artículos destacados

Microarreglo allergen chip Las novedosas herramientas de diagnóstico molecular abren nuevas posibilidades para estudiar la relación entre sensibilización a diferentes componentes alergénicos de los ácaros de  polvo doméstico y el desarrollo del asma. Ver más…

The draft genome, transcriptome, and microbiome of Dermatophagoides farinae reveal a broad spectrum of dust mite allergens. Chan TF et al. J Allergy Clin Immunol 2015 Feb;135(2):539-48. (texto completo libre)

d-farinaeMientras que el término “genoma” ya es de dominio popular, el de “transcriptoma” está menos difundido. Se refiere  al conjunto de “transcripciones” del ADN genómico a ARN mensajero; o sea, equivale al número de proteínas en vías de síntesis (“expresadas”, dicho en lenguaje de la biología molecular) en un organismo o tejido en el momento estudiado. Por su parte “microbioma” denomina  al conjunto de genomas microbianos co-habitantes del organismo hospedero, habitualmente como microbiota normal del tracto digestivo.

El presente artículo constituye un hito importante en la alergología experimental al publicar por primera vez una versión preliminar del genoma (acompañado de transcriptoma  y microbioma) de una de las principales fuentes alergénicas mundiales: el ácaro del polvo doméstico Dermatophagoides farinae. La publicación del genoma permite tener una visión abarcadora de la totalidad de las proteínas potencialmente alergénicas provenientes de este arácnido y evaluar así sus similitudes y diferencias con otras especies. También predecir la existencia de posibles proteínas alergénicas no identificadas anteriormente, por homología con alergenos conocidos. En total, los autores identificaron 16 376 genes y 9 142 transcripciones a ARNm, correspondientes a igual número de unidades polipeptídicas.

El estudio confirmó la presencia de 20 genes (con sus respectivas transcripciones) de alergenos conocidos anteriormente: desde Der f 1 hasta Der f 23, excepto Der f 17 (que aunque ha sido reportado en bases de datos, no se conoce su secuencia de ADN, de modo que su existencia o identidad parece dudosa), así como, los grupos 12 y 19 que hasta ahora parecen exclusivos de Blomia tropicalis. Otros 7 alergenos llamados “no canónicos” se corresponden a secuencias “ortólogas” que en otras especies bastante alejadas taxonómicamente han demostrado generar proteínas alergénicas, tales como profilina (un conocido pan-alergeno hasta ahora encontrado en plantas), Alt a 6 (del hongo Alternaria alternata), Mala s 6 (del hongo Malasezzia simpodialis causante de eccema atópico, dermatitis ganulomatosa y pitiriasis versicolor en humanos) y otros.

Otro de los aportes importantes del trabajo se refiere a la identificación de un nuevo alergeno mayor: denominado Der f 24. Es una proteína de unión a Ubiquinol-Citocromo-C reductasa, la cual juega un papel crítico en la generación de adenosín trifosfato (ATP) e interviene en la llamada respiración celular que consiste en el conjunto de reacciones bioquímicas por las cuales determinados compuestos orgánicos son degradados completamente proporcionando energía aprovechable por la célula, principalmente en forma de ATP. Estructuralmente, es una lipoproteína multimérica transmembrana de 14.45 kDa. Además de su identificación genómica, la proteína recombinante pudo ser expresada en E. Coli y mostró reactividad in-vitro con la IgE sérica de 22 pacientes alérgicos y pruebas cutáneas positivas en 5 de 10 pacientes positivos al extracto de D. farinae.

Al ácaro del polvo doméstico se le ha llamado en ocasiones “ácaro ciego” por la falta aparente de órganos oculares. No obstante, se conoce desde 1975, por evidencias experimentales (Furumizo y Warton[1]) que estos ácaros son capaces de sensar la luz en el rango de longitudes de onda entre 500 y 575 nm (luz verde) y probablemente entre 600 y 675 nm (rojo-naranja); sin haberse podido precisar, sin embargo, la localización anatómica de sus fotorreceptores. El presente estudio arroja más luz sobre los ácaros “ciegos” al detectarse la presencia en los mismos de los genes de la llamada vía de  fototransducción, similar a otros invertebrados, e incluso la expresión de una proteína similar a la Rodopsina, lo cual provee una evidencia molecular importante del proceso de fotodetección en el rango de 500 a 575 nm.

