La investigación y el espectro de patologías susceptibles de ser tratadas con terapias de células madre medulares ha evolucionado en pocos meses. Además de tratar y mejorar el mal de Parkinson, la diabetes y algunos tipos de artritis, en el último año ha demostrado su efectividad en el tratamiento de pacientes con enfermedades neurodegenerativas como la enfermedad de Alzheimer.
Asegura el médico Orlando Sánchez Golding, quien ha desarrollado la terapia de células madre medulares en Venezuela y director de Unimed, que 90% de pacientes afectados con Alzheimer, que se someten a la terapia de células madre de origen medular, logran revertir algunos efectos de esta enfermedad, como la desmemoria y la pérdida de la noción de tiempo, espacio y personas.
“De ellos, 50% logran una recuperación tan avanzada que es necesario recomendar psicoterapia paralela a familiares y pacientes, porque despiertan a una realidad que no es la que dejaron. En ocasiones, pueden tener cinco años enfermos y al recuperarse, encuentran que tienen, por ejemplo, nuevos nietos, que algún hijo ya no vive en la casa o que se mudaron”, asegura Sánchez Golding.
Los 10% de los pacientes que logran escasos avances se deben, según los análisis de Sánchez Golding, a que “incumplen con las recomendaciones posterapéuticas, que consiste en mantener hábitos de vida saludables y una nutrición con alimentos que ayuden a las células madre a cumplir su función”. Estas recomendaciones, dice el especialista, son válidas para todas las patologías que mejoran con el tratamiento celular.
“Esta terapia mejora sustancialmente a enfermos con diabetes, mal de Parkinson, hipertensión, trastornos metabólicos, psoriasis, secuelas de ACV, artritis, artrosis, algunos tipos de úlceras y osteoporosis. En esclerosis múltiple, detiene la progresión violenta y modula la respuesta inmunológica. Hasta los momentos no debe aplicarse para enfermedades oncológicas, porque aún no se ha probado su efectividad, pero es posible que en algún tiempo sí pueda utilizarse para algunos tipos de cáncer”, comenta Sánchez Golding.
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GEOFFREY ROBB, Otorrinolaringólogo y cirujano plástico en el centro MD Anderson de Houston, en Texas, es uno de los líderes mundiales en reconstrucción mamaria.
MARÍA VALERIO-16 de Julio de 2009-EL MUNDO Geoffrey Robb es uno de los líderes en la cirugía de reconstrucción de la mama, una cuestión que va más allá de la estética en las mujeres con cáncer. Su último empeño es utilizar tejidos de la propia paciente para lograr un mejor resultado. Pregunta.- ¿Cuáles son los últimos avances para reconstruir el pecho tras una mastectomía? Respuesta.- Estamos intentando utilizar tejido de la propia paciente, empleando piel y grasa abdominal. Hace unos años, se implantaba también músculo del abdomen, pero, en la última década, estamos aprendiendo a separar estos músculos, apartarlos sin dañarlos y quedarnos sólo con la vasculatura, la piel y el tejido graso. Porque al quitar la musculatura teníamos cierto riesgo de provocar deformidades, o una hernia, y cierta debilidad en esa zona. P.- ¿Qué ventajas tiene utilizar tejidos propios en lugar de implantes artificiales? R.- La mayoría de mujeres en todo el mundo prefiere tener un pecho de su propio tejido, porque [este material] es el mejor sustituto al tejido natural. Virtualmente va a ser idéntico, va a tener un tacto y una apariencia idéntica a los de la mama original. Eso es lo que quieren y también es más fácil obtener simetría con respecto al otro pecho sano. P.- ¿Esta técnica es válida tanto para mastectomías radicales como para cirugías conservadoras? R.- Algunos cirujanos también emplean el tejido abdominal cuando quieren reconstruir la mama después de una tumorectomía o cuadrantectomía [que consiste en extirpar sólo la porción del pecho donde está el tumor]. Sin embargo, yo soy partidario de ‘reservar’ esta fuente para las mastectomías radicales [extirpación completa de la glándula mamaria], porque, si ya lo has utilizado para una reconstrucción parcial y la mujer vuelve a sufrir una recaída en unos años, puedes necesitarlo. Otras zonas de donde se puede extraer tejido propio con este fin son la nalga o la cara interna del muslo. P.