La función ovárica y la fertilidad pueden lograr restaurarse a largo plazo con trasplantes reiterados de tejido que sea tomado antes de que una paciente sea sometida a tratamientos altamente concentrados contra el cáncer de ovarios.
Los resultados de la investigación, realizada por especialistas surcoreanos y estadounidenses, fueron publicados en la revista Fertility and Sterility.
En el tejido ovárico congelado, la falta de oxígeno después del injerto causa una importante pérdida de folículos y una reducción de la expectativa de vida del material, por lo que se requerirían trasplantes repetidos, señaló el equipo del doctor S. Samuel Kim, de la University of Kansas.
Hasta ahora, no se han logrado embarazos exitosos después del trasplante, indicaron los autores, que informaron una serie de casos clínicos de mujeres jóvenes que habían realizado tratamientos completos de quimio y radioterapia.
Antes de la terapia, el equipo recolectó un ovario completo de cada una de las pacientes y luego los seccionó y procesó, para después almacenar las muestras de tejido en nitrógeno líquido.
Después del primer trasplante, los niveles hormonales y de desarrollo folicular indicaron que la función ovárica regresaba entre 12 y 20 semanas después, pero sólo duraba de tres a cinco meses.
Un segundo intento en tres pacientes que seguían en remisión del cáncer produjo un regreso más rápido de la función, que duró entre 15 y 36 meses. Los síntomas y niveles elevados de progesterona en las pacientes indicaban ovulación espontánea.
El equipo de Kim informó que cuatro de seis oocitos recuperados de dos pacientes fueron fertilizados y cultivados in vitro durante dos a tres días, y criopreservados. El plan es descongelar los embriones y transferirlos a madres sustitutas en el futuro cercano.
Los autores dijeron que deben determinar las condiciones óptimas para el trasplante de tejido ovárico, incluida la accesibilidad a la zona, así como factores ambientales de la temperatura, el espacio para crecimiento folicular, el fluido peritoneal y el entorno hormonal.
Fertility and Sterility: http://www.fertstert.org/home
Fuente: Nueva York, julio 1/2009 (Reuters Health)
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Los ensayos del Hospital Universitario La Paz con células procedentes de la grasa del propio paciente permitirán, a partir de 2011, la comercialización del primer medicamento con células madre desarrollado, íntegramente, en la Unión Europea.
El tratamiento, en última fase de investigación (fase III), se ha aplicado con éxito en fístulas intestinales.
La Paz ha desarrollado una medicación, con respuesta positiva en el 70 por ciento de pacientes, para la cicatrización de las heridas a partir de células madre adiposas, por tanto, no embrionarias. El medicamento se ha aplicado en fístulas intestinales, principalmente a pacientes con la enfermedad de Crohn, afectados por inflamaciones crónicas del intestino. Sin embargo, los investigadores aseguran que la misma técnica servirá para madurarlo en otros campos. De hecho, el hospital ya está inmerso en ensayos, todavía incipientes, para la cicatrización de otros cuatro tipos de fístulas; así como usos en cardiología, traumatología y oftalmología.
Células adiposas
Los ensayos comenzaron en 2002, a partir de la idea de buscar células madre adultas -con capacidad para dividirse sin perder sus propiedades- en la grasa del propio paciente. Entonces y todavía ahora, la mayoría de las investigaciones están centradas en la obtención de este tipo de células en la médula ósea, menos abundante y de más difícil extracción, pero más versátiles.
La investigación se encuentra en la última de las tres fases de pruebas. Los resultados positivos en pacientes humanos hacen presumir a los responsables la superación del último listón este mismo año para poderlo comercializar. Para el desarrollo del medicamento ha sido imprescindible la participación de la industria farmacéutica.
El tratamiento, destinado a la cicatrización de tejidos, consiste en la inyección de un cultivo de células madre del propio paciente. El equipo de La Paz, dirigido por el doctor Damián García Olmo, está coordinando en la actualidad ensayos en 49 hospitales de nueve países de la UE. «Con el correspondiente visto bueno de cada uno de los comités médicos y bioéticos», destaca García Olmo, para resaltar la aceptación del tratamiento no sólo entre la comunidad científica, sino ante la legislación sanitaria.
«No hemos tenido prisa en salir: empezamos en 2002 y terminaremos en 2011. Conocíamos los resultados desde 2007, pero queríamos huir de la espectacularidad. Antes de presentarlo queríamos comprobar que era seguro, y obtener una aprobación científica. Verlo validado y publicado», explica el director del proyecto. La prestigiosa revista «Diseases of the colon and rectum», recogió la investigación este mismo año.