Quizá el aporte más trascendente del trabajo se refiere a la caracterización completa del microbioma del ácaro, identificando un amplio espectro de microorganismos que incluyó más de 100 especies diferentes. El género predominante ampliamente fue Enterobacter con 63.4% del total. El hallazgo contrasta con un estudio anterior que había vislumbrado la presencia de ADN del género intracelular Bartonella.[2] En este estudio las mismas solo representaron 1.7 %. Las enterobacterias son contaminantes frecuentes del ambiente y son reportadas en cerca del 10 % de las infecciones nosocomiales del tracto respiratorio, en particular, la especie E. cloacae, que aquí resultó también predominante. En el trabajo se logra identificar la distribución de este microorganismo a todo lo largo del tracto digestivo del ácaro, con la ayuda de un anticuerpo monoclonal marcado. Entonces, los ácaros pueden servir como un hospedero intermediario para las enterobacterias y contribuir a su transmisión por vía respiratoria, ya que las partículas fecales, por su tamaño y características físicas son inhalables. De ese modo, se provee una posible conexión adicional entre las infecciones del tracto respiratorio y la aparición y desarrollo de la enfermedad alérgica, eventos, cuya asociación es muy conocida de la experiencia clínica y la evidencia epidemiológica.

La localización de estos microorganismos enel tracto digestivo y su capacidad de síntesis de aminoácidos y tiamina sugieren la existencia de relaciones endosimbióticas entre el ácaro y su microbioma, como es bastante común en el reino animal. Una evidencia en ese sentido es el hecho experimental relatado en el trabajo de que los ácaros no son capaces de sobrevivir ante la adición de ampicilina al medio de cultivo, antibiótico capaz de eliminar o reducir drásticamente su microbiota. En esa misma dirección, se identificó en el genoma del ácaro una enzima bacteriolítica digestiva.

Dentro del microbioma, de 20 a 30 genes codifican enzimas involucradas en la biosíntesis de LPS, componente de las membranas de bacterias Gran-negativas. Este hallazgo concuerda con la presencia conocida de endotoxinas en los extractos alergénicos de ácaros, actualmente presentes en el mercado, y empleados para la inmunoterapia alergeno específica. Hasta el momento el origen de estas endotoxinas había sido incierto. El papel del LPS es controvertido, pues es un inmunomodulador pro Th1, capaz, en cierta forma de prevenir la respuesta alérgica IgE en edades tempranas. Sin embargo, la interacción del LPS con las mucosas respiratorias pulmonares promueve la inflamación y el desarrollo del asma. Particularmente, ha sido bien identificada la interacción entre el alergeno mayor Der p 2 o Der f 2 y el LPS, amplificando la respuesta inflamatoria local, mediante mecanismos de la inmunidad innata, activando el receptor TLR4 y la vía Th17. Dilucidar el papel del LPS en los extractos alergénicos pudiera ser importante para lograr una mejor comprensión de los mecanismos de acción de la inmunoterapia alergeno específica. Resulta también intrigante que en contraste con la amplia alergenicidad de las proteínas propias del ácaro, ninguna de las proteínas bacterianas mostró actividad de unión de IgE.

En conclusión, este estudio significa un avance importante en la caracterización de los alergenos de ácaros, con la aplicación de las modernas herramientas biotecnológicas, y posiblemente en la comprensión integral de la etiología de la enfermedad alérgica respiratoria. Sus resultados son de evidente utilidad en el desarrollo futuro de medios de diagnósticos y vacunas terapéuticas.

Referencias


[1] Furumizo RT and Wharton GM (1975) A case of postimaginal moult in the American house dust mite Dermatophagoides farinae Hughes 1961 (Acari: Proglyphidae). Acarologia, 17, 730-733.

