Dietary factors associated with hypertension
Por: Dong Zhao, Yue Qi, Zheng Zheng, Ying Wang, Xiu-Ying Zhang, Hong-Juan Li, Hai-Hang Liu, Xiao-Ting Zhang, Jie Du y Jing Liu. Nature Reviews Cardiology 8, 456-465 (August 2011).
Hypertension is one of the major risk factors for cardiovascular disease, with an impact on global health. Multiple studies have suggested that various dietary factors are associated with blood pressure (BP) and hypertension. The purpose of this Review is to provide up-to-date knowledge on the impact of dietary factors on BP and hypertension, to compare types and recommended intakes of dietary factors in hypertension management and prevention guidelines from different countries and organizations, and to outline global population-based healthy-diet strategies for hypertension control. [publicada: 17 de diciembre de 2012.]
Por: Q Chen1, S Turban, E R Miller y L J Appel. Journal of Human Hypertension (2012) 26, 664–669.
A diet rich in fruits, vegetables and low-fat dairy products, and reduced in saturated fat, total fat and cholesterol (the ‘DASH’ diet) significantly lowers blood pressure (BP). Previous studies have documented that certain therapies that lower BP increase plasma renin activity (PRA). Using data from the Dietary Approaches to Stop Hypertension (DASH) trial, we assessed the effects of dietary patterns on PRA and determined the relationship of change in PRA with change in BP on each diet. After eating a control diet for 3 weeks, participants were then randomized to receive for 8 weeks: the control diet, a diet rich in fruits and vegetables (F/V), or the DASH diet. Baseline and follow-up levels of PRA were available in 381 participants. (publicado: 05–11-2012)
National Diet and Nutrition Survey – Assessment of dietary sodium in adults (aged 19 to 64 years) in England, 2011 (pdf = 480Kb).
Por: Katharine Sadler, Sonja Nicholson, Toni Steer, Valdeep Gill, Beverley Bates, Sarah
Tipping, Lorna Cox, Alison Lennox y Ann Prentice.
This survey was designed to provide data to establish progress towards meeting the Department of Health’s target to reduce the population average of dietary salt intakes to no more than 6g per day. The aim was to collect useable 24-hour urine samples from 600 respondents, representative of the population aged 19 to 64 years living in England in the second half of 2011. Urinary sodium excretion was used to estimate salt intake. Salt intake was calculