La tuberculosis en Cuba

La lucha antituberculosa surgió oficialmente en nuestro país a partir de 1890, cuando surge en Santiago de Cuba la primera Liga Antituberculosa, aunque ésta tuvo un carácter privado. Con la fundación de la República en 1902 y la reorganización de los servicios públicos de sanidad y su rama de tuberculosis es que de alguna forma el gobierno interviene en la lucha contra este mal.

En este siglo continúa la acción de las instituciones privadas y de caridad. Se funda el Consejo Nacional de Tuberculosis (1936) con planes muy ambiciosos, pero desgraciadamente en el período que analizamos la lucha contra esta enfermedad fue insuficiente, en muchos momentos por escasa ayuda oficial y económica, que llevó hasta la supresión de ésta y en otras por malos manejos de las personas que estaban al frente de ella.

A pesar de ello se construyeron dispensarios en todas las capitales provinciales y ciudades importantes; también, los hospitales sanatorios “La Esperanza”, “Lebredo” , “Ángel Aballí”, “Ambrosio Grillo” y el de Topes de Collantes. Pero debemos destacar que a pesar de todo, en el campo de la lucha antituberculosa se hizo más en nuestro país que en la lucha contra cualquier otra enfermedad.

En los primeros meses de 1959 se efectuaron importantes y sustanciales cambios en el antiguo Ministerio de Salubridad y Asistencia Social, posteriormente surgió el MINSAP y uno de sus principales cambios fue en las políticas y estrategias de sus esfuerzos de trabajo, que comenzaron a dirigirse hacia la prevención de enfermedades, junto con el crecimiento de los servicios médicos, su extensión a todo el país paulatinamente, (según lo permitieran las condiciones concretas) y la asistencia médica gratuita a toda la población necesitada.

En esa etapa se infería que el problema de la TB en Cuba era grave, pero la información disponible, limitada y poco confiable, no permitía elaborar un cuadro de la verdadera magnitud de la situación.

En 1961 se realizó el primer análisis de la situación de la tuberculosis expuesto por los doctores Aldereguía Lima y Luis Pascual Gispert. En esos momentos se reconoció la gran importancia de las personas excretoras de bacilos como índice epidemiológico, así como el de los niños reactores a la prueba tuberculínica.

Fue necesario emplear como indicador la frecuencia de imágenes radiográficas significativas, lo que ya al final de la década del 1960 no se tomaba en cuenta como indicador epidemiológico.

Se usaron entonces los índices de prevalencia de infección y tasas de mortalidad e incidencias para tener una idea de la magnitud del problema. Se reconocía desde mucho tiempo antes que la prevalencia de la infección es el parámetro más importante para demostrar el grado de exposición al bacilo. En 1961 se estimó una tasa de prevalencia de la tuberculosis activa bacilífera de 0,7 %. Hasta ese momento no se habían ejecutado encuestas adecuadas para determinar la prevalencia en el país.

Cuando se organizaron los registros de los pacientes inscritos y tratados en los 25 dispensarios del país y se estableció el Sistema de Notificación de Enfermedades de Declaración Obligatoria, que incluía a la tuberculosis, se pudieron establecer cifras del número de enfermos que estaban activos en ese momento, en todo el territorio nacional.

En 1964 se inició una intensa búsqueda de casos a través del examen fotorradiográfico que logró en 1965 sobrepasar el número de un millón de exámenes. Ese año se reportó una tasa de prevalencia de 0,3 % dada por los casos conocidos de la enfermedad. Se incluían los casos registrados y se admitieron también los que no tenían confirmación bacteriológica.

Esta fue la situación con la que se enfrentaron los especialistas del Minsap, que desde el Departamento de Tuberculosis y de la Dirección de Epidemiología, diseñaron y aplicaron el primer Programa de Control contra la Tuberculosis, a finales de 1963.

En 1959 tras el triunfo de la Revolución se reestructuró el antiguo Ministerio de Salubridad y Asistencia Social, llamándose Ministerio de Salubridad y Asistencia Hospitalaria, en 1960 cambió su nombre a Ministerio de Salud Pública y una de las tareas iniciales fue organizar la lucha contra la TB, enfermedad de origen social que afectaba profundamente a la población. En Cuba, al frente de estas tareas se nombró a un especialista muy ligado a la enfermedad y a la lucha social, desde las primeras décadas del siglo XX: el doctor Gustavo Aldereguía Lima, como director del Departamento de Tisiología y su Comisión Nacional, dentro de la subsecretaria de Asistencia Médica.

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