Los ensayos, y algunas experiencias en fase clínica, están poniendo de relieve el potencial de las células madre procedentes de distintas fuentes: de la grasa, de la médula ósea y, más recientemente, de cordón umbilical y de la placenta para el abordaje de ciertas patologías que se encuadran en el campo de la cirugía, la cardiología, la neurología y la oncología.
En este último ámbito, el cáncer de mama es, tal vez, uno de los que mayor protagonismo está adquiriendo y en el que la terapia celular se presenta como potencial agente terapéutico y como vehículo para transportar agentes farmacológicos, sin olvidar la fase, no menos importante, de la reconstrucción mamaria con troncales derivadas de tejido adiposo en mujeres que han sufrido cuadrantectomía por tumor de mama. Si los estudios en marcha en cáncer de mama confirmaran su beneficio, esta enfermedad podría disponer de un manejo integral con terapia celular. Ver más…
En: Noticias
Problema en los más jóvenes
Algunos fármacos para el cáncer actúan destruyendo las células que se dividen muy deprisa y, como no es posible diferenciar entre las cancerígenas y otras, estos tratamientos se pueden llevar por delante aquellas encargadas de la «fabricación» del esperma, con lo cual dejan al paciente infértil. Según explica Kyle Orwig, del departamento de Obstetricia, Ginecología y Medicina Reproductiva de la Pitt School of Medicine y del Instituto Magee-Womens, «los hombres pueden almacenar esperma antes de someterse a un tratamiento contra el cáncer si esperan tener hijos biológicos en el futuro, pero los chicos jovenes que aún no han llegado a la pubertad no cuentan con esa opción, ya que no pueden aportar muestras de semen, y están muy lejos aún de pensar en tener niños».
Sin embargo, incluso estos jóvenes impúberes tienen lo que se denomina «células madre espermatogoniales» en su tejido testicular, preparado para empezar a producir esperma durante la pubertad. El doctor Owig y su equipo, para comprobar si era posible recuperar la fertilidad utilizando estas células, practicaron biopsias en testítuculos de macacos adultos y en otros que no habían alcanzado la pubertad y congelaron las células de las pequeñas muestras obtenidas. A continuación, les sometieron a tratamientos con quimioterapia de los que se sabe que anulan la fertilidad. Ver más…
Posted On: October 31, 2012 – 4:32pm
Boston, Mass.—Researchers at Boston Children’s Hospital have found that microscopic particles containing proteins and nucleic acids called exosomes could potentially protect the fragile lungs of premature babies from serious lung diseases and chronic lung injury caused by inflammation.
The findings explain earlier research suggesting that while transplanting a kind of stem cell called mesenchymal stem cells (MSCs) could help reduce lung injury and prevent inflammation in a mouse model, the fluid in which the cells were grown was more effective than the cells themselves.
The research team—led by Stella Kourembanas, MD, and S. Alex Mitsialis, PhD, and spearheaded by led by Changjin Lee, PhD, all of the Division of Newborn Medicine at Boston Children’s—published their findings online on October 31 in the journal Circulation. Ver más…
Nat Immunol. 2012 Nov;13(11):1072-82. doi: 10.1038/ni.2408. Epub 2012 Sep 16.
Monocytes-macrophages that express α-smooth muscle actin preserve primitive hematopoietic cells in the bone marrow.
Ludin A, Itkin T, Gur-Cohen S, Mildner A, Shezen E, Golan K, Kollet O, Kalinkovich A, Porat Z, D’Uva G, Schajnovitz A, Voronov E, Brenner DA, Apte RN, Jung S, Lapidot T.
SourceDepartment of Immunology, Weizmann Institute of Science, Rehovot, Israel.