[2] Valerio CR, Murray P,  Arlian LG, Slater JE. Bacterial 16S ribosomal DNA in house dust mite cultures J Allergy Clin Immunol 2005;116(6):1296-1300

Por DrC Alexis Labrada

Effects of helminth co-infections on atopy, asthma and cytokine production in children living in a poor urban area in Latin America. Alcantara Neves NM, Britto GSG, Veiga RV, Figuereido CA, Fiaccone RL, da Conceicao JS, Cruz AA, Rodrigues LC, Cooper PJ, Pontes de Carvalho LC, Lima Barreto M. BMC Research Notes 2014, 7:817

trichurisspmaleLa relación entre parasitismo intestinal, alergia y asma continúa siendo un aspecto controvertido, particularmente en ambientes tropicales donde tanto unos como otros son comunes. Ambas vertientes de la inmunidad comparten mecanismos como la IgE y los eosinófilos. Este trabajo realizado en zonas pobres de la ciudad de Salvador de Bahia, Brasil, se propuso precisamente estudiar el posible rol de diferentes infecciones helmínticas en la alta prevalencia de alergia y asma observada previamente en esa ciudad costera de clima tropical y húmedo. Con ese fin los autores exploran el efecto de infecciones únicas o múltiples con diferentes parásitos: Ascaris lumbricoides, Trichiura trichiura y Toxocara spp, sobre varias facetas de la respuesta alérgica. De modo general, se detectó una asociación positiva entre el número de infecciones helmínticas y la eosinofilia en sangre periférica, los niveles de IgE total y la producción espontánea de IL-10, así como la producción de citocinas Th2 (IL-5 e IL-13) inducida por antígenos helmínticos. El número de infecciones helmínticas resultó asociado de forma inversa  a la positividad a la prueba cutánea con alergenos respiratorios, aunque sin un efecto estadísticamente significativo sobre el riesgo de asma.

Es conocido que la infección con helmintos induce un potente efecto inmunomodulatorio. Diferentes autores han reportado previamente un decrecimiento de la hipersensibilidad hacia los alergenos en individuos parasitados. Sin embargo, la asociación con el asma, no ha sido consistente. Un trabajo reciente realizado en Cartagena, Colombia, incluso sugiere una posible reactividad cruzada entre Ascaris y el ácaro alergénico Blomia tropicalis como un factor que contribuiría a la alta sensibilización alérgica a ese ácaro en esa región, la cual se asocia significativamente con asma. Sin embargo, otros autores atribuyen a la infección helmíntica un efecto protector antialérgico y antiinflamatorio (en línea con la llamada “teoría de la higiene”), o al menos favoreciendo formas menos severas de asma. Estas discrepancias han sido atribuidas frecuentemente a diferencias entre las poblaciones, al momento en que ocurre la primera infección o a la carga infectiva y su cronicidad, aunque en general, es notoria la falta de conocimientos sistematizados tanto en cuanto a datos epidemiológicos como a los mecanismos inmunológicos eventualmente responsables de dicho efecto.

El presente estudio tiene como peculiaridad que aborda también la Toxocarosis, en adición a las infecciones con  Ascaris y Trichiura. Los helmintos Toxocara canis y Toxocara felis son parásitos de perros y gatos, respectivamente. No obstante, las larvas pueden infectar humanos, particularmente a individuos inmunodeprimidos, aunque no alcanzan a completar su ciclo vital. Pueden atravesar el epitelio intestinal y producir el llamado síndrome larva migrans visceral, que es una infección de naturaleza sistémica que en casos graves puede alcanzar incluso los ojos o el cerebro. Mientras que la prevalencia del parasitismo intestinal con Ascaris y Trichiura tiende a decrecer en los países subdesarrollados en la medida que se aplican normas de sanidad pública, las infecciones con Toxocara no son afectadas en el mismo grado y continúan siendo muy prevalentes. Las medidas efectivas para contrarrestar éstas se basan en el control sanitario sobre las mascotas domésticas (perros y gatos, particularmente los cachorros) lo cual no resulta fácil de generalizar, sobre todo en los países del llamado tercer mundo. Estudios anteriores han informado que los humanos con seropositividad a Toxocara (que es un indicador de infección actual o pasada) sin evidencias de otras infecciones helmínticas, tendrían mayores valores de marcadores alérgicos (como eosinofilia e IgE total)  en edades tempranas  y un riesgo más elevado de sufrir atopia y asma.

