Alud de publicaciones sobre COVID-19 causó caos en las revistas científicas

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Publicaciones científicasRevistas científicas abrumadas por la explosión de información, miles de investigaciones que se sumaban día a día y un número récord de artículos presentados a los comités editoriales sin pasar por un proceso exhaustivo de revisión por pares.

Estas son algunas de las consecuencias que la pandemia de COVID-19 imprimió sobre las publicaciones científicas, coincidieron panelistas de una mesa redonda sobre el tema en el 47° Congreso Argentino de Cardiología (SAC) 2021, celebrado de manera virtual del 13 al 16 de octubre en la ciudad de Buenos Aires, Argentina.

«No podemos dejar de lado la sensación de que el mundo se acababa. Lo que quedó demostrado es que médicos, responsables de las revistas e investigadores, son seres humanos que también se asustan y renuncian a los criterios que consideraban inamovibles cuando se sienten realmente amenazados», comentó el Dr. Jorge Thierer, jefe de la Unidad de Insuficiencia Cardiaca del Centro de Educación Médica e Investigaciones Clínicas (CEMIC) de Buenos Aires.

El Dr. Thierer fue uno de los coordinadores de la actividad ¿Cómo influyó el Covid-19 en las publicaciones científicas? en el Aula SAC del Área de la Revista Argentina de Cardiología, de la que es director adjunto.[1]

«Fueron tantas las publicaciones que PubMed generó un hub especial donde los primeros seis meses se registraron 165.000 mil papers, con un promedio de 2.000 por semana. En Journal of the American Medical Association (JAMA), por ejemplo, del 1 de enero al 1 de junio de 2019 se recibieron 4.000 artículos, en tanto en el mismo periodo, pero de 2020, fueron 11.000», destacó el Dr. Gastón Rodríguez-Granillo, cardiólogo especialista en imágenes cardiovasculares del Instituto Médico ENERI de Buenos Aires y de la Clínica La Sagrada Familia, también de esta ciudad.

De un momento a otro la COVID-19 lo cubrió todo. «Ocupó 80% de las publicaciones de British Medical Journal (BMJ), 60% en The Lancet y un tercio de la información de The New England Journal of Medicine (NEJM) o JAMA, añadió el Dr. Walter Masson Juárez, jefe de la Sección Prevención Cardiovascular del Servicio de Cardiología del Hospital Italiano de Buenos Aires. NEJM llegó a publicar más de 40 artículos por día sobre el tema. En JAMA hubo un récord de 235 manuscritos en un día y en la Revista Argentina de Cardiología, en el último semestre 25% de la información tenía que ver con el tema».

El Dr. Rodríguez-Granillo señaló que un aspecto negativo fue que se incrementó la brecha entre artículos publicados por hombres y mujeres, añadiendo que otro punto crítico fue que mientras se aceleró la publicación de trabajos vinculados con COVID-19 se relegaron y retrasaron los de otras áreas.

En materia de récords, el Dr. Masson señaló un artículo publicado en NEJM,Transmission of 2019 Cov-infection from an Asimptomatic contact en Germany, «que fue escrito, examinado y editado en 48 horas”.[2]

«La tentación de subir inmediatamente todo hizo que se entrara en esta vorágine de publicación y en algunos momentos las revistas médicas parecían revistas de chismes», comentó con un dejo de ironía el Dr. Thierer.

El Dr. Mariano Trevisan, jefe del servicio de Cardiología del Sanatorio San Carlos, de Bariloche, añadió: «No estábamos acostumbrados. La pandemia funcionó como un experimento sobre cómo pueden ser las cosas cuando los procesos habituales de evaluación de las revistas se soslayan o saltean. La información surgida era muy necesaria, pero llevaba más a la confusión que a tener claro lo que debíamos hacer».

«Muchos fallecimientos vinculados con la COVID-19 se relacionaron con mala praxis involuntaria basada más en la desinformación que en el virus en sí», admitió el Dr. Rodríguez-Granillo.

Preprint, bots y retractaciones

El Dr. Rodríguez-Granillo manifestó su preocupación por los preprints, que a nivel global representaron 10% de las producciones y finalmente 25% de ellos alcanzó publicación. «Constituyen un arma de doble filo. Por un lado difundieron rápidamente información, pero debido a la falta de revisión por pares también información incorrecta, por ejemplo, la difusión de tratamientos poco efectivos o aun perjudiciales, como el dióxido de cloro».

