El género en español
En español, lo habitual es que exista una forma específica para cada uno de los dos géneros gramaticales, en función de cada sexo. En bastantes casos se forman añadiendo un sufijo a la raíz (gato/gata), pero en otros la raíz de la palabra es distinta (hombre/mujer). También existen muchos sustantivos con una forma única que designan seres de uno u otro sexo; son los llamados “comunes”, los “epicenos” y los “ambiguos”.
Comunes, epicenos y ambiguos
• Comunes. Tienen la misma forma para los dos géneros gramaticales. Son los artículos y los adjetivos los que determinan el género: el/la pianista; ese/esa psiquiatra; un buen/una buena profesional.
• Epicenos. Su forma es única y pueden ser masculinos (personaje, vástago, tiburón, lince) o femeninos (persona, víctima, hormiga, perdiz). En este caso, la concordancia depende del género gramatical del sustantivo, no del sexo del referente; así, debe decirse: La víctima, un hombre joven, fue trasladada al hospital más cercano.
• Ambiguos. Admiten su uso en uno u otro género, sin que ello implique cambios de significado: el/la armazón, el/la dracma, el/la mar, el/la vodka. De los sustantivos ambiguos, solo ánade y cobaya designan seres animados.
El masculino para ambos sexos
• El masculino gramatical de los sustantivos que designan seres animados se emplea para referirse a los de sexo masculino, pero también a la especie, sin distinción de sexos: El hombre es el único animal racional; el gato es un buen animal de compañía.
Lo mismo ocurre cuando se emplean en plural: Los hombres prehistóricos se vestían con pieles de animales; En mi barrio hay muchos gatos.
Solo es necesario explicitar los dos géneros cuando la oposición de sexos es relevante: La proporción de alumnos y alumnas en las aulas se ha ido invirtiendo progresivamente.
• Para referirse a colectivos mixtos, se ha extendido entre los políticos y algunos periodistas la costumbre de mencionar ambos sexos (los alumnos y las alumnas), la de recurrir a soluciones artificiosas (los y las alumnas – evítese por todos los medios esta infeliz solución) e incluso la de utilizar en publicaciones el símbolo de la arroba (alumn@s), que no es un signo lingüístico.
Aunque parezca “políticamente correcto”, es una incorrección gramatical que, en casos extremos, llevaría a redacciones absurdas como Algunos y algunas alumnos y alumnas son extranjeros y extranjeras, principalmente rumanos y rumanas y chinos y chinas.
Por tanto, vale recordar que los profesores incluyen a profesores y profesoras, los alumnos engloban a alumnos y alumnas, los niños incluyen a niños y niñas.
Con el uso incorrecto del masculino y del femenino se puede incurrir en errores de concordancia como los que se escuchan con frecuencia en los discursos y medios de información: Los cubanos y las cubanas aguerridas – o se ha querido decir que los cubanos no son aguerridos como las cubanas o se ha cometido un grave error de concordancia, porque lo que corresponde en este caso es cubanos y cubanas aguerridos, pero alguien puede pensar que de esta forma está descartando a las cubanas y la frase se convertiría en un derroche interminable y cacofónico de sustantivos masculinos y femeninos con sus innumerables adjetivos que los califican: cubanas aguerridas y cubanos aguerridos, esforzadas y esforzados, batalladoras y batalladores …
Consultado en http://manualdeestilo.rtve.es/el-lenguaje
En: Redacción y estilo. Publicado el abr 13th, 2016.
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