La tuberculosis en Cuba

La Liga Antituberculosa era una sociedad privada. En 1903 consiguió que en el Hospital No. 1 se dedicaran 4 pabellones a enfermos de tuberculosis, que llevaron el nombre de “Doctor Tomay”; erigió también un dispensario propio dirigido por el doctor Jorge Luis Ferrer; en 1906 surge la Delegación de Cienfuegos y se funda un dispensario en Guanabacoa y otro en La Habana.

Fue por intervención de la Liga que el Coronel Valeri Havard, Jefe de Sanidad del Gobierno Interventor Militar Norteamericano, decidió la construcción del Sanatorio “La Esperanza”, con una capacidad de 60 camas (el Decreto 583 concedió el crédito para su construcción en la finca “La Asunción” el 22 de mayo de 1907, el primer paciente ingresó en 1908), y su primer director fue el doctor Juan Pons. La Liga desarrolló una obra de propaganda, fundó el Boletín de la Liga contra la Tuberculosis en Cuba, primera revista especializada del país en este tema, con periocidad mensual. Aprovechando también la representación que tenía en la Junta Superior de Sanidad, presentó proyectos e informes dirigidos a mejorar y ampliar la organización de los servicios de tuberculosis.

Tanto los trabajos del Departamento de Sanidad como los de la Liga, a finales de la primera década de este siglo, eran deficientes. Cuando la Liga dejó de tener protección oficial, sus trabajos no tuvieron la misma eficacia por falta de recursos.

En esa época existían otras sociedades de caridad privadas, pero de mayor radio de acción; entre ellas se destacó La Casa del Pobre, dirigida por el doctor Manuel Delfín Zamora, pero de acción benéfica muy limitada.

En todo este período faltó un trabajo de propaganda eficaz.

En Santiago de Cuba, las actividades de la Liga Antituberculosa que habían recesado por motivos de la guerra de independencia, ya a principios de este siglo, siendo presidente del Consejo Provincial el doctor Ambrosio Grillo Portuondo, reanudó sus labores y comenzó de nuevo la lucha con la colaboración de los doctores Lorenzo Comas Martínez, José Guadalupe Castellanos, César Cruz Bustillo, Faustino Manduley, Evaristo del Campo, Luis Manuel Zalazar Veranes y Ricardo Navarro.

Estaba de moda el diagnóstico confirmado de la tuberculosis por la presencia del bacilo de Koch en los esputos, pero en Santiago de Cuba no había un laboratorio para hacer estas investigaciones. El Consejo Provincial propuso una beca que obtuvo el doctor Lorenzo Comas quien se trasladaría a París a estudiar estas técnicas, además de otorgar un crédito con el fin de establecer e importar el equipo necesario para el laboratorio en esta ciudad, para conformar el diagnóstico de los casos clínicamente sospechosos.

En este período inicial del siglo el servicio público de tuberculosis corresponde al Departamento de Sanidad y está a cargo de una sección de éste bajo la dirección de un jefe médico que tiene el despacho de la oficina y la inspección de todos los servicios. Se llevaba el censo de tuberculosis de La Habana con los partes obligatorios de casos nuevos y defunciones dadas por médicos y se disponía de la desinfección en casos de muerte y cambios de domicilio.

Corre a cambio del Negociado la inspección de los talleres de tabaquería practicada por un médico, los servicios del dispensario que dispone de un médico director y 2 de consulta e inspectores y el sanatorio popular, con un médico que es a la vez director y médico interno.

Pero a pesar de esta estructura y de los avances de la lucha antituberculosa, hacia 1910 el trabajo era deficiente ya que el gobierno no aportaba el crédito necesario para los amplios y constantes recursos que estas dependencias necesitaban, además, no estaban organizados convenientemente.

En 1926 se fundó la sección de tuberculosis de la Secretaría de Sanidad y Beneficiencia. Algún tiempo antes se había creado la Cátedra de Patología Clínica e Higiene Terapéutica de las Enfermedades Tuberculosas en la Facultad de Medicina de la Universidad de La Habana, gracias a las gestiones del doctor Eugenio Albo Cabrera y puesta en vigor por el plan de estudios de 1924.

En 1928 a iniciativa del Secretario de Sanidad y Beneficiencia, doctor Francisco María Fernández Hernández, se forma el Patronato Nacional contra la Tuberculosis.

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