El estudio actual se realizó en 1445  niños entre 4 y 11 años. De ellos, 15.8% estaba infectado con Ascaris lumbricoides, 13.8% con T. trichiura, mientras que 47.8%  resultó con seropositividad IgG a Toxocara spp. Las pruebas cutáneas se realizaron con extractos alergénicos de los ácaros Dermatophagoides pteronyssinus, Blomia tropicalis, de dos especies de cucarachas (Blatella germanica y Periplaneta americana), hongos, epitelios de gato y perro. Sin embargo, la positividad a los últimos tres resultó muy baja (<4%) y por lo tanto no fue tenida en cuenta para los análisis de asociación. 37% de los niños mostraron IgE específica positiva hacia alguno de los alergenos, mientras que la prueba cutánea resultó positiva en el 30%. La prevalencia de asma fue de 22.7%, incluyendo 12% con asma no atópica (o sea, sin positividad en la IgE específica o la prueba cutánea) y 10.7% con asma atópica. El número de infecciones helmínticas concomitantes con los tres parásitos mostró una asociación estadísticamente significativa con la eosinofilia y los niveles de IgE total, en sentido positivo y de una manera dosis-dependiente, es decir a más infecciones, más eosinófilos e IgE total. En contraste, la asociación con la prueba cutánea, indicadora de sensibilización alergeno-específica, fue inversa. Sin embargo, la asociación con la IgE alergeno-específica determinada in-vitro no alcanzó significación estadística aunque mostró también una tendencia hacia la asociación inversa. En cuanto a la producción de citocinas, el número de infecciones helmínticas correlacionó con la inducción de las citocinas Th2: IL-5 e IL13, en cultivos de células de sangre periférica estimuladas con A. lumbricoides, el único antígeno evaluado. En el caso de la producción espontánea (no estimulada por antígenos específicos), solamente la IL-10 se mostró asociada significativamente con las infecciones parasitarias, en un sentido positivo, aunque la IL-5 también mostró una tendencia en el mismo sentido sin alcanzar significación estadística.

Estudios anteriores habían encontrado asociaciones positivas entre el riesgo de asma y la infección intestinal con A. lumbricoides y negativas entre las pruebas cutáneas a alergenos y la infección con T. trichiura y otros nemátodos intestinales (Necator americanus y Ancylostoma duodenale). En ese sentido los datos actuales no son contradictorios. Los datos relativos a las infecciones sistémicas revisten mayor novedad. En ese caso, los datos publicados anteriormente indicaban una asociación positiva con asma y atopia en algunos estudios. Un estudio anterior de estos mismos autores en población infantil mostró que la infección helmíntica intestinal y con Toxocara estaban correlacionados inversamente con las pruebas cutáneas, mientras que la infección con T. trichiura y la presencia de IgE anti Ascaris correlacionaban positivamente con asma en la niñez temprana, aunque la infección severa con  este parásito se asociaba con protección contra la reactividad cutánea a medida que avanzaba la edad.

Los autores especulan sobre el posible mecanismo que explique la inhibición de la reactividad cutánea a los alérgenos, que n fue posible atribuir a posible efecto bloqueador de altos niveles de IgE policlonal. En su lugar una posible explicación sería el efecto inhibitorio de la IL-10 sobre la función de los mastocitos. A su vez la estimulación espontánea de IL-10 se basaría en la proliferación de células Treg con reactividad cruzada entre alérgenos y antígenos helmínticos, aunque el artículo no provee ninguna prueba en ese sentido.