Procedimiento
Las páginas de la publicación editada por la American Society of Colon and Rectal recogían detalladamente el proceso técnico, validado por científicos ajenos a la investigación. El proceso consiste en una liposucción de 100 centímetros cúbicos de grasa del paciente, realizada por cirujanos plásticos. Después las células se aislan y se cultivan en laboratorio.
Una vez extraídas las células adiposas del paciente, se realiza la intervención quirúrgica de la fístula mediante los procedimientos habituales. La novedad de la investigación se aplica en este momento: una inyección de 20 millones de células en diferentes puntos de la fístula. En caso de no resultar efectiva, se procede a una nueva inyección de 40 millones de células.
Revolución médica
García Olmo asegura que la cicatrización era «la revolución pendiente en la cirugía». «Todos los fracasos en la cirugía actual se deben a la cicatrización. Hasta ahora no teníamos ningún control en la reparación del ser humano. Teníamos que mantenernos a la expectativa».
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Un estudio cuestiona la utilidad terapéutica de las células madre embrionarias para regenerar tejidos
AINHOA IRIBERRI – MADRID
La investigación con células madre embrionarias ha sufrido un duro golpe tras la publicación ayer de un estudio en Nature. El trabajo continúa resultados anteriores, recogidos en la misma revista, que habían identificado dos genes llamados Pax3 y Pax7 de máxima importancia para la formación del músculo en los embriones a partir de células madre. Pero según el nuevo estudio, estos genes no operan en las células madre adultas que se activan para reparar un daño muscular.
La conclusión más inmediata es que las células madre embrionarias y las adultas no son funcionalmente equivalentes. Las investigaciones más innovadoras en el campo de las patologías musculares, como la distrofia, se centran en el uso de células madre embrionarias y con este hallazgo, podrían tener que cambiar de rumbo para enfocarse en las adultas.
El estudio se publica el mismo día en que el Ministerio español de Ciencia e Innovación anunciaba la financiación de 49 proyectos sobre células madre embrionarias y transferencia nuclear.
Genes de corto recorrido
Para examinar el papel de Pax3 y Pax7 en la formación de las células musculares, el equipo dirigido por el investigador de la Universidad Johns Hopkins (EEUU), ChristophLepper, estudió la labor de ambos en diferentes fases del crecimiento muscular en ratones vivos.
Lepper explica que, en un principio, intentaban demostrar una secuencia lógica: que si los genes eran tan importantes en el embrión, debían serlo también para las céulas madre musculares adultas. Pero la puesta en práctica dejó en evidencia su hipótesis para sorpresa de los propios investigadores.
Mediante alteraciones genéticas, los investigadores suprimieron ambos genes en las células madre musculares adultas. “Me quedé totalmente sorprendido cuando vi que dichas células eran normales sin ellos”, explica Lepper.
“Definitivamente, no hay una célula mágica en terapia regenerativa”
A continuación, los científicos estudiaron si ocurría lo mismo después de una lesión muscular, tras la cual el proceso de reparación requiere de las células madre musculares para que se formen nuevos músculos. Para ello, dañaron los músculos de las patas de los ratones entre la rodilla y el tobillo. De nuevo, la realidad se impuso a las hipótesis cuando se vio que dichas células madre, sin los dos genes clave de las embrionarias, podían todavía generar músculo tan eficazmente como las células madre musculares convencionales.
Tras dichos experimentos, quedaba algo importante por descubrir: en qué momento los genes identificados dejaban de ser necesarios para el papel reparador de las células madre musculares. Los autores concluyeron que los genes mantenían su importante función sólo en las tres semanas posteriores al nacimiento. Después de ese periodo, el rol de los genes parece ser bien distinto: provocar que las células madre se queden quietas hasta que el organismo madure. El nuevo objetivo será, entonces, descubrir qué genes toman el relevo de los Pax en las células madre musculares adultas para activarse cuando el músculo se lesiona, lo que podría marcar un nuevo paradigma de la investigación en este campo.
El trabajo publicado en Nature hace hincapié en una advertencia: no saltarse pasos de la investigación básica con modelos animales para buscar cuanto antes la fase clínica. Según el director del Departamento de Embriología de la Institución Carnegieque ha cofinanciado el trabajo, Allan Spradling, “tan sólo estamos empezando a aprender las bases de la biología de las células madre y hay muchas sorpresas”. Spradling insiste en escrutar los modelos animales antes de “correr hacia la clínica con terapias a medio hacer”.
El profesor de medicina regenerativa del University College de Londres, Chris Mason, declara que este estudio ilustra la necesidad de investigar con todo tipo de células, tanto embrionarias como adultas. “Definitivamente, no hay una célula mágica en terapia regenerativa”, concluye.