Abstract
Hematopoietic stem and progenitor cells (HSPCs) are regulated by various bone marrow stromal cell types. Here we identified rare activated bone marrow monocytes and macrophages with high expression of α-smooth muscle actin (α-SMA) and the cyclooxygenase COX-2 that were adjacent to primitive HSPCs. These myeloid cells resisted radiation-induced cell death and further upregulated COX-2 expression under stress conditions. COX-2-derived prostaglandin E(2) (PGE(2)) prevented HSPC exhaustion by limiting the production of reactive oxygen species (ROS) via inhibition of the kinase Akt and higher stromal-cell expression of the chemokine CXCL12, which is essential for stem-cell quiescence. Our study identifies a previously unknown subset of α-SMA(+) activated monocytes and macrophages that maintain HSPCs and protect them from exhaustion during alarm situations
Tomado de Infomed. Al Día
El hallazgo, publicado en la revista Cell Stem Cell, podría dar lugar a una estrategia valiosa como tratamiento terapéutico frente al cáncer.
Investigadores del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC) han descubierto una proteína que tiene un papel esencial para evitar que las células madre adultas proliferen hasta convertirse en oncogénicas.
El hallazgo, podría dar lugar a una estrategia valiosa como tratamiento terapéutico frente al cáncer. En la actualidad, hay abundantes pruebas que indican que la senescencia celular es una protección natural contra el desarrollo fisiológico del tumor.
Los investigadores han hallado que la proteína Ezh1 induce a cambios epigenéticos que, según explica la jefa de Grupo del Laboratorio de Estudio del Envejecimiento de Células Madre y autora principal del estudio, la doctora Susana González, “suponen una barrera fisiológica esencial durante la transformación oncogénica”.
Los autores sugieren que Ezh1 “protege el equilibrio entre el mantenimiento y una proliferación incontrolada de las células madre hematopoyéticas [las que proceden de la médula ósea]”. Por esta razón, podría tener un gran impacto en la práctica clínica, ya que implica que “la inducción de la senescencia puede suponer una estrategia valiosa como tratamiento terapéutico para el cáncer”.
La Dra. González apuesta por investigar y ahondar en el comportamiento de las células madre adultas, “puesto que el uso terapéutico de dichas células ya está dando lugar a tratamientos innovadores sobre ciertas enfermedades degenerativas agudas o crónicas”.
La razón es que las células madre adultas tienen capacidad de autorrenovarse y seguir siendo células madre o continuar la vía de diferenciación para la que están programadas y, por lo tanto, inducir uno o más tejidos maduros, funcionales y plenamente diferenciados.
“Este fenómeno exige una compleja red molecular aún muy desconocida entre diferentes reguladores celulares que controlar la autorenovación”, explica. Un ejemplo de esto son las proteínas de Polycomb y su efecto sobre los supresores de tumores p16INK4 y ARF, “absolutamente necesarios para el mantenimiento de determinadas células madre”.
El hallazgo identifica, asimismo, cómo la desaparición de un factor esencial para el mantenimiento de células madre embrionarias juega un papel clave en el control homeostático de las células madre hematopoyéticas.
“Comprender los mecanismos moleculares por los cuales Ezh1 afecta a las células madre nos proporciona nuevos conocimientos sobre la biología de células madre hematopoyéticas y sus posibles aplicaciones. Investigaciones futuras sobre el papel oncogénico de Ezh1 en trastornos hematológicos, nos van a facilitar el desarrollo de terapias específicas”, concluye esta especialista.
noviembre 6/2012 (JANO.es)
Ezh1 Is Required for Hematopoietic Stem Cell Maintenance and Prevents Senescence-like Cell Cycle Arrest. Cell Stem Cell 2012, vol 11 (5), 649-662, doi:10.1016/j.stem.2012.08.001.
En: Noticias
LOS ANGELES (AP) — Un grupo de investigadores anunció el logro de un avance crucial en la utilización de células madres para sanar corazones dañados por infartos.
En un estudio se mostró que las células madre donadas por cualquier persona son tan seguras y efectivas como las de los mismos pacientes para la restitución del tejido cardiaco.