Una mayor complejidad reviste la asociación con el asma que los autores atribuyen a la presencia de diferentes fenotipos, en particular el fenotipo “no  atópico” fue sorprendentemente alto para una población infantil en este estudio. Aunque el trabajo no pudo revelar una asociación significativa de la infección parasitaria con el asma, la tendencia en cuanto a asma no atópica fue claramente hacia una asociación positiva con el número de infecciones. O sea, a pesar del efecto protector antialérgico, el mismo no se revierte en una protección contra el asma de naturaleza alérgica, e incluso, tiende a contribuir al asma no alérgica, lo cual en cierta medida, no concuerda con otros autores que han encontrado cierto papel protector del parasitismo contra el asma alérgica.

En conclusión, el estudio refuerza la concepción de la existencia de una fuerte asociación entre infecciones parasitarias y el desarrollo de una respuesta Th2 (eosinofilia, IgE total), aunque con un papel protector en cuanto a la inhibición de la respuesta cutánea hacia los alérgenos, que estaría asociado a la inducción espontánea de IL-10, diseccionando de ese modo diferentes componentes de la respuesta Th2/alérgica e incorporando el componente regulatorio, aunque aún sin un esclarecimiento cabal de todos los mecanismos involucrados.

Por Alexis Labrada, DrC.

Early life IgE responses in children linving in the tropics: A  prospective analysis. Zakzuk J, Acevedo N, Cifuentes L, Bornacelly A, Sánchez J, Ahumada V, Ring J, Ollert M,  Caraballo L. Pediatric Allergy and Immunology 2013; 24(8):788-797.

La respuesta alérgica es indudablemente influenciada por factores ambientales, además de los genéticos. Sin embargo, el conocimiento actual sobre la misma se deriva casi absolutamente de estudios realizados en países del llamado primer mundo, básicamente Europa, Norteamérica y Australia, con climas templados y fondo genético muy diferente al prevaleciente en las zonas tropicales y cálidas, donde habita más de la mitad de la humanidad. La importancia y novedad de este estudio radica, fundamentalmente, en abordar la cuestión en una zona tropical latinoamericana, y en una población pobre con presencia de factores conocidos por su influencia sobre la respuesta inmunitaria; en particular, por la exposición a parásitos helmínticos intestinales.

La respuesta mediada por IgE se supone que haya surgido evolutivamente, precisamente como protección a ciertos parásitos, entre ellos las llamadas lombrices intestinales. De acuerdo a ciertos datos epidemiológicos, congruentes con la llamada “teoría de la higiene”, en ambientes con mayor prevalencia de parásitos y microbios (como en zonas rurales de África) la prevalencia de alergias es mucho menor que en el mundo industrializado. De acuerdo a dicha teoría, la exposición a microbios en ambientes con poca higiene, incluyendo la convivencia con animales domésticos, favorecería la evolución de una respuesta inmunitaria más robusta, menos inclinada hacia la respuesta alérgica tipo Th2 ante los alergenos comunes. No obstante, algunos estudios tienden a contradecir este paradigma. Específicamente, se ha identificado reactividad cruzada entre alergenos de ácaros y algunos helmintos (por ejemplo, atribuida a la tropomiosina, Der p 10) y no está muy clara aún la significación biológica de este fenómeno en pacientes parasitados. Algunos autores han atribuido a la respuesta antihelmíntica efectos inmunorreguladores al inducir IL-10 e IgG4 que ayudarían a contrarrestar una repuesta IgE excesiva y patológica. Por otra parte, la cuestión del posible efecto protector de la diversidad del repertorio antigénico de la IgE y su relación con la IgE total es también un tema polémico.

En el trabajo que reseñamos un colectivo de autores del prestigiosos Instituto de Investigaciones Inmunológicas de la Universidad de Cartagena en la costa caribeña de Colombia (bajo la dirección del Dr Luis Caraballo) aborda el asunto. El trabajo tuvo como objetivo describir la evolución en edad temprana de la respuesta de anticuerpos IgE totales y específicos  a alergenos de ácaros y parásitos intestinales (Ascaris)  y analizar su relación con la sibilancia, o sea, con los silbidos típicos del asma.

El estudio abarcó una cohorte poblacional de 290 niños y sus madres. Los niños fueron sujetos a evaluaciones entre los 0 y 42 meses de vida. Como elemento novedoso, además de las pruebas de IgE específicas usuales (ImmunoCap) y las pruebas cutáneas que emplean extractos alergénicos, se emplearon exámenes para determinación de IgE específica a alergenos recombinantes de ácaros: Der p 2 para D. pteronyssinus, y Blo t 5 y Blo t 12 para Blomia tropicalis. También, Asc l 3, la tropomiosina de Ascaris lumbricoides y Asc s 1, único alergeno oficialmente reconocido de Ascaris suum. La elección de los alergenos de ácaros se basa en que entre los mismos no existe reactividad cruzada, o sea son especie-específicos., y por lo tanto permiten discriminar la sensibilización a cada especie de forma independiente.

El trabajo ha arrojado resultados realmente importantes. En primer lugar, la sensibilización a Blomia tropicalis a temprana edad resultó más frecuente que a D. pteronyssinus, aunque en los adultos (incluso en las madres) en Cartagena y en otros sitios tropicalis, suele ser similar. El hallazgo sugiere que los procesos de sensibilización a diferentes especies de ácaros serían independientes, a pesar de la exposición simultánea  a las mismas. Factores cono la actividad biológica intrínseca de los alergenos y, posiblemente, su interacción con el parasitismo pudieran explicar este comportamiento. En línea con esta hipótesis, los autores hallaron que los niveles de IgE a Blomia correlacionaron positivamente con los correspondientes a Ascaris. La correlación entre D. pteronyssinus y Ascaris fue también muy significativa aunque algo menor. En general, los niños sensibilizados a ácaros mostraron una probabilidad 9.4 veces mayor de sensibilización a Ascaris, lo cual constituye una fuerte evidencia de esta asociación. Los autores sugieren que quizá una parte  de la sensibilización a ácaros provenga de la transreactividad originada por la sensibilización a Ascaris, en particular, la tropomiosina (Asc l 3) es bien conocida como panalergeno causante de reactividad cruzada incluso entre especies taxonómicamente distantes. No obstante,  el valor biológico de esta asociación en términos de posible agravamiento de las manifestaciones alérgicas o mayor protección antiparasitaria continúa siendo un enigma.

En segundo lugar, el estudio abordó la asociación con la IgE total. En este sentido, evidenció que la IgE en cordón umbilical constituyó un factor de riesgo para la sensibilización, pero protegió de la sibilancia recurrente en los niños, resultado aparentemente contradictorio a la luz de la teoría de la higiene, pero que replica lo reportado anteriormente en otro estudio en África. Los niveles de IgE total fueron elevados lo cual es atribuido a la exposición a parásitos y al fondo genético afrodescendiente, en su mayor parte, de la población estudiada y confirma el escaso valor diagnóstico de la IgE total como predictor de atopia en poblaciones tropicales.

En conclusión, en contraste con lo esperado según la teoría de la higiene, en este estudio las condiciones de pobreza y falta de higiene devinieron factores de riesgo para la sensibilización a alergenos en la temprana infancia. Así, el estudio objeta la teoría de la higiene en su versión más clásica, al menos en lo referente al posible efecto “protector” de los parásitos intestinales.

Por Alexis Labrada, DrC

0

Willumsen N,, Holm J, Chrietensen IH, Wurtzen PA, Lund K. The complexity of allergic patients’s IgE repertoire correlates with serum concentreation of allergen-specific IgE. Clin Exp Allergy 2012;42:1227-36.

Los anticuerpos IgE son los responsables de las reacciones alérgicas. Los mismos reconocen diferentes epítopes en las moléculas alergénicas. La respuesta alérgica desde el punto de vista clínico, dependería tanto de la cantidad o concentración de anticuerpos IgE alergeno-específicos presentes en la sangre u otros tejidos, como de su afinidad y repertorio, o sea, conjunto de especificidades hacia diferentes epítopes  de una misma o diferentes moléculas alergénicas. Un artículo reciente de Willumsen y col., comentado por una editorial de la revista Clinical and Experimental Allergy (Kleine-Tebe J. Old questions and novel clues: Complexity of IgE repertoires. Clin Exp Allergy 2012;42:1142-5) aborda este actual problema.
El estudio empleo sueros de pacientes alérgicos a ácaros y evaluó su capacidad de formar complejos IgE-Der p 2 unidos al receptor de IgE CD23 sobre la membrana de los linfocitos B, y de esa forma desatar la llamada “Presentación Facilitada por IgE” o FAP en inglés, la cual es un importante mecanismo de amplificación de la respuesta alérgica que conecta la IgE con la inflamación celular propia de la fase tardía de la misma, presente por ejemplo en el asma. Los autores encuentran que los sueros con valores bajos de IgE a Der p 2, no son capaces de desatar el mecanismo FAP y solo con la ayuda de dos anticuerpos IgE diferentes, de alta afinidad ambos (o sea, de mayor fuerza en la unión antígeno anticuerpo), se produce una amplificación significativa de dicha reacción y la activación subsecuente de linfocitos T.
Al igual que en trabajos anteriores la elevación de los niveles de IgE sérica estuvo acompañada de la ampliación del repertorio de epítopes reconocidos. Sin embargo, un aporte  importante de este estudio ha sido la demostración que la clonalidad IgE (o sea, el repertorio) más que la afinidad de estos anticuerpos controla el mecanismo FAP, especialmente para los anticuerpos de baja y media afinidad. También, la complejidad del repertorio IgE (clonalidad más afinidad) influye en la capacidad inhibitoria de los anticuerpos IgG hacia el mecanismo FAP.
Las implicaciones clínicas de este hallazgo radican en una mejor comprensión de la inmunoterapia alergeno-específica. Así, en los pacientes con un repertorio IgE más simple en cuanto a clonalidad y afinidad  (al inicio del proceso de avance de la enfermedad) la inmunoterapia sería más efectiva en cuanto a cambiar el curso de la enfermedad alérgica, lo cual concuerda con las experiencias clínicas. También el estudio ayuda a comprender mejor la falta de completa correspondencia entre el diagnóstico in-vitro basado en la determinación solamente de la concentración de IgE específica con las pruebas cutáneas con alergenos y con la manifestación clínica de la enfermedad alérgica en sus diferentes facetas. Estudios futuros, seguramente permitirán desarrollar métodos más precisos para caracterizar la complejidad del repertorio IgE y predecir la reacción alérgica del paciente.

Por Alexis Labrada, DrC

0

Pfiffner P, Truffer R, Matsson P, Rasi C, Mari A, Stadler BM. Allergen cross reactions: a problem greater tan ever?. Allergy 2010;66:1536-44. (Acceso a texto completo por HINARI).

En este artículo de investigación los autores intentan abordar el problema de la reactividad cruzada entre alergenos con un enfoque bioinformático de sistema. En un artículo previo (Stadler MB et al. Allergenicity prediction by protein sequence. FASEB J 2003;6:1141-3) los autores habían desarrollado un modelo de análisis de las secuencias de alergenos, definiendo un número limitado de “motivos” estructurales, que con grandes similitudes son compartidos por muchos alergenos. El modelo tendría la utilidad de reducir el enorme número de secuencias alergénicas (más de 2000) a menos de 100 motivos, además de intentar explicar y predecir mejor el fenómeno tan extendido de la reactividad cruzada entre alergenos. Este problema es de gran actualidad con el advenimiento cada vez mayor, de alimentos genéticamente modificados, y la necesidad de predecir mejor su eventual alergenicidad.

