Los padres se responsabilizan con la salud de sus hijos desde que nacen, por lo que durante la infancia, la adolescencia y aún durante la juventud en algunas ocasiones, son quienes deciden las visitas al médico y al dentista, supervisan la realización de análisis y chequeos clínicos, y los llevan a consultas especializadas.
Expertos afirman que es saludable comenzar a incluir a los adolescentes en las decisiones relacionadas con su atención médica y permitirles adoptar un papel activo en este tipo de gestiones. Como la adolescencia es la etapa previa a la adultez, es necesario no demorar el momento de incentivar a los adolescentes a responsabilizarse de todos los aspectos de su vida diaria, incluida su propia salud. Las tareas que se les asignen deben ir dirigidas a enseñarles a programar las acciones con antelación, cómo elegir entre varias opciones y cómo responsabilizarse sobre sí mismo.
Hay que tener en cuenta que el hecho de que se le vayan asignado tareas pequeñas y sencillas, no implica necesariamente que ellos las vaya a asumir instantáneamente. Los padres deberán seguir pacientemente animándolos a cumplir con esas responsabilidades, recordárselas, hacer un seguimiento de todo el proceso y reforzarlo cuando lo cumpla.
Cuando se trata de niños con padecimientos crónicos, es muy importante que desde pequeños aprendan a conocer su enfermedad, para que ya en la adolescencia, cuando pasan mucho tiempo alejados de los padres, sean capaces de tomar decisiones acertadas ante algún incidente que así lo requiera, e incluso, que sean capaces de darle al personal de salud la información necesaria aún en ausencia de los mayores.
Una buena práctica es explicarles con detalles aspectos de su padecimiento o algún tema de salud en especial, en un lenguaje que ellos puedan entender, y pedirles luego que ellos mismos se lo vuelvan a explicar a sus padres, utilizando sus propias palabras. Esto se puede comenzar a hacer desde los 12 años.
También se les puede permitir interactuar con el profesional de la salud, sin la presencia cercana de los padres, para crear una relación médico-paciente de confianza pues hay temas que ellos se avergüenzan de abordar delante de ellos. Los médicos y enfermeras de la atención primaria pueden ser de gran ayuda en este proceso.
Otro aspecto importante, es explicarles cual medicina deben tomar en cada caso y el por qué, así como conocer cuales no. Los adolescentes con tratamiento permanente debe aprender a cumplir con este al pie de la letra y estar al tanto de cualquier reacción adversa o algún cambio en su salud.
Es bueno también que niños y adolescentes porten y dominen la información de a quién contactar y cómo, en caso de que sus padres no estén localizables. Igualmente, deben saber como contactar al médico de cabecera o algún profesional de la salud amigo de la familia para el caso que sea necesario.
De cualquier forma y siempre que sea posible, hacer participar a los hijos en las decisiones relacionadas con su asistencia médica es una de las tantas maneras de ayudarlos a madurar. Aunque es posible que esto le exija a los padres esfuerzo y paciencia adicional en un principio, de esta forma los adolescentes se volverán más independiente y seguros en cuanto a su atención de salud.
Fuente: KidsHealth. Dar voz a los adolescentes en las decisiones relacionadas con su asistencia sanitaria
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