La investigación abarcó sólo a 30 pacientes en Miami y Baltimore pero demostró la tesis de que las células de cualquier individuo pueden ser utilizadas para atender este tipo de casos.
Los médicos manifestaron su entusiasmo por la investigación ante la posibilidad del almacenamiento de las células madre en bancos, como ocurre hoy con la sangre ahora, para su posterior utilización en pacientes que hayan sufrido infartos.
Los resultados de la investigación fueron examinados el lunes durante la conferencia de la Asociación del Corazón de Estados Unidos en California y fueron difundidos en la publicación Journal of the American Medical Association.
Durante el estudio se utilizó un tipo específico de células madre extraídas de la médula y que los investigadores consideraron que no serían rechazadas por los receptores.
A diferencia de otras células, estas carecen de una característica crucial en su superficie que hace que el sistema inmunológico no las detecte como tejidos extraños y las ataque, explicó el jefe del estudio, el doctor Joshua Hare, de la Universidad de Miami.
Los pacientes incluidos en el estudio habían sufrido hace muchos años ataques cardiacos, algunos incluso hace 30 años.
Todos habían desarrollado un problema cardiaco porque el tejido cicatrizado tras el infarto había debilitado demasiado sus corazones, los cuales presentaban agrandamiento y flacidez, y habían perdido capacidad para bombear sangre con eficacia.
Los investigadores habían puesto un aviso para que personas suministraran la médula, la cual es retirada mediante una jeringa cuya aguja penetra el hueso de la cadera.
Las células fueron retiradas de la médula y replicadas durante un mes en un laboratorio en la Universidad Johns Hopkins de Baltimore; después fueron devueltas a Miami para utilizarlas en el tratamiento, el cual no implicó cirugía.
Las células fueron aplicadas mediante un tubo insertado en una arteria en una ingle y que es llevado hasta el corazón, cerca de la zona del tejido cicatrizado. Quince pacientes recibieron células madre de su propia médula y 15, de otras personas.
Casi un año después, el tejido cicatrizado se había reducido casi un tercio. Los pacientes de ambos grupos mostraron mejoría en cuanto a la distancia que podían caminar y en su calidad de vida.
No hubo diferencia importante en la medición de la eficacia del bombeo de sangre de los corazones de los pacientes que recibieron las células madre.
Sin embargo, los médicos expresaron confianza en que los pacientes continúen mejorando conforme pase el tiempo o que se logren mejores resultados a medida que se perfeccione el tratamiento.
EEM
Las células madre que forman la sangre viven cómodamente en la médula ósea, rodeadas por un séquito de células de apoyo que favorecen sus necesidades y dirigen su desarrollo – estas son las células mesenquimales. Pero el equipo de investigación, que incluyó al becario postdoctoral Dr. Aya Ludin, al profesor Steffen Jung del Departamento de Inmunología y su grupo, y Ziv Porat de la Unidad de Servicios Biológicos, descubrió otro tipo de célula de apoyo para las células madre. Se trata de una rama de la familia de los macrófagos, literalmente los “grandes comilones” del sistema inmunológico que son importantes, por ejemplo, para la eliminación de bacterias. Sin embargo, el equipo encontró que una rara sub-población de los macrófagos de médula ósea tiene otro papel que desempeñar. Cada uno de estos raros macrófagos puede tomar una célula madre bajo su protección y evitar su diferenciación.
Después de una investigación más profunda, los investigadores revelaron con todo detalle, cómo estos macrófagos protegen las células madre. Ellos segregan unas sustancias llamadas prostaglandinas, que son absorbidas por las células madre. Mediante una cadena de eventos bioquímicos, estas sustancias retrasar la diferenciación y preservar el estado juvenil de las células madre. Además, las prostaglandinas actúan sobre las células mesenquimales vecinas, activando en ellas la secreción de una sustancia enlentecedora y aumentando en las células madre la producción de receptores para esta sustancia Esta actividad, dice Lapidot, puede ayudar a las células madre que no se dividen a sobrevivir a la quimioterapia – un fenómeno conocido. Los macrófagos también sobreviven al tratamiento, y ellos responden aumentando su producción de prostaglandinas, lo que incrementa su vigilancia para la protección de las células madre.