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Investigadores estadounidenses encontraron una nueva fuente de células madre, destaca la edición más reciente de la revista especializada Experimental Biology and Medicine. Frans Kuypers, Vladimir Serikov y colegas del Children’s Hospital and Research Center en Oakland, California, informan que la placenta ofrece gran cantidad de células madre.
Hasta ahora sólo se sabía que el cordón umbilical de los recién nacidos contiene células madre. De hecho, algunos padres lo hacen congelar después del nacimiento de los hijos para poder utilizarlo en una eventual emergencia en años o décadas. Según el equipo en Oakland, la placenta brinda incluso más células madre que el cordón umbilical.
Los médicos esperan tratar en el futuro con las células madre una serie de afecciones. Se pueden emplear en el tratamiento de enfermedades hematológicas, como la leucemia, talasemia y drepanocitosis.
La Sociedad contra el Cáncer de Estados Unidos, indica que en este país no existe la ayuda correspondiente para al menos 16 mil niños cada año, ya que no se encuentran donaciones de células compatibles. Las células madre aún no están programadas para sus funciones posteriores en el cuerpo y pueden ser transformadas en cualquier tipo de célula, precisaron.
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El investigador Salvador Martínez destaca que la técnica utilizada es segura tras intervenir a once pacientes con esclerosis lateral amiotrófica
ROSANA RIBES
Hace ocho años un equipo de investigadores de la Universidad Miguel Hernández comenzaba la primera fase de un ensayo clínico, pionero en el mundo, para buscar un tratamiento contra la Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA) mediante el trasplante de células madre adulta. El estudio lo iniciaron con ratones y seis años después empezaron a aplicarlo a once pacientes seleccionados.
Actualmente sólo quedan que tres enfermos cumplan un año desde que se sometieron al trasplante, -tiempo necesario para realizar un evaluación-, pero los resultados con los primeros afectados «son muy satisfactorios; las intervenciones demuestran la ralentización en el progreso de la enfermedad y ningún paciente va a peor», destacó ayer el investigador Salvador Martínez.
El ensayo consiste en trasplantar células madre de la propia médula ósea del paciente en la médula espinal, por lo que se requiere de anestesia general y sólo los afectados que presentan una buena función respiratoria pueden participar. «Estamos demostrando que la intervención no causa daños, que es una técnica segura; todo un éxito», resaltó Martínez, quien añadió que han pedido intervenir a más pacientes.
Javier Cabo, presidente de la Fundación Diógenes para la investigación de la ELA, señaló el gran avance que se está logrando, pero aprovechó el acto para reclamar también más atención hacia la enfermedad: «Pedimos al Consell ayuda y atención para poder vivir con dignidad, que no se muestre indiferentes con los enfermos de ELA». Y es que los afectos necesitan una atención multidisciplinar donde estén integrados médicos de familia, logopedas y fisioterapeutas, entre otros profesionales.
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EP | MADRID Actualizado Jueves, 18-06-09
Las trompas de Falopio desechadas tras las intervenciones podrían ser una fuente de células madres, según un estudio del Centro de Investigación del Genoma Humano de la Universidad de Sao Paulo en Brasil que se publica en la revista “Journal of Translational Medicine”.
El estudio muestra, por primera vez, que las trompas de Falopio humanas tienen abundantes células madre mesenquimales que tienen el potencial de convertirse en una variedad de tipos celulares.
Las células madre mesenquimales obtenidas de los cordones umbilicales, la pulpa dental y el tejido adiposo, que son todos tejidos biológicos que se desechan, se pueden diferenciar en células musculares, grasas y de cartílago. Los científicos, dirigidos por Mayana Zatz y Tatiana Jazedje, aislaron y evaluaron el potencial de diferenciación de las células madre mesenquimales procedentes de trompas de Falopio desechadas. En el estudio, las trompas de Falopio se obtuvieron de procedimientos de histerectomía y de otros tipos ginecológicos de mujeres fértiles en sus años reproductivos que no habían pasado por terapia hormonal en los tres meses anteriores a la cirugía.
Los investigadores descubrieron que las células madre de la trompa de Falopio podían aislarse y desarrollar in vitro con facilidad y que podían diferenciarse en células musculares, de grasa, de cartílago y óseas. Los cromosomas de las células no mostraban anomalías.
Según explica Jazedje, “además de proporcionar una posible fuente adicional para la medicina regenerativa, estos descubrimientos podrían contribuir a la ciencia reproductiva en su conjunto”. La investigadora concluye que “el uso de fragmentos de tejido humano que suelen desecharse en los procedimientos quirúrgicos no presenta problemas éticos”.
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