ELMUNDO.es | Madrid
13/12/2010
Un paso más en el avance constante de la medicina regenerativa. Así podría definirse el hallazgo que acaba de presentarse en la reunión anual de la Sociedad Americana de Biología Celular (celebrada en Philadelphia, EEUU). Un grupo de científicos estadounidenses ha logrado transformar células madre presentes en los testículos en células productoras de insulina y transplantarlas con éxito a ratones ‘diabéticos’.
Sería fácil echar las campanas al vuelo y pensar que los testículos esconden la clave para tratar a los millones de pacientes con diabetes tipo 1 que necesitan inyectarse a diario insulina para paliar su déficit natural de esta hormona. Sin embargo, aún es pronto para pensar en la aplicación clínica de este descubrimiento, que aún tendrá que pasar por varias fases de comprobación y verificación antes de dar el salto a ensayos con humanos.
De momento, sin embargo, sus resultados son alentadores. Ian Gallicano y su equipo, de la Universidad de Georgetown (EEUU), tomaron una pequeña muestra de células espermatogoniales de los testículos de varios cadáveres donantes de órganos y las cultivaron en el laboratorio aprovechando su capacidad pluripotencial, que les permite convertirse en cualquier tejido del organismo.
A partir de un sólo gramo, como relata el diario británico ‘The Guardian’, fueron capaces de obtener hasta un millón de células madre con marcadores que indicaban que se habían transformado con éxito en células beta (las unidades del páncreas que normalmente sintetizan y segregan la insulina).
Para acabar de demostrar que la transformación entre ambos tipos de células había funcionado, los investigadores trasplantaron las células beta obtenidas del esperma a varios ratones diabéticos (a los que previamente se les había ‘desactivado’ el sistema inmune para evitar el rechazo). Durante una semana, las células pancreáticas lograron producir insulina reduciendo los niveles de azúcar en la sangre de los roedores.
Hasta ahora, el trasplante de islotes pancreáticos de cadáver es una de las alternativas más estudiadas como alternativa a las inyecciones de insulina que necesitan los pacientes con diabetes tipo 1. Sin embargo, la escasez de donaciones y el problema del rechazo por parte del receptor han frenado su generalización.
Como reconocía el doctor Gallicano, la investigación con células madre capaces de generar insulina (bien procedentes de embriones o de otros tejidos adultos) es otra de las vías en investigación; aunque hasta la fecha ningún trabajo había logrado implantarlas con éxito para que generaran insulina.
El uso de las propias células madre de los testículos de pacientes diabéticos varones solucionaría por un lado los problemas de rechazo que pueden surgir cuando hay un donante de por medio, aclaran los investigadores. Por otro lado, sugieren, podría ser posible que esta misma receta llegue a funcionar en el caso de las mujeres tomando las células madre directamente de sus ovocitos (precursoras de los óvulos) para transformarlas en células beta.
La diabetes tipo 1 (también conocida como infantojuvenil porque afecta sobre todo a personas menores de 40 años) representa entre el 5% y el 10% de todos los casos de diabetes en el mundo.
En: Noticias
MADRID.- Como todos los resultados que se dan en investigación básica, los datos que nos muestra un nuevo estudio deberían ser tomados con cautela por quienes más desean una cura para la diabetes, los propios enfermos. Sin embargo, la prudencia no empaña un logro que puede abrir la puerta a un mejor conocimiento de esta enfermedad e incluso al desarrollo de terapias a partir de la piel de cada paciente.
Hace un año, un investigador, George Daley, consiguió transformar fribroblastos (células de la piel) de pacientes diabéticos en células pluripotenciales. Sin embargo, el estudio que hoy publica la revista ‘Proccedings of the National Academy of Sciences’ (PNAS), da un paso más al lograr que esas células pluripotenciales (iPS) den lugar a otras similares a las células beta, las que producen en el páncreas insulina.
La buena noticia viene de la mano de Douglas Melton, uno de los máximos representantes de la investigación en terapia celular, que está empeñado en desentrañar la madeja de la diabetes tipo 1, enfermedad que padecen sus dos hijos, Emma y Sam. Y parece que el hilo se va soltando.
El equipo de Melton, del Departamento de Células Madre y Biología Regenerativa, de la Universidad de Harvard, en Cambridge (EEUU), tomó una biopsia de la piel de dos personas con diabetes tipo 1, de 11 y 27 años de duración respectivamente. A los fibroblastos obtenidos de esas muestras se les insertaron, mediante retrovirus, tres factores de reprogramación: OCT4, SOX2 y KLF4 y se evitó emplear el c-MYC, con mayor potencial cancerígeno.
Una vez cultivados, las células de la piel fueron reprogramadas a otras similares a las embrionarias, las iPS. A éstas se les aplicó un protocolo para diferenciarlas en diferentes tejidos, y finalmente en otras células como las beta del páncreas.
Por último, los investigadores comprobaron que estas células eran activas frente a diferentes niveles de glucosa. Frente a una mayor concentración de glucosa, las células beta creadas liberaban más cantidad de péptido C (sustancia que se produce cuando las células beta procesan la proinsulina) que cuando estaban expuestas a un menor nivel de glucosa.
Modelo de estudio
Una de las limitaciones que tienen los científicos a la hora de encontrar una cura para la diabetes es la falta de un buen modelo de estudio. El inicio de la enfermedad se da antes de que puedan aparecer los síntomas en los pacientes, así que ellos no sirven para analizar cómo comienza esta alteración. El ratón es el animal que se utiliza para investigación, sin embargo, no se pueden trasladar todos los resultados al organismo humano. De ahí que las células creadas sean valoradas tan positivamente, ya que pueden ayudar a comprender la raíz de las causas que generan la patología.
“Estas células ofrecen un material de inicio para poder contar con un modelo de la enfermedad y para probar diferentes protocolos de diferenciación”, señalan los autores. No obstante, estos investigadores exponen las limitaciones de estos resultados para poder aplicarlos en humanos. Por un lado, la eficiencia de esta técnica es baja por lo que habrá que seguir trabajando para mejorar el proceso. Además, de momento las células iPS no se pueden inyectar en personas porque no son seguras.
A pesar de las limitaciones, los autores se muestran positivos al considerar que este logro permitirá un buen modelo de estudio de la enfermedad y estas células también podrán ser utilizadas para comprobar en ellas cómo funcionan distintas moléculas que en un futuro puede servir para desarrollar nuevos fármacos.
En: Noticias