apariencia física

Culturista físico Dexter Jackson. Mr. Olympia 2008. Imagen: WikipediaEn la búsqueda de los patrones de belleza impuestos por la industria cultural y los medios hegemónicos, no pocos adolescentes y jóvenes se olvidan de los riesgos que implica para su salud el empleo de sustancias inyectables.

El empleo de sustancias inyectables, sobre todo en adolescentes y jóvenes, ha estado asociado, generalmente, al logro de una imagen física más voluminosa y fuerte, comparable con los patrones de referencia individuales impuestos por los medios trasnacionales de comunicación masiva y otros componentes de la industria cultural. En los últimos tiempos, no solo verse fuertes ha sido la motivación para esta práctica, sino también el deseo de mostrar mayor volumen en ciertas partes del cuerpo, consideradas sensuales o eróticas, sin tener en cuenta los riesgos para la salud.

En el fisiculturismo, actividad encaminada al logro de un desarrollo muscular completo y equilibrado que sea expresión de fuerza y proporción corporal, se han utilizado desde la silicona y la testosterona hasta los aceites para mostrar una musculatura envidiable, cercana a la «perfección», según explica el doctor Ernesto Fleites, especialista en Ortopedia y Traumatología.

El artificio del uso de estas sustancias, enfatiza Fleites, tiene sus peligros principalmente en la vía de administración empleada, no siempre la adecuada, y las normas higiénicas que deben respetarse. Resulta alarmante además, para el doctor Fleites, que la mayoría de los pacientes que llegan a las consultas ante las señales de dolor, inflamación y molestia local e incluso fiebre, mienten.

Es triste, reconoce, que por lucir mejor: más fuertes los hombres, y las mujeres más atractivas, se recurra a métodos falsos y tan peligrosos. Esta práctica desvirtúa los beneficios del ejercicio físico, que está destinado a mejorar la salud del ser humano y, también, a dotarnos de una mejor estética, y nos pone al borde de un abismo. (Ana María Domínguez Cruz y Abdul Nasser Thabet)

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Fuente: Juventud Rebelde. Julio3, 2012

El trastorno dismórfico corporal se incluye en los trastornos somatomorfos, cuyo elemento característico es la distorsión de la imagen corporal, de la cual derivan los TCA (anorexia y bulimia), vigorexia y ortorexia (trastorno alimenticio cuya obsesión es comer sólo alimentos considerados saludables por la persona), que son cuadros donde la imagen corporal es el eje central psicopatológico. En general, existe una preocupación excesiva por la apariencia física, y aquellos que padecen la patología, se consideran feos o deformados.

Ver atículo completo en:  Medwave. Año X, No. 5, Mayo 2010. Creative Commons, Open Access.