National Diet and Nutrition Survey – Assessment of dietary sodium in adults (aged 19 to 64 years) in England, 2011 (pdf = 480Kb).
Por: Katharine Sadler, Sonja Nicholson, Toni Steer, Valdeep Gill, Beverley Bates, Sarah
Tipping, Lorna Cox, Alison Lennox y Ann Prentice.
This survey was designed to provide data to establish progress towards meeting the Department of Health’s target to reduce the population average of dietary salt intakes to no more than 6g per day. The aim was to collect useable 24-hour urine samples from 600 respondents, representative of the population aged 19 to 64 years living in England in the second half of 2011. Urinary sodium excretion was used to estimate salt intake. Salt intake was calculated using the equation: 17.1 mmol of sodium = 1g salt and assumes all of the sodium was derived from salt.
Estudio sobre la sal por el Departamento de Salud de Londres.
Departamento de Salud de Londres ha publicado un estudio de consumo de sal en Inglaterra.
En pocas palabras, según la encuesta:
• La media de ingesta estimada de sal, derivado de la excreción urinaria de sodio, para los adultos de 19 a 64 años fue de 8,1 g por día. Los hombres tenían una ingesta media estimada de 9,3 g por día, y las mujeres tenían una ingesta media estimada de 6,8 g por día.
• En general, el 70% de los participantes tenían una ingesta diaria de sal superior a la recomendación de no más de 6 g por día. 80% de los hombres y el 58% de las mujeres supera esta recomendación.
• Un análisis de las tendencias en el consumo de sal (g al día), incluyendo todas las encuestas de sodio urinario llevadas a cabo en los países del Reino Unido entre 2000/01 y 2011, mostró una tendencia a la baja estadísticamente significativa en la ingesta de sal media general y también para los hombres y mujeres por separado.
• El análisis estadístico demostró que no ha habido una reducción estadísticamente significativa en el consumo de sal promedio entre 2000/01 y 2011 a partir de 9,5 g de 8,1 g por día.
• La caída en el consumo de sal estimado 2008 a 2011 (de 8,6 g de 8,1 g por día) no fue estadísticamente significativa.
Este trabajo se llevó a cabo como parte de la dieta de la Encuesta Nacional de Nutrición. Las muestras fueron recolectadas entre julio y diciembre de 2011.
(Fuente: Comunicación personal Dr. Pedro Orduñez-PAHO-)
La comida rápida es más salada en EE. UU. que en otros países
Las cadenas internacionales venden los mismos artículos en el extranjero, pero con menos sodio, halla un estudio.
Existen grandes diferencias en los niveles de sal de las comidas vendidas en los grandes restaurantes de comida rápida en Estados Unidos y en otros países desarrollados, señala un estudio reciente.
Los investigadores examinaron el contenido de sal de más de 2,100 artículos alimentarios de siete categorías, vendidos por Burger King, Domino’s Pizza, Kentucky Fried Chicken, McDonald’s, Pizza Hut y Subway en EE. UU., Canadá, Australia, Francia, Nueva Zelanda y Reino Unido.
Las categorías de alimentos incluían comida salada de desayuno, hamburguesas, productos de pollo, pizza, ensaladas, sándwiches y papas fritas.
El estudio halló que los niveles de sodio en alimentos similares variaban ampliamente entre los países, y la comida rápida de EE. UU. y Canadá contenía niveles mucho más altos de sodio que en Reino Unido y Francia.
Por ejemplo, los Chicken McNuggets de McDonald’s contenían 2.5 veces más sodio en Canadá que en Reino Unido. Una porción de 99 gramos (3.5 onzas) contenía 600 miligramos de sodio (1.5 gramos) de sal en Canadá, pero la misma porción contenía 240 miligramos de sodio (0.6 gramos de sal) en Reino Unido.
El estudio aparece en la edición del 16 de abril de la Revista de la Asociación Médica Canadiense (Canadian Medical Association), CMAJ.
“Las compañías canadienses afirman que han estado trabajando para reducir el sodio, pero el alto sodio de estos alimentos indica que los esfuerzos voluntarios no funcionan”, señalaron en un comunicado de prensa de la revista Norman Campbell, de la Universidad de Calgary, y colegas.
“Estos altos niveles indican el fracaso del método actual del gobierno, que deja la reducción de la sal exclusivamente en manos del sector”, lamentaron los investigadores. “Los programas de reducción de la sal deben guiar al sector, y supervisarlo con objetivos y metas en el tiempo para los alimentos, monitorización y evaluación, y medidas reguladoras más estrictas si los esfuerzos voluntarios y estructurados no resultan eficaces”.
Los altos niveles de sal en la dieta se han relacionado con hipertensión y otros efectos nocivos para la salud.
“Reducir la sal en la comida rápida parecería algo técnicamente factible, y es probable que produzca avances importantes en la salud de la población. Los niveles [promedio] de sal son altos, y estas comidas se consumen con frecuencia”, concluyeron los investigadores.
(Fuente: Canadian Medical Association Journal, news release, April 11, 201)
Reducir tres gramos de sal al día evitaría muchas muertes
Argentina es uno de los países con mayor riesgo de hipertensión arterial, debido a la gran cantidad de sal que se usa en el consumo diario y la que viene en los alimentos ya procesados.
En el marco de la Semana Mundial de la concientización sobre la sal, que culmina el próximo domingo, la filial Argentina de la Fundación Interamericana del Corazón lanzó una advertencia, sobre la necesidad de disminuir el consumo de sal, bajo el lema “Menos sal, menos presión arterial, menos riesgo de accidente cerebro-vascular (ACV)”.
