Embarazo adolescente: de brechas y desprotecciones

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Una edad mínima de consentimiento sexual imprecisa y a efectos prácticos muy baja; tipificación desactualizada y discriminatoria de los delitos sexuales; limitaciones en el acceso a algunos servicios de salud para los adolescentes; insuficiente educación sexual… ¿por dónde empezamos el cambio?

La revista Alma Mater se ha propueto abordar este tema a través de una serie de reportajes donde, desde la historia de jóvenes que han vivido esa experienica y entrevistas con autoridades del tema en Cuba, pretende ofrecer una visión de las características de este fenómeno en nuestro país.

Cuba. Década de 1970. Tras un breve «boom demográfico» entre finales de los años 50 y mediados de los 60, los niveles de fecundidad comienzan a descender y en 1978 llegan a ubicarse, de forma irreversible hasta nuestros días, por debajo del reemplazo. Ya no quedan 2.1 descendientes como promedio, por cada mujer que concluye su etapa fértil (estimada hasta los 49 años).

No es un proceso fortuito, ni su explicación se encuentra en esa década solamente. En su tesis de doctorado La fecundidad cubana a partir de 1990. Las perspectivas sociales e individuales, la doctora Grisell Rodríguez Gómez explica que la disminución de la fecundidad se vio acelerada por las transformaciones socioeconómicas generadas por los programas sociales implementados paulatinamente desde el triunfo revolucionario.

Entre las más significativas políticas sociales de avanzada se cuentan la ejecución de un programa nacional de atención a la mujer desde el año 1968, con medidas como la dispensarización de todas las embarazadas, la promoción del parto institucional y la creación de hogares maternos en zonas rurales y de difícil acceso; la ampliación de la cobertura de asistencia médica con profesionales a los que se les brindó mejor y mayor preparación.

Al mismo tiempo, se restablece y amplía el suministro de anticonceptivos de uso más frecuente, y se introducen de forma paulatina otros procedimientos.

Como colofón, «desde la mitad de los años 60 se comienza a poner en práctica una política dirigida a despenalizar el aborto realizado en instituciones de salud, en las condiciones médico sanitarias requeridas, instaurándose su acceso gratuito y penalizándose solamente su realización fuera de estas circunstancias.

Este fue un elemento que incidió, no solo en la disminución de la mortalidad materna, sino también a la larga (luego del impacto del «boom demográfico») en el descenso de la fecundidad cubana. Obviamente esta “intencionalidad política” posee un trasfondo en términos de planificación económica, una evidente reorganización en los presupuestos que privilegió un desarrollo social de manera absolutamente volitiva», añade la demógrafa.

Fecundidad adolescente: El reverso de la moneda

«Cuba tiene una tasa de fecundidad adolescente baja, si la comparamos, por ejemplo, con los países de América Latina. Pero nosotros siempre decimos que no hay un patrón de comparación entre Cuba y el resto de los países de América Latina, porque los niveles de educación no son los mismos, los servicios de salud y sus características y garantías no son las mismas. Tenemos que compararnos con nosotros mismos, es decir, con cómo ha sido el comportamiento de la fecundidad adolescente en Cuba», afirma Matilde Molina.

En 1975, muchachas entre 15 y 19 años aportaron el 23.5 por ciento de la fecundidad total del país; o sea, casi la cuarta parte de los nacimientos en la Isla provinieron de madres adolescentes. A partir de ese año y hasta 1983, la contribución de ese grupo fue superior a la del de 25–29; desde entonces, los indicadores han disminuido de forma considerable, pero siguen siendo preocupantes.

Le invitamos a leer los reportajes en:

  1. Embarazo adolescente. Parte I. Fecundidad adolescente en Cuba: Historias recurrentes. Alma Mater
  2. Embarazo Adolescente. Parte II. Embarazo adolescente: de brechas y desprotecciones. Ama Mater

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