COVID-19: Después del contagio… las secuelas

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Ansiedad, depresión, trastornos de adaptación, astenia, síndrome de fatiga crónica y dolores musculares constituyen algunas de las secuelas que padecen los convalecientes de la COVID-19 tras recibir el alta, descritas por científicos de Cuba luego varias investigaciones.

Zoraima Águila Rodríguez, enfermera de 54 años y residente en el municipio montañoso de Cumanayagua, en la provincia de Cienfuegos, es una de los miles de afectados por la COVID-19 que presentó manifestaciones como dolores en la espalda y los huesos, falta de apetito y alteraciones del sueño, entre otras.

La especialista en atención comunitaria del consultorio del médico de la familia #3, expresó a la Agencia Cubana de Noticias que en las mañanas se siente bien, pero cuando pasa el mediodía comienza el decaimiento y las molestias en las piernas, subir las escaleras de la casa le cuesta trabajo.

Abundó que a raíz del contagio con la COVID-19 le realizaron un electro y le encontraron un bloqueo de rama derecha, por lo cual le comenzaron a hacer estudios cardiovasculares; asimismo, presentó inflamación en el hígado.

Explicó que fue contacto de una paciente confirmada, le tomaron muestras para PCR (reacción en cadena de la polimerasa) al quinto día y resultó positiva, por este motivo la trasladaron al hospital militar Mario Muñoz Monroy, de Matanzas, donde permaneció asintomática por ocho días.

Estar infectada con el SARS CoV-2, causante de la COVID-19, y lejos de sus seres queridos también dejó efectos sicológicos a esta enfermera.

La preocupación por la familia, sobre todo por mi nieta, no me dejaba descansar, me quedaba dormida y a la media hora ya estaba despierta, ese hecho todavía persiste, afirmó Águila Rodríguez.

Además, agregó, estaba estresada y solo pensaba en la posibilidad de haber contagiado a alguien más ya que por esos días atendí cerca de 10 pacientes vulnerables como encamados, operados, y uno en estado terminal, más los de la consulta diaria.

Refirió que en su casa tomó todas las medidas, se quitaba el nasobuco exclusivamente para bañarse y comer, al tiempo que fregaba sus cubiertos de forma independiente y dormía en un cuarto aislado, gracias a esas precauciones ninguno de sus convivientes enfermó.

A pesar de que la “seño” Zoraima no presentó síntomas ni cursó las formas graves de la enfermedad, actualmente no puede desempeñar sus funciones del mismo modo en que lo hacía antes, puesto que hacer cualquier esfuerzo la cansa, por eso ve con asombro cómo disminuye la percepción de riesgo en la población.

Algunas personas se han sensibilizado y saben lo difícil que es pasar el virus, pero hay otros sin usar la mascarilla, vas a una cola y están todos amontonados, la gente todavía no sabe que esa patología mata o te deja muchas consecuencias negativas, comentó.

Por esa razón exhortó a respetar las normas de higiene contra la COVID-19, a usar correctamente el nasobuco, a lavarse las manos con agua y jabón o usar soluciones hidroalcohólicas, y a respetar el distanciamiento físico y social.

Tomado de: ACN – 6 abril 2021

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