“En Argentina, la hipertensión arterial es extremadamente frecuente, a tal punto que uno de cada cuatro argentinos es hipertenso y el consumo de sal promedio es exorbitante” aseguraron desde la entidad, donde indican que el consumo promedio en la Argentina es de 12 gramos diarios, cuando la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda reducir el consumo de sal a cinco gramos por día, equivalente a 2000 miligramos de sodio.
Lorena Allemandi, investigadora de la Fundación, explicó: “Estamos comiendo más del doble de la sal recomendada, y la mayoría proviene de alimentos procesados.
Es preciso implementar estrategias que combinen regulación, educación y concientización de la población y un cambio cultural en torno del consumo de sal”. Y agregó: “la disminución de tres gramos de la ingesta diaria de sal de la población evitaría en nuestro país cerca de 6.000 muertes por enfermedad cardiovascular y ataques cerebrales, y aproximadamente 60.000 eventos cada año”.
(Fuente: Noticias y protagonistas)
Por: Ignacio Bravo A. y Luis Michea A. Medwave, Año XII, No. 2, Febrero 2012.
Desde la década de los años 60, la visión cardiocéntrica del control del sistema circulatorio y de la presión arterial fue cuestionada. En 1972 Guyton, Coleman y Granger publicaron la descripción de un modelo computacional de control circulatorio, que entre otros aspectos notables, estableció la relación entre el volumen del fluido extracelular (y por ende el volumen sanguíneo) y la presión arterial.
Relación entre sal y presión arterial: nuevas miradas para un problema antiguo
La valoración antigua de la sal como preciosa posesión, puede haber contribuido a la noción moderna de que la adición de la sal al alimento es necesaria o aún beneficiosa. Sin embargo, durante el siglo XX, hubo muchas pruebas que orientan a una relación entre la ingestión de sal y la hipertensión en el ser humano.
El rol del balance externo de sodio en hipertensión ha sido descrito al menos desde 1954 por Dahl1 en estudios con humanos y animales de experimentación. En sus estudios este investigador y otros más, concluyeron que el principal determinante de las cifras de presión en hipertensos era la ingesta de sal. En una persona predispuesta a la hipertensión, un alto consumo de sodio inducirá a manifestaciones clínicas precoces en mayor grado y más severas2.
Desde estas publicaciones ha sido difícil estimar el consumo de sal por la población estudiada, ya sea por encuestas o la medición de sodio y otros electrolitos en orina. El consumo de sal “normal” en una población es discutible ya que no todos los humanos tenemos la misma capacidad de excretarla. Se pensó que a mayor ingesta, mayor excreción y también que el sistema renal podría ahorrar en ausencia de un adecuado consumo. Hay numerosos estudios metabólicos que indican que con función renal normal, se puede mantener el balance de sodio con ingestas del rango de 375 mg/día por períodos mayores a 1 año3.
Sin embargo, hay individuos con mayor capacidad excretora y otros con mayor capacidad retenedora del sodio ingerido, condición mediada genéticamente y que posiblemente sea expuesta por autores en esta publicación.
Recientemente apareció una publicación en una población de Turquía (Salturk Study)4 en que se enroló a 1970 normotensos e hipertensos, se les hizo una encuesta alimentaria y medida la presión arterial, se les tomó muestras de sodio urinario excretado. Se encontró una correlación linear positiva entre consumo de sal y presión sistólica y diastólica, mostrando que por cada 100 mmol/día ingeridos se aumentaba la presión en 5,8 y 3,8 mmHg sistólica/diastólica respectivamente. También se mostró en pacientes de peso normal que el consumo de sal y la presión sistólica tenían una alta y significativa correlación.
Varios reportes han demostrado claramente que el rol de una alta ingestión de sal está implicado en morbilidad y mortalidad cardiovascular y renal, incluyendo accidente vascular cerebral, infarto del miocardio, rigidez arterial, insuficiencia cardíaca e insuficiencia renal. También se ha demostrado que la disminución del potasio en adición al aumento del sodio ingerido, puede agravar manifestaciones adversas cardiovasculares y renales.
La American Heart Association en sus últimas recomendaciones5 ha dicho que, para la población general, debe reducirse el consumo diario de sodio, de los 4000 mg recomendados antes, a 1500 mg, con una meta intermedia de 2300 mg (equivalentes a 5 gramos de sal).
Un metaanálisis aparecido este último año6 ha creado una controversia en que los autores, después de analizar siete estudios aleatorios controlados de reducción de sal dietética en normotensos (tres estudios), hipertensos (dos estudios), una población surtida (un estudio), y uno de pacientes con insuficiencia cardiaca, concluyen que la restricción en el consumo de sal no tendría ningún beneficio claro para la salud.
El reanálisis de los mismos datos, pero combinando los normotensos e hipertensos, encuentra ahora estadísticamente significativa una reducción del 20% de eventos cardiovasculares y una no significativa reducción de la mortalidad de toda causa. De hecho, el autor del metaanálisis (Dr. Taylor) dice que necesitamos más pruebas, aún cuando toda la anterior evidencia muestra que la sal es el factor principal que eleva nuestra presión arterial.
Por último, es necesario que se tomen acuerdos sobre el contenido de sal de los alimentos y bebidas. Ha habido esfuerzos para que a nivel estatal se fijen normas del contenido de cloruro de sodio en ellos, con oposición de ciertas industrias, que argumentan que se pierde el sabor en ciertos alimentos y bajará su consumo. ¿Será que la hipertensión debe manejarse con criterios económicos, más que sanitarios?
(Fuente: Mednet/Medwave)
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