Volar al infierno a bordo de una pastilla

La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha llamado a la comunidad internacional a la reflexión sobre los graves peligros de la automedicación

Dexie escuchó con preocupación en la cocina de su casa, la conversación entre su hijo y una compañera de estudio, dos adolescentes, cuando lo invitaba a una fiesta peculiar el fin de semana. “Cuando terminemos las clases el viernes te voy a llamar para decirte a qué hora paso a recogerte con mis amigas para ir a la casa que te dije, donde hacen las “fiestas para volar”. No se lo digas a nadie más porque al hombre de ese lugar no le gustan los tumultos y me da pena con el hijo, que es el amigo de nosotros”.
La madre indagó con su hijo de qué estaban hablando. Él le confesó que siempre rechazó la invitación, pero en varias ocasiones la misma joven le había hablado de reunirse en el apartamento de otro amigo, donde ponían música y se tomaban unos traguitos, y que le decían “fiestas para volar” porque algunos se emborrachaban con pastillas, “perdían la cabeza y era co­mo si salieran volando”.

Esta historia se repite en cualquier parte del mundo, casi todos los días. Los últimos informes anuales de la Junta Internacional para la Fis­ca­lización de Estupefacientes y de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito alertan sobre el incremento acelerado del uso indebido de fármacos para drogarse, tendencia que tiene su máxima expresión en Estados Unidos con más de 15 millones de afectados, y se ha convertido en un problema de salud en muchas partes del planeta, fundamentalmente en Europa, África Meridional y el sur de Asia.

Al afectar al cerebro, esas sustancias impactan en la conciencia, la personalidad y la conducta del individuo. Alteran sus funciones afec­tivas, de vigilia, atención, memoria y capacidades in­telectuales.

La familia quiere a sus hijos saludables y verlos crecer felices; sin embargo, no siempre se percata de los peligros y de la inminencia de una tragedia, ni asume su responsabilidad oportunamente. Las drogas legales e ilícitas se han globalizado y constituyen una seria amenaza a la seguridad, vigor y supervivencia de la humanidad. No se puede estar de espalda a esa realidad. Dexie actuó a tiempo y su hijo le agradece no haberse montado en aquella “nave” hacia el paraíso artificial, que solo conduce a infiernos terrenales.

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Fuente: Periódico Granma. Junio 14, 2015