Según el criterio que promueve actualmente FAO/OMS, una proteína puede ser considerada potencialmente alergénica si comparte solo 6 aminoácidos contiguos o un 35% de similitud en un fragmento de 80 aminoácidos, con la secuencia de un alergeno conocido. Aplicando dicha regla, alrededor del 67% de las proteínas del conocido banco de secuencias SWISS-PROT pudieran ser consideradas alergénicas, mientras que en la realidad se conoce que el grupo de proteínas con evidencias claras de alergenicidad es mas bien reducido, en comparación con todas las proteínas conocidas. De acuerdo al enfoque ahora propuesto, basado en la identificación de los llamados “motivos” alergénicos, solo 2.6% de las proteínas serían probablemente alergénicas en ese banco de datos. El objetivo de la actual investigación fue evaluar este modelo teórico con datos reales de los diagnósticos de IgE específica con extractos alergénicos (ImmunoCAP, Phadia).

Con ese propósito, los autores comparan la probabilidad teórica de reactividad cruzada basada en la existencia de los motivos en cada uno de las proteínas conocidas, presentes en los extractos, con los datos de 5362 determinaciones de IgE específica realizadas fundamentalmente en EE.UU. y Europa occidental y del norte. Las determinaciones fueron realizadas con un panel de 99 fuentes alergénicas que incluyeron los alergenos más frecuentes, aunque la mayor parte de los sueros se probaron solo con 10-30 extractos. Cerca del 50% de las determinaciones fue positiva.

Como dato interesante, los autores encuentran que a medida que crece la IgE total, se incrementa el número de positividades a diferentes extractos, aunque la IgE específica promedio hacia cada uno de ellos se mantiene aproximadamente igual, o incluso decrece algo. Una acotación pertinente a este resultado colateral, sugiere la posible utilidad de la prueba de IgE total como predictor de polisensibilización, si bien no tanto de alergia clínica, algo no evaluado sistemáticamente aún.

Más adelante, sin embargo, los autores reportan que la suma de los valores de IgE específica solo explica 20-30% de los valores de IgE total, para la mayor parte de los sueros. Teniendo en cuenta, que se trata de los alergenos más comunes, los autores especulan sobre la especificad de la IgE restante, un misterio no explicado fehacientemente aún. Este déficit se agudiza cuando se analiza desde la perspectiva del modelo de los motivos estructurales. En ese sentido, la investigación arroja que dicho resultado estaría sobreevaluado dos o tres veces, pues una gran parte de la IgE específica se explicaría por la reactividad cruzada. O sea, unos pocos alergenos (y más aún los motivos presentes en los mismos) actuarían como verdaderos sensibilizadores, mientras que la reactividad IgE observada para otros sería solo debido a la reactividad cruzada.

Los autores identifican 69 motivos en los 99 extractos, algunos extractos con multitud de ellos (por ejemplo, Dermatophagoides pteronyssinus con 12), mientras que otros con solo uno o pocos; y arriban a la conclusión de que existe una dependencia lineal con alta correlación (0.967) entre el número de positividades a extractos y a motivos, aunque el número de estos es 3 veces menor como promedio. Esta relación lineal es un argumento a favor de la reactividad cruzada basada en la similitud de secuencias y estructuras (motivos compartidos) y no de la polisensibilización por exposición simultánea, que no explicaría dicha dependencia. No obstante, los resultados, aunque promisorios, requieren aún de mayor validación experimental, en particular, con estudios estructurales de los motivos propuestos a nivel molecular y de la investigación de aquellos alergenos, en los cuales, no se han identificado aún dichos motivos.

De ese modo, los resultados del trabajo apuntan a un posible mayor papel de la reactividad cruzada en la explicación de la IgE específica experimentalmente observada. Propone un enfoque de sistema con herramientas interesantes en contraste con el enfoque más reduccionista prevaleciente en este tema. Como implicación futura se abre la posibilidad, al menos teórica, de que un pequeño número de alergenos, preferiblemente recombinantes o aún de péptidos, pudieran cubrir la mayor parte de los motivos estructurales con poder sensibilizante, y de esa forma diagnosticar y predecir suficientemente las reacciones alérgicas a otros alergenos que contengan dichos motivos; aunque los autores admiten que aún no poseen todas las evidencias en ese sentido ni se hayan identificado todos los motivos posibles.

Por Alexis Labrada, DrC.