- ¿Se está trabajando también con células madre en este campo de la reconstrucción? R.- Sí, todo el mundo está tratando de comprobar si son seguras, si su uso no va a causar problemas. Aunque sabemos que no aumentan el riesgo de cáncer, uno de los riesgos que sí estamos viendo es que los implantes de grasa (donde hay tanto células madre como adipocitos ya diferenciados) pueden causar calcificaciones en la mama. Y aunque, en general, un radiólogo puede ver la diferencia entre estas células grasas, que no son capaces de sobrevivir en la mama y se calcifican, o una microcalcificación natural [un posible indicador precoz del cáncer de mama], a veces es necesario hacer una biopsia para confirmarlo. Así que hay que tener cuidado y los cirujanos deben actuar con responsabilidad. P.- ¿Y están tratando de separar y cultivar las células madre propiamente dichas para implantarlas solas? R.- Sí, se está haciendo en el campo de la investigación, tratando de cultivar y expandir esa población de células madre que hay en la grasa, mezcladas con otras ya diferenciadas. Hoy por hoy, no sabemos con seguridad quién está ‘haciendo el trabajo’, si son ellas o son las células de la grasa propiamente dichas. La investigación nos está dando cada día más evidencias concluyentes de que se trata de las células madre, pero es posible que se deba a su combinación con las ordinarias. Por eso tenemos que vigilar estrechamente y documentar bien la evolución de la mama. P.- ¿Estas técnicas supondrán el final de los implantes artificiales? R.- Desde luego creo que en el futuro veremos un menor uso de estas prótesis. Usaremos implantes más pequeños o bien recurriremos a ellos en aquellos casos en los que no haya sido posible hacer un autotrasplante con tejido de la propia paciente. Por ahora, tanto la investigación como la experiencia clínica nos están demostrando que el uso de tejido propio es seguro y no plantea problemas de rechazo. |
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Los expertos que trabajan con células madre solicitaron paciencia a la comunidad internacional, expectante por saber cuándo podrán desarrollar las pruebas clínicas basadas en los avances de la terapia celular, ante la constatación de que quedan muchos interrogantes por responder.
Esta es una de las conclusiones que se desprende del intercambio de información entre 3000 científicos de todo el mundo, especialistas en células madres, que se dieron cita en la ciudad española de Barcelona en el marco del VII Congreso Internacional de Células Madre, que por primera vez se celebró en Europa.
Algunos de los principales investigadores en este ámbito se mostraron cautos en una rueda de prensa a la hora de predecir cuándo podrán realizarse las primeras pruebas clínicas avaladas por la comunidad científica, pese a admitir que el optimismo respecto al futuro de esta nueva práctica médica está justificado.
George Q. Daley, director del Programa de Trasplante de Células Madre del Hospital Infantil de Boston (Estadios Unidos), aseguró que hay que “entender cómo se establece la diferenciación entre las células” y destacó que los científicos se encuentran “con muchas barreras para seguir avanzando”. “Nadie ha elaborado células preparadas para poder ser trasplantadas. Necesitamos mejorar mucho nuestro conocimiento”, subrayó.
Alison Murdoch, profesora de Medicina Reproductiva y responsable del Centro de Fertilidad de Newcastle, en Reino Unido, alertó del peligro de precipitar la etapa de las pruebas clínicas por presiones ajenas al trabajo científico. “Lo peor que podría pasar es que un paciente muriese en una prueba clínica por haber ido demasiado rápido. Lo más importante es no precipitarse, aunque algunos países lo han hecho”, apuntó.
