La traducción ingresa en la Academia
Aunque la noticia es de dos años atrás, por su importancia queremos compartirla con quienes no la conozcan, y saludar así el Día Internacional de la Traducción, ocasión para reconocer la labor de todos los que se dedican con amor a esta actividad.
Hace algunos años, en un encuentro de traductores, una colega expresó que no se haría justicia al traductor hasta que alguien del gremio alcanzara el Premio Nobel de Literatura sólo por su trabajo de traducción. Al Nobel no hemos llegado, pero sí a la Real Academia Española, en la persona del traductor Miguel Sáenz, quien fue admitido el 22 de junio de 2013 como académico de número en la RAE. “La traducción ingresa en la Academia”, fue uno de los titulares de la prensa respecto al hecho, que indudablemente ennoblece nuestra profesión.
Olga Sánchez Guevara
“Un libro traducido es como un cadáver mutilado por un coche hasta quedar irreconocible. Se puede buscar los pedazos pero ya no sirve de nada”, opinaba Thomas Bernhard. Debió citarle con regocijo Sáenz, traductor al español de una treintena de títulos de Bernhard desde que se estrenó en 1978 con Trastorno. Es posible que Bernhard pensara que Sáenz conducía razonablemente sus coches literarios ya que en 1989 le telefoneó para conocerle, una cita truncada por su muerte. Para entonces Sáenz ya había recibido premios por traducciones de obras como “El rodaballo”, de Günter Grass, o “La historia interminable”, de Michael Ende. Y tal vez ya habría escuchado a más de uno la comparación que ayer arrancó risas: «Ha habido quien ha afirmado que traducción y prostitución son una misma cosa, porque consisten en hacer por dinero lo que se debiera hacer por amor».
El hombre —militar, jurista, filólogo, políglota— que ayer entró en la RAE es el artífice de versiones en español de las creaciones en alemán más sobresalientes (Goethe, Sebald, Wolf, Brecht, Kafka, Roth, Sebald, Jelinek…) y de algunas en inglés (Conrad, Rushdie, Faulkner, Dahl…). Y pese a dominar por igual teoría y práctica, Sáenz confesó que “nunca tendremos una teoría de la traducción que valga para todo y para todos”. Entre los extremos, Walter Benjamin, para quien “una obra literaria es esa obra más sus traducciones”, y Vladímir Nabokov, que tardó más de cinco años en traducir “Eugenio Oneguin”, de Pushkin, por su defensa de la fidelidad: «Su trabajo es un trabajo de eslavista para eslavos; casi se podría decir de esclavista para esclavos».
El encargado de responder a Sáenz fue su compañero de la etapa de lectores en la editorial Alfaguara, el académico y escritor Luis Goytisolo, quien dijo que las traducciones de Sáenz “son una verdadera recreación de obras con frecuencia difíciles, en las que consigue trasladar al lector español la misma emoción que despierta en el lector del texto original”.
Fragmentos tomados de: http://cultura.elpais.com/cultura/2013/06/23/actualidad/1372015147_039740.html
En: Día Internacional de la Traducción. Publicado el sep 25th, 2015.
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