Al servicio de la esperanza

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escuela Ernesto Che Guevara para discapacitados, GranmaEn cada uno de sus metros cuadrados se respira perseverancia, optimismo y amor. Sin obviar las necesidades educativas especiales de sus educandos, la escuela Ernesto Che Guevara, de la capital granmense, se empeña en capacitar para la convivencia en sociedad, a infantes a los que la vida les ha jugado una mala pasada.

Desde su surgimiento en 1992, el centro ha recibido a más de mil educandos. Actualmente, el plantel acoge a una matrícula de 111 niños de toda la provincia, entre ellos sordos e hipoacúsicos, ciegos, con baja visión, estrabismo y ambliopía, sordociegos y con retardo en el desarrollo síquico.

En sus inicios, la escuela no reunía a «principitos» con padecimientos tan disímiles, pero en consonancia con un proceso de integración de la enseñanza especial en el territorio se concentraron, en esta institución, a partir del presente curso escolar, todos los estudiantes con necesidades educativas especiales con diversidad funcional auditiva, visual e intelectual. Entre esa diversidad destaca la sordoceguera, un padecimiento que en este territorio oriental tiene una alta prevalencia.

En la institución, señaló Aguilar Tamayo, se imparte la docencia correspondiente al nivel primario y luego los estudiantes transitan a la secundaria básica o a las escuelas de oficio.

Sin embargo, niños como los de estrabismo y ambliopía, luego de la rehabilitación, en el menor tiempo posible se insertan a la educación primaria tradicional, lo cual es muestra del trabajo arduo que se realiza en el plantel para lograr el máximo desarrollo integral posible en cualquier contexto, que les permita enfrentar, con independencia, su inclusión educativa, destacó.

Sin dudas uno de los logros que mayor satisfacción despierta en el colectivo de la Ernesto Che Guevara es la materialización, desde el curso escolar 2015-2016, de dos salones de edad temprana, en los cuales se atienden a niños de dos a cinco años.

En esas áreas los infantes reciben una atención similar a la de un círculo infantil, pero acorde con sus características especiales.

Entre las que pueden dar fe de la labor que se realiza en esos salones se encuentra la Lic. Juana García Tamayo, maestra de estrabismo y ambliopía, quien explicó que allí se conoce primero el diagnóstico de cada niño y luego son atendidas las diferencias individuales, en consonancia con la edad.

Fuente:

Al servicio de la esperanza. Darelia Díaz Borrero. Periódico Granma – 25 de diciembre de 2016 

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