19.01.10 – 03:24 – LAURA FONSECA | GIJÓN. El Comercio
Este tipo de células se puede duplicar hasta 40 veces y se cree que interviene durante la gestación, protegiendo a la mujer embarazada.El material extraído a 130 gijonesas se guarda en incubadoras que reproducen las condiciones humanas
Tienen memoria y capacidad para duplicarse hasta 40 veces en poco tiempo. De una muestra milimétrica extraída del útero de una mujer pueden obtenerse, con el paso de las semanas, «kilos» de células en el laboratorio. Son las llamadas células madre uterinas, un valioso material con el que trabajan la Unidad de Investigación del Hospital de Jove y la empresa de biotecnología Projech, que intentan determinar el alcance real que éstas células tienen para tratar enfermedades degenerativas, como el parkinson o el alzheimer.
De momento, los estudios realizados por Projech y Jove han logrado establecer que este material, que proviene del útero de mujeres en edad fértil, muestra un gran potencial para regenerar tejidos dañados de cualquier tipo. Desde neuronas, hasta músculos, huesos o piel. Los promotores de la investigación se afanan ahora por conseguir financiación para poder continuar adelante con el proyecto y dar el salto a los ensayos en ratones.
Pero mientras las reuniones y conversaciones con instituciones, empresas y entidades bancarias del Principado se suceden, Jove continúa ‘fabricando’ nuevas remesas de células madre. Aunque la investigación está en punto muerto, a la espera de solventar el escollo económico, las incubadoras y neveras que Projech ha instalado en el hospital gijonés siguen dando renovados lotes celulares.
Pero, ¿cómo se obtienen estas células?, ¿qué proceso se sigue desde que son extraídas del cuello uterino hasta que son seleccionadas para su criopreservación? o ¿cuánto tiempo pueden sobrevivir una vez congeladas? El proceso de producción y conservación «es sencillo, ya que está todo muy protocolarizado», cuenta el director de Projech, Carlos Rodríguez. Lo primero es obtener la muestra de tejido, que se extrae del cuello del útero. «Es una técnica idéntica a la que se emplea para hacer una citología». Para realizar esta investigación, Jove utilizó células procedentes de 130 gijonesas en edad fértil, quienes aceptaron de forma voluntaria participar en el proyecto.
Entre 36 y 37 grados
Una vez retirado, el tejido se introduce en un material especial para su conservación y se guarda a una temperatura de cuatro grados centígrados. Posteriormente, la muestra es manipulada bajo unas mamparas donde se trabaja en situación de esterilización absoluta. Las células seleccionadas se depositan en un líquido nutriente y de ahí pasan a la incubadora que intenta reproducir las condiciones de temperatura y humedad uterinas: entre 36 y 37 grados centígrados. Se trata de una especie de útero artificial, explican los científicos.
En el plazo de dos semanas, nuevas células empiezan a aflorar en los cultivos de las incubadoras. Es cuando se inicia el proceso de multiplicación. «Se pueden duplicar hasta 40 veces», comenta Carlos Rodríguez, quien recuerda que este tipo de células «tienen memoria. Si las congelas cuando se han duplicado dos veces, tras la descongelación retoman el proceso de multiplicación donde lo dejaron».
Este experto en biotecnología asegura que «de una simple muestra se pueden obtener kilos de células madre uterinas». Rodríguez desconoce cuántas se almacenan actualmente en Jove, a donde Projech ha trasladado su sede social y su laboratorio. No obstante, a tenor de lo que exhiben las neveras e incubadores que hay en Jove, son muchos los cultivos celulares a disposición de los investigadores.
Otro aspecto que se estudia es qué papel juegan estas células durante el embarazo. Se cree, indica el director de la Unidad de Investigación del Hospital de Jove, el doctor Francisco Vizoso, que este tipo de material se duplica durante la gestación, ejerciendo un efecto protector. Eso explicaría por qué las mujeres embarazadas gozan de una protección natural ante un amplio abanico de enfermedades.
«Es hora de sumar»
En las últimas semanas, Rodríguez y Vizoso se han encargado de presentar el proyecto ante instituciones, organismos oficiales, bancos y asociaciones. Aunque el tiempo «corre en nuestra contra», ya que existe el riesgo de que la patente del descubrimiento acabe embargada, ambos confían en que la investigación pueda proseguir. Necesitan tres millones de euros para que el proyecto pase a la segunda fase (dos años de ensayos en animales), pero aclaran que con 200.000 euros «tendríamos para empezar y evitar que el trabajo se paralice». Vizoso prefiere ver el vaso medio lleno. «Es hora de sumar y no de restar», precisa. Como colofón insiste en que «lo más importante es que los resultados de la investigación lleguen a la cabecera del paciente lo más rápido posible».
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