En el mismo sentido se pronunció Kevin Eggan, profesor asistente de la Universidad de Harvard (Estados Unidos), quien aseguró que “el camino más rápido es siempre el más seguro y racional”, además subrayó que los enfermos deben estar informados sobre los “tempos” de la práctica científica para no frustrarlos.
Los expertos admitieron que muchos enfermos, en especial de enfermedades incurables y sin tratamiento como la enfermedad de Huntington y la enfermedad de Parkinson, han puesto sus esperanzas en las terapias celulares. El periodista británico Charles Sabine, que sufre un trastorno genético que provoca la enfermedad de Huntington y actuó como portavoz de los enfermos, enfatizó en la necesidad de que los científicos no se dejen arrastrar por debates éticos y que se concentren en decidir “qué es seguro y qué no”.
El VII Congreso Internacional de Células Madre desarrolló 39 presentaciones en plenarios, de las que cinco fueron de España.
Fuente: Barcelona, España, julio 10/2009 (EFE)
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Identifican un grupo de células cardiovasculares que dan lugar a las principales células del corazón
Según los autores del descubrimiento, estas células pueden cultivarse en el laboratorio y podrían fomentar el conocimiento sobre el desarrollo y las enfermedades cardiovasculares así como ser útiles en la medicina regenerativa cardiovascular.
Las células progenitoras, aisladas de corazones fetales humanos, pueden dar lugar a células musculares cardiacas estriadas y del músculo liso así como a células endoteliales.
Los científicos, dirigidos por Kenneth Chien, utilizaron dos métodos independientes, transgénico y dirigido a los genes, en líneas de células madre embrionarias humanas para mostrar que las poblaciones purificadas de estas células pueden autorenovarse y expandirse antes de la diferenciación en tipos de células más maduras.
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Researchers in Massachusetts have identified the earliest master human heart stem cell from human embryonic stem cells – ISL1+ progenitors – that give rise to a family of cells that form the essential portions of the human heart.The discovery, by Harvard Stem Cell Institute researchers at Massachusetts General Hospital led by Kenneth Chien, is particularly important because the cells were found in regions of the heart known as hot spots for congenital heart disease.
These latest findings build upon and expand earlier work by Chien’s team and others in mice.
What is truly groundbreaking about the study, and has enormous implications in terms of the future treatment of heart disease, said Chien, is that “the study provides a new way of understanding heart disease at it appears in children and in adults. Congenital heart disease is the most common birth defect in children worldwide, and the studies imply that congenital heart disease could be a stem cell disease.”
A number of congenital cardiac diseases appear to begin in these cells, and genes that affect the cells are known to cause heart disease in children, he added.
By identifying and manipulating the pathways along which these cells grow and differentiate, Chien said, researchers might be able to influence congenital heart disease significantly, converting severe forms of the disease to those with a better prognosis.
In adult heart disease, the major cause of morbidity is heart failure, where the implantation of human heart progenitors such as these might prove more therapeutically valuable than already differentiated heart muscle cells.
“When people think of cardiovascular regenerative medicine, they think of end stage heart failure and humans needing a transplant,” said Chien, who is director of both HSCI’s Cardiovascular Disease Program and the MGH Cardiovascular Research Center. “This study has importance for both this adult form of heart disease as well as those in children, where understanding how embryonic heart stem cells build the heart may ultimately impact therapy.”
“This is a wonderful and important study for several reasons,” said Doug Melton, co-director of HSCI. “Finding a cell that can make all the parts of the heart, including the contracting muscle, the smooth muscle and the vessels, brings us much closer to the possibility of repairing human hearts with new cells. In addition, this human progenitor cell will likely become the standard starting point for all researchers to aiming to investigate human heart development and genetic diseases of the cardiovascular system.”
Because these cardiac progenitor cells are extremely rare in the adult heart, the researchers don’t believe they play a role in the regeneration of the fully developed adult organ.
However, researchers do believe these cells have a potential role in the fetal and immediate post-natal heart to prevent congenital heart disease.
Chien’s group was particularly focused on answering the question of how the human heart expands from its small fetal size to its adult-form dimensions. “The human heart at birth is more than a thousand times bigger than the adult mouse heart, yet the size of the initial embryos are close in size. Humans are just a heck of a lot bigger than mice, and every organ is bigger. How is that achieved?”
There are two possible answers to the question:
– The first is that various independent cell lineages give rise to each of the heart structures. “The pacemaker, the valves, all these things arise, and then those cells replicate, and that replication accounts for the marked expansion,” Chien said.
– Or, the answer might be what Chien calls “a stem cell paradigm, in which a single form of progenitor cells replicate, and massively expand the pool of heart cell precursors, and then differentiate into the different structures. “The way that you could distinguish between those two possibilities,” he said, “is by looking for large numbers of those progenitors at a later stage of human cardiogenesis [in contrast with what you see in the mouse].”
To identify and track the fate of human embryonic-stem-cell-derived ISL1+ progenitors, Chien and his team genetically tagged a human embryonic stem cell line.
The researchers were then astonished that when they looked at the developing tissue they observed a heart “loaded” with progenitor ISL1+ stem cells. The biggest concentration of them was observed at a location associated with congenital heart disease, particularly in the outflow track, the aorta.
The team observed not only a large number of progenitor ISL1+ stem cells, but also distinctive intermediate cell types that give rise to all of the components of the heart.
“A stem-cell-mediated process clearly exists for expansion of the human heart, particularly in regions that are affected by congenital heart disease,” which Chen and his colleagues believe implicates heart ILS1+ stem cell progenitors in undergrowth or mal-growth of heart structures.
The team is studying three types of disease that affect children: Duchenne muscular dystrophy, specific chromosomal disorders such as DiGeorge and Down syndromes, and rare genetically based congenital heart diseases.
In each of these, Chien said, mouse models are not enough: “They are not likely to fully recapitulate the human disease.”
For Chien and his colleagues, this study also underscores the importance of continuing to use human embryonic stem (ES) cells in research, and not just induced pluripotent stem cells (iPS), which are created in the lab by forcing gene expression.
“Manipulating human ES cells genetically, by gene targeting, you can create human models of human disease directly in a simplified format, in human ES cells,” Chien said. “I think the iPS cells are going to be good for some diseases, but not all. I’m not sure they will be good for heart diseases.”
The heart cells that come out of iPS cells may not be as strong, he said.
“If you get iPS cells from a patient with congenital heart disease, what do you use as a control? Another patient?” Chien said, “The degree of variation in the iPS cell lines is significant. So how do you even compare this cell to itself? These are still early days for human heart iPS-derived cells.”
A renewable resource, ES cells may represent an alternative to adult cell-based therapy down the road, especially, said Chien, since the ability of most adult heart progenitor cells (as well as other non-heart adult cells such as bone marrow-, fat-, and endothelial-progenitor cells) to convert to authentic heart muscle over an extended period of time remains unclear.
The study was published July 1 in the journal Nature
Una terapia que utiliza células madre para reponer tejidos del corazón damnificados se ha mostrado eficiente como tratamiento auxiliar para combatir el Mal de Chagas, según una presentación hecha hoy por médicos brasileños en Río de Janeiro.
Los resultados de esta terapia, hasta ahora exitosos, fueron presentados durante el Simposio Internacional Conmemorativo del Descubrimiento del Mal de Chagas, que comenzó ayer en Río de Janeiro y se extenderá hasta el viernes.
Según el inmunólogo Ricardo Ribeiro dos Santos, investigador de la estatal brasileña Fundación Oswaldo Cruz (Fiocruz), el tratamiento experimental no ha sido 100 por ciento eficaz pero ha permitido reducir el nivel de gravedad de la enfermedad.
Las células madre fueron implantados este año en tejidos del corazón de 200 pacientes afectados por el Mal de Chagas y que ya sufren problemas cardíacos como consecuencia de la enfermedad.
La terapia está siendo experimentada como una alternativa al trasplante cardíaco, un procedimiento más delicado y que depende de la donación de un corazón con condiciones compatibles a las del paciente.
Según Dos Santos, en la mayoría de los pacientes que fueron sometidos a la terapia alternativa, el tratamiento permitió que los problemas cardíacos que estaban en los niveles 3 o 4 (los más avanzados) fueron retrocedidos hasta los niveles 1 y 2 (los menos graves).
En la investigación coordinadas por Dos Santos participan cerca de 16 instituciones brasileñas.
“Hicimos todo un trabajo experimental y constatamos que las células madre reducen la inflamación que existe en el corazón de los pacientes con Chagas,disminuyen la fibrosis, mejoran la función del corazón como bomba de sangre y mejoran los problemas que alteran los resultados del electrocardiograma”,explicó el investigador.
Según la Fiocruz, el 30 por ciento de los enfermos crónicos del Mal de Chagas sufre complicaciones cardíacas que provocan la muerte en hasta diez años.
“Los pacientes tienen conciencia que ese tipo de tratamiento no cura la enfermedad, pero que ofrece mejorías en la función cardíaca y en el estado clínico, con lo que aumenta el período de supervivencia y la calidad de vida”, afirma.
“En caso de que los resultados finales del experimento sean bastante positivos, este tipo de terapia podrá ser adoptada por el sistema de salud de Brasil y ofrecido a cerca de seis millones de personas”, agrega.
En el simposio internacional de Río de Janeiro serán presentados cerca de 300 trabajos sobre el Mal de Chagas, una enfermedad que, según la Organización Mundial de la Salud, afecta a cerca de 16 millones de personas en todo el mundo y provoca cerca de 14.000 muertes al año.
En Brasil, uno de los países que más ha avanzado en el desarrollo de tratamientos, hay 3 millones de personas ya infectadas, de las cuales 600.000 con complicaciones cardíacas o digestivas.
El simposio fue organizado para recordar al científico brasileño Carlos Chagas, que hace cien años descubrió que esta enfermedad es transmitida por el parásito Trypanosoma Cruzi a través de la picada del insecto conocido como chinche.
Transcurridos cien años de este descubrimiento aún no ha sido desarrollada ninguna vacuna que inmunice al ser humano de ese parásito ni una medicina para tratar la enfermedad con eficacia.
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“Las células madre de los embriones no son algo estático y tranquilo, como se pensaba hasta ahora, sino que vemos que el estado pluripotencial está dominado por fluctuaciones aleatorias y desorden”, explica Jordi García Ojalvo, que ha descubierto, en colaboración con investigadores de la Universidad de Cambridge, el circuito genético que gobierna el comportamiento de las células madre embrionarias. Este circuito es el responsable de que estas células estén siempre preparadas para poder convertirse en cualquier tipo de célula del organismo. A esteproceso se le denomina diferenciación y a la capacidad de transformarse en otros tipos de células se le denomina pluripotencialidad. “Hemos encontrado el circuito genético que gobierna este desorden y que hace que las células madre puedan responder de forma rápida y fiable a las señales que les indican en qué tipo de célula se deben convertir cuando el embrión se está desarrollando. Se trata de una manera completamente diferente de entender el estado de pluripotencialidad”, añade este investigador de la Universidad Politécnica de Cataluña en Terrassa.
En un artículo publicado en Plos Biology, los investigadores, liderados por Alfonso Martínez Arias, explican que han realizado los experimentos en ratones, para comprobar el modelo que han desarrollado del circuito genético, basado en que el desorden es una de las bases fundamentales en el funcionamiento de los seres vivos.
Lo que han encontrado es que siempre existe un subconjunto de células madre en situación de alerta, para reaccionar a las señales para la diferenciación. “Los embriones se deben desarrollar muy rápidamente, y las células madre tienen muy poco tiempo para transformarse en el tipo celular que les toque en cada momento y en cada posición. Además, lo deben hacer de una manera muy fiable y precisa, para no generar malformaciones”, asegura García Ojalvo. Él y el resto del equipo esperan que el descubrimiento, que consideran aplicable a células madre humanas, aumentará la capacidad de mantener en estado pluripotencial a las células madre embrionarias in vitro, y de inducir su transformación en todo tipo de tejidos celulares.
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- Un reciente informe mostraba que al menos 32 clínicas anunciaban curas con esta terapia
- Investigadores reunidos en Barcelona muestran su preocupación frente estos datos
- En el Congreso se han apuntado algunas soluciones para luchar contra este tipo de negocios
MADRID.- Los impresionantes avances en el campo de las células madre han permitido a los investigadores centrarse en muy poco tiempo en resolver la cuestión de cómo pasar de las pruebas de laboratorio a los ensayos con animales y, más adelante, con humanos. Sin embargo, este contexto ha generado un problema que la comunidad científica no sabe bien cómo resolver: el turismo médico.
Algunas terapias con células madre, como algunos tratamientos cutáneos u oculares, están mostrando eficacia dentro de ensayos clínicos multicéntricos. Otras, sólo han demostrado cierta eficacia en pequeños estudios y muchas apenas ha superado los exámenes del laboratorio. Esta circunstancia no reprime, sin embargo, el instinto lucrativo de algunos que no dudan en ofrecer curas milagrosas gracias a las células madre de dudosa eficacia.
“El problema es que hay muchos pacientes que están desesperados, que no tienen otra fuente de tratamiento, que deciden correr el riesgo de acudir a estas clínicas”, ha explicado Deepak Srivastava, director del Instituto Gladstone de Enfermedad Cardiovascular, durante una conferencia de prensa ofrecida por varios expertos en la materia durante la reunión anual de la Sociedad Internacional de Investigación con Células Madre (ISSCR) celebrada estos días en Barcelona.
El turismo de células madre “nos preocupa mucho”, ha expresado Edwin M. Horwitz, del Hospital Infantil de Filadelfia (Estados Unidos). “Por eso nos comprometemos a evitarlo y nos preguntamos qué podemos hacer para proteger a los pacientes”.
Ahora bien, ¿quién le pone puertas al campo? Existen varios problemas a la hora de controlar o regular este tipo de tratamientos. En primer lugar, los expertos desconocen la envergadura del fenómeno del turismo con células madre. Algunas revistas médicas han publicado con cuentagotas casos en los que un paciente ha sido víctima de un engaño y ha recibido una terapia inocua o, en el peor de los casos, nociva. Pero el volumen de información es escaso y poco fiable.
Los especialistas sólo reciben información de forma anecdótica de algunos de sus pacientes, no es posible realizar seguimiento alguno de aquellos que deciden someterse a estas terapias y las clínicas que los ofrecen no establecen retroalimentación, ni publican estadísticas. En ausencia de estos datos, es difícil tomar medidas, sentenciaban los expertos.
Posibles soluciones
Por otro lado, existe cierta confusión acerca de quién debe regular la investigación con células madre y cómo debe afrontar este fenómeno del turismo. “Las autoridades competentes no saben cómo tratar el problema. Los países no saben cómo avanzar en su regulación”, explica Anna Veiga, del Centro de Medicina Regenerativa de Barcelona. “Lo más importante –añade- es clarificar la situación”.
Los especialistas reunidos han coincidido en la dificultad de hacer desaparecer el turismo. Ni la ISSCR tiene competencia mundial para regularlo, ni la legislación de todos los países es la misma. El fondo de la cuestión, apuntan, no es una negativa categórica sino proporcionar a los pacientes la información y las herramientas necesarias para que ellos puedan tomar una buena decisión.
A través de guías clínicas, foros en los que cada individuo pueda referir sus experiencias, establecer preguntas básicas para hacer antes de someterse a una terapia de estas características… Pero también, “debemos avanzar rápidamente para poder ofrecer opciones terapéuticas a un mayor número de pacientes”. Así, menos personas optarían por prácticas no homologadas.
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