito de los resultados de esta investigación financiada por el British Wellcome Trust, es que muestra la relevancia del seguimiento de los casos de tuberculosis. Por eso, según la experta, es preciso estar atentos a la tuberculosis, pero también a esos otros factores que pueden llevar a la muerte. Una persona sin hogar, por ejemplo, va a lugares poco saludables que los hace más propensos a la tuberculosis, pero también a la muerte por homicidio.
“El artículo advierte que finalizar el tratamiento no es el final. Las personas necesitan acceder a algún tipo de atención y ser seguidas de cerca. La tuberculosis es prevenible, tratable y curable, y la muerte por la enfermedad es una señal de que estas personas tienen menos protección social”, agrega.
Los investigadores señalan que en el pasado, países desarrollados como Inglaterra y Francia tenían altas tasas de tuberculosis y lograron reducir la incidencia al acortar las desigualdades sociales. Desde la Revolución Industrial, cuando estos países comenzaron a tener mejores condiciones de vida, junto con el acceso a nuevos tratamientos y diagnósticos, los casos de la enfermedad disminuyeron progresivamente.
“La pregunta es: Si países como Brasil e India tienen esos mismos tratamientos y diagnósticos, ¿por qué no pueden reducir la enfermedad?”, cuestiona Reis Santos.
“Ya sabemos que los programas sociales disminuyen la incidencia de la enfermedad. La tuberculosis es una enfermedad que necesita inversión”, agrega Ranzani.
En esa línea, para alcanzar la meta que se fijó la Organización Mundial de la Salud para 2030 —reducir las muertes e incidencia de tuberculosis en 80 por ciento en comparación con niveles de 2015—, los científicos reunidos la última semana en la 50ª asamblea anual de la Unión Internacional contra la Tuberculosis y la Salud Pulmonar (30 octubre-2 noviembre), subrayaron que los países deberán acelerar sus respuestas.
Creen que sin mayor inversión en salud, más programas sociales e investigaciones, ningún país con alta carga de la enfermedad alcanzará el objetivo de la OMS, como lo han demostrado los estudios que hacen modelos de pronóstico en diferentes escenarios.
Fuente: Scidev
Tema: Noticias. Publicado: nov 13th, 2019.