Los macrófagos Guardaespaldas también aumentar su actividad en tiempos de infección. Mientras que otros miembros de la familia de macrófagos son reclutados para combatir a los patógenos, sus primos en la médula ósea son persistentes en su trabajo y de esta forma pueden asegurar que un grupo de células madre resistan la tentación de diferenciarse.
En un trabajo previo en el laboratorio de Lapidot, se descubrió que los tratamientos con prostaglandina pueden mejorar la cantidad y calidad de células madre. Este resultado está siendo probado actualmente por los médicos en ensayos clínicos de trasplante de células madre de la sangre del cordón umbilical para el tratamiento de pacientes adultos con leucemia. Estos ensayos están evidenciando que el tratamiento previo con prostaglandinas mejora la migración y el potencial de la repoblación, permitiendo a las pequeñas cantidades de células madre del cordón umbilical curar mejor a los pacientes. “El presente estudio sugiere la posibilidad de incrementar aún más el apoyo a las células madre de médula ósea mediante la exploración de esta fascinante conexión entre las células inmunes y las células madre”, dijo Lapidot. “La comprensión de los mecanismos que actúan en estas células podría mejorar el éxito de los trasplantes de células madre, especialmente de las de la sangre umbilical”.
Los investigadores consideran que este hallazgo tendrá consecuencias de largo alcance en los análisis genéticos, que actualmente utilizan sólo las muestras de sangre
ep / madrid
Un nuevo estudio de las células madre derivadas de la piel ha descubierto que las variaciones genéticas son comunes en los tejidos del cuerpo, un hallazgo con implicaciones profundas para la investigación genética, según investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad de Yale (Estados Unidos).
La investigación, publicada en la edición de este domingo de «Nature», termina con la creencia de que las variaciones sólo ocurrían en casos de enfermedades, como el cáncer.
«Encontramos que los seres humanos están compuestos por un mosaico de células con genomas diferentes —afirmó el autor principal, Flora Vaccarino, del Yale Child Study Center—. Vimos que el 30 por ciento de las células de la piel tenían variaciones de número de copias (CNV), que son segmentos de ADN que se eliminan o se duplican».
Así, señaló que este «mosaico visto en la piel también se puede encontrar en la sangre, el cerebro y otras partes del cuerpo». La creencia desde hace mucho tiempo ha sido que las células tienen la misma secuencia de ADN y este modelo gobierna las funciones del cuerpo.
Algunos científicos han planteado la hipótesis de que durante el desarrollo, cuando se copia el ADN de la madre a las células hijas, podría haber deleciones, duplicaciones y cambios en la secuencia del ADN, y un grupo completo de genes podrían estar afectados, premisa ha sido muy difícil de probar, pero que los científicos han hecho en este nuevo estudio.
El equipo utilizó la secuenciación del genoma completo para estudiar células madre pluripotentes inducidas (iPS), que son las células madre desarrolladas a partir de una célula madura diferenciada. El equipo hizo crecer las células tomadas de la parte interior de los brazos de dos familias y pasó dos años caracterizando estas líneas de células iPS y compararándolas con las de la piel original.
Vaccarino considera que estas líneas iPS podrían actuar como una lupa para ver el mosaico de diferencias genómicas en las células del cuerpo. «En la piel, este mosaico es extenso y por lo menos 30 por ciento de las células de la piel albergan una supresión diferente o la duplicación de ADN », dijo Vaccarino, para quien esta observación tiene consecuencias de largo alcance en los análisis genéticos, que actualmente utilizan sólo las muestras de sangre.