Una mirada a la COVID-19 persistente
La COVID-19 persistente existe y es un problema de salud pública. La Red Española de Investigación en COVID-19 Persistente (REiCOP) indicó que alrededor de 10 % de las personas que tuvieron COVID-19 puede padecer síntomas persistentes después de las 12 semanas tras la infección, los cuales se mantienen durante al menos dos meses y no se explican por ninguna otra patología.
De acuerdo con una encuesta en línea realizada por el Grupo de Estudio para el Diagnóstico y Tratamiento de COVID-19 en México, las manifestaciones esenciales de COVID-19 persistente aparecen a niveles neurológico, psiquiátrico, cardiovascular, pulmonar, gastrointestinal y musculoesquelético. El principal factor de riesgo identificado es la tríada de diabetes, hipertensión arterial sistémica y obesidad.
En la encuesta 97 % de los participantes informó la persistencia de síntomas neuropsiquiátricos posteriores a la resolución del cuadro agudo, como fatiga o debilidad (75,9 %), ansiedad y nerviosismo (65,5 %), problemas de memoria (65,3 %), cefalea (56,7 %), falta de concentración (55,7 %) y depresión o tristeza (55,2 %). Además, 82,8 % reportó persistencia de síntomas cardiovasculares (palpitaciones), 71,4 % síntomas pulmonares (tos persistente), 79,8 % síntomas gastrointestinales (dolor abdominal) y 49,8 % síntomas musculoesqueléticos (artralgia).
Un estudio dirigido por investigadores de la Columbia University, en Nueva York, Estados Unidos, determinó que las mujeres y las personas con antecedentes de infarto agudo de miocardio o ictus tienen mayor riesgo de desarrollar COVID-19 persistente. Asimismo, los investigadores observaron que el SARS-CoV-2 puede ocasionar enfermedades cardiovasculares de nueva aparición, ya que ambas afecciones están íntimamente relacionadas.
Vea el texto completo en: Una mirada a la COVID-19 persistente – Medscape – 20 de enero de 2025 (debe registrarse en el sitio web).
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