Gen del envejecimiento
Barcelona, 12 feb (EFE).- Investigadores de la Universidad Pompeu Fabra (UPF) de Barcelona han hallado el proceso celular que acelera la degeneración muscular en el envejecimiento y han descubierto que inhibiendo uno de los genes de las células madre viejas estas recuperan capacidad de regeneración.
Aunque el hallazgo no significa conseguir de inmediato el rejuvenecimiento humano, la bióloga molecular y celular e investigadora ICREA de la UPF, Pura Muñoz-Cánoves, ha reconocido a Efe que su investigación “es importante” porque abre caminos para saber cómo se produce el envejecimiento.
El trabajo, que hoy publica la revista “Nature”, rebate, además, la teoría de estudios científicos norteamericanos que defienden que las células madre no perdían su capacidad regeneradora y es el entorno, los músculos y las fibras, el que envejece y no se puede regenerar.
La investigadora ha explicado a Efe que su trabajo, que ha durado cinco años, ha demostrado en ratones que las células madre que se encargan de regenerar los músculos esqueléticos -los que no son de órganos- dañados por accidentes o enfermedades “entran en estado de senescencia o estado de no retorno” a partir de una edad avanzada y dejan de ser capaces de regenerar.
Hasta ahora, los científicos creían que las células madre de los músculos, que se mantienen en aquiescencia (dormidas o inactivas) si no necesitan regenerar las fibras, mantenían siempre su capacidad regenerativa, y que era su entorno “el músculo y el ambiente que las rodea” lo que envejecía y por eso no se regeneraba.
Muñoz, que dirige el Grupo de Biología Celular del Departamento de Ciencias Experimentales y de la Salud de la UPF, ha explicado que tras experimentar con ratones jóvenes, adultos y de edad muy avanzada (de más de 28 e incluso 32 meses) descubrió que las células madre musculares dejan de tener capacidad regenerativa a partir de los 28 meses en ratones.
“A partir de esa edad avanzada dejan de estar aquiescentes y entran en senescencia, en un punto de no retorno o no despertables”.
Pero también descubrieron que, si a estas células madre viejas, le inhibían un gen, el P16, las células encargadas de regenerar los músculos recobraban su vitalidad y volvían a ejercer su función.
“Hemos tenido la paciencia de estudiar durante mucho tiempo el envejecimiento de ratones con edad muy avanzada, teniendo en cuenta que cualquier ratón a partir de los 18 meses ya es viejo”, ha explicado la investigadora, que ha contado con la colaboración, entre otros, de Pedro Sousa, Eusebio Perdiguero y Antonio Serrano.
“En los ejemplares de más de 28 meses encontramos, sin esperarlo, con una cosa muy curiosa, que los ratones más viejos tenían una capacidad regenerativa peor que los jóvenes, pero mejor que en los ratones de sólo cuatro meses”, ha revelado Muñoz.
La bióloga ha explicado que entonces extrajeron células madres musculares de un ratón joven, de otro adulto y de uno anciano y comprobaron que las del anciano no regeneraban y “estaban en un punto de no retorno y ya no se activaban”.
Según la científica, esto sucede también en los humanos a partir aproximadamente de los 75 años, según el envejecimiento de cada persona y los hábitos saludables que haya mantenido.
Al analizar la expresión génica de las células madre musculares, el equipo de Muñoz descubrió genes de senescencia expresados sólo en las células geriátricas, que no estaban en las jóvenes.
Así descubrieron que estas células viejas se podían recuperar y activar de nuevo si se les “silenciaba” un gen concreto.
Al hacerlo, vieron que la célula se regeneraba, revertía su senescencia y descubrieron “que el freno que tenía puesto ya no era irreversible y se revertía un poquito”.
Muñoz se ha mostrado “prudente” con su descubrimiento, aunque cree que es extensible, no sólo a los músculos, sino a la capacidad regenerativa de otros tejidos, de la piel e incluso del sistema neuronal, lo que podría ayudar a encontrar nuevas terapias para enfermedades neuromusculares.
La científica, que espera que las farmacéuticas y las biotecnológicas se interesen por su hallazgo, cree que se ha dado un paso importante para “conocer y mejorar la capacidad regenerativa en el envejecimiento”, en la medicina deportiva y sobre todo para “plantear hipótesis nuevas” sobre el envejecimiento humano