Historia de la TB

La tuberculosisi (TB) es una infección bacteriana crónica causada por Mycobacterium tuberculosis. Habitualmente la enfermedad se localiza en los pulmones, pero puede afectar prácticamente a cualquier órgano del cuerpo humano. Su historia es un tema apasionante pues en pocas enfermedades es posible documentar su estrecha relación con la historia de la propia humanidad como en ella: existen evidencias paleológicas de tuberculosis vertebral en restos neolíticos precolombinos, así como en momias egipcias, que datan aproximadamente del año 2400 a.C.

La asociación entre tuberculosis y el hombre precede a la historia escrita. Fue descubierta en momias pertenecientes a la predinastía egipcia (3500- 2650 a.c.) y en restos humanos ubicados en Suecia e Italia que datan del período Neolítico. En Europa, durante los siglos XVII y XVIII, una de cada cuatro muertes es secundaria a esta enfermedad, siendo en el siglo XIX la primera causa de mortalidad en los Estados Unidos.

Hipócrates, Padre de la Medicina, en el siglo V a.C. designa la palabra “tisis” que quiere decir consunción, y describe “la fascie hipocrática”, “el temperamento héctico” y la fiebre vespertina o “fiebre héctica”. La define como la enfermedad “más grave de todas, la de curación más difícil y la más fatal”.

Otro aspecto recogido por la literatura es la labor del médico Celio Aureliano (IV-V d.C.) quien realiza la descripción de la forma pulmonar de la TB y plantea: “Hay una fiebre latente, que por lo general comienza a finales del día y se alivia con la llegada del nuevo día; se acompaña de mucha tos, con descarga de esputos icorosos”.

Figuras relevantes a través de la historia de la humanidad pagan con su vida el precio de esta enfermedad. Se hace referencia al rey de Francia Carlos IX en la Edad Media que fallece por empiema y Tuberculosis Pulmonar.

En época más reciente, otra víctima de la enfermedad: Alfonsina Plessis, queda inmortalizada con la obra La Dama de las Camelias. Y así la historia recoge nombres de grandes músicos, poetas, como el español Gustavo Adolfo Bécquer, luchadores por la independencia como el gran libertador de las Américas, Simón Bolívar.

La TB a lo largo del desarrollo humano está presente y causa innumerables muertes y el hombre, por su parte, señala la historia con eventos transcendentales en su afán de conocerla y combatirla.

La literatura expone la labor de Teófilo Jacinto Laënnec en el siglo XIX, quien atendía a los tísicos y hacía las autopsias de los que morían. Se comenta en la literatura cómo este médico establece una cuidadosa correlación anátomo-clínica que permite que enfermedades vistas hasta el momento como diferentes, fueran consideradas como distintas formas o localizaciones de la tuberculosis. Establece además las bases de la auscultación pulmonar y como precio a su dedicación, muere de esta enfermedad infecciosa. Décadas después, Schonlein da el nombre actual de tuberculosis.

En 1865, Jean A. Villemin demuestra que es inoculable, lo que resulta trascendental en el conocimiento de la misma. Otro aspecto que refleja la literatura es el surgimiento de los primeros sanatorios, vinculado a esto aparece una figura relevante, Hermann Brehmer, quien en 1854 presenta su disertación médica y expone que la tuberculosis es una enfermedad curable, donde una adecuada alimentación y la existencia de ambientes frescos son aspectos fundamentales.

Un impacto científico importante lo constituye el descubrimiento del Mycobacterium tuberculosis. El 24 de marzo de 1882, en Alemania, el científico Robert Koch describe el agente patógeno de esta enfermedad infecciosa. Su descubrimiento lo hace público en un discurso pronunciado en el Instituto de Higiene, en Berlín. Por este motivo recibe en 1905 el Premio Nobel.

Otro aspecto que revela la lucha del hombre contra esta enfermedad, es la celebración en 1899 del “Primer Congreso Internacional de Tuberculosis”, en Berlín.

Con posterioridad al descubrimiento del bacilo, Carlos Forlanini introduce el método del neumotórax artificial en el tratamiento de la enfermedad en 1892 y en 1902 se crea, en Edimburgo, el primer Dispensario Antituberculoso por Robert Phillip, seguido por Calmette que inaugura el primer Dispensario francés en Lille.

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