El Dr. Javier Guetta, jefe de Cardiología del Centro de Educación Médica e Investigaciones Clínicas de Buenos Aires, Argentina, declaró: «Las revistas científicas se vieron abrumadas. Se permitió la publicación acelerada asumiendo que eso salvaría vidas. Sin embargo, en junio de 2020 dos de las revistas médicas más importantes se retractaron de la publicación de estudios de pacientes con COVID-19. Los dos artículos fueron publicados en The Lancet y NEJM«.

Para el Dr. Guetta, la dificultad generada a partir de estas retractaciones fue que «el proceso de publicación esta vez sí llegó al público en general, que se enfrentó a información no procesada, que no podía asimilar y generó desconfianza». Importantes medios como The New York Times, Los Angeles Times o The Wall Street Journal lanzaron duros títulos contra la credibilidad de estas revistas científicas.

«Las retractaciones son poco frecuentes; menos de 1%, habla del proceso de corrección o autocorrección de la ciencia y hay que verlas como un impacto positivo. No solo detectan el artículo con errores, sino cómo esos errores pueden contaminar a otras publicaciones científicas», agregó el Dr. Guetta.

El especialista señaló que el blog Retraction Watch, creado en 2010, aumenta la transparencia en la retractación. Sin embargo, no deja en claro el método de retractación de los preprints.

«Los preprints se retiran únicamente a solicitud de los autores porque el servidor no ha revisado por pares el conocimiento científico y, por tanto, no los retira aunque existan errores significativos», alertó el Dr. Guetta.

Calidad frente a cantidad

El Dr. Rodríguez-Granillo especificó que desde el inicio de la pandemia el sitio clinicaltrials.gov registró más de 3.000 ensayos vinculados a la COVID-19. «Aunque la mayoría tuvo un N de 100 y difícilmente lleguemos a conclusiones robustas con N tan pequeños. Además cantidad no es calidad. Se incrementaron problemas pre-COVID-19, como el sesgo de publicación (los estudios positivos se publican más y más rápido), la exageración inicial del beneficio y la influencia de la industria, vinculada en muchos casos a intereses».

El Dr. Masson indicó que fue el Dr. Valentin Fuster quien admitió en un editorial de la revista del American College of Cardiology que entre marzo de 2019 y marzo de 2020 había crecido 70% la publicación de artículos, pero que eso había dado lugar a que algunos autores fueran oportunistas «y con tal de publicar, enviaran trabajos de dudosa calidad».[3]

Sin embargo, los estudios clínicos controlados y aleatorizados fueron pocos: 257 de más de 90.000 registrados durante 2020 en PubMed, dijo el Dr. Masson. «Si hacemos un ejercicio con otra patología viral, como la influenza, en 2019 aparecen más de 6.000 resultados, pero cuando buscamos estudios clínicos aleatorizados y controlados hay 145, es decir, lo publicado sobre COVID-19 en ensayos clínicos de buena calidad representó 0,27%, en comparación con 2,4% relacionado con la influenza: 9 veces más».

El Dr. Rodríguez-Granillo agregó: «De todo lo publicado en 2020 sobre COVID-19, hubo abundancia de artículos de opinión y escasez de originales. Fueron los estudios observacionales y los anatomopatológicos los que más contribuyeron a explicar la fisiopatología. Lo que pasó fue un problema humano y serio que nos desnudó como especie y excede los comités editoriales».

«Un aspecto beneficioso es que algunas publicaciones, que eran pagas, permitieron el libre acceso a los artículos, por ejemplo, NEJM», destacó el Dr. Masson.

«La COVID-19 incrementó la colaboración entre instituciones, el data sharing, la proliferación de los códigos abiertos para enriquecer las bases de datos de inteligencia artificial. Se visibilizó la importancia de los procesos de revisión, las retractaciones motivaron mayor transparencia y prolijidad y la importancia de entender un trabajo desde la investigación, la concepción, el diseño, el desarrollo y la lectura crítica. Ahora, a cada paper se le pone una especie de GPS y se lo sigue en todo su recorrido», concluyó el Dr. Rodríguez-Granillo.

Fuente: Medscape – 25 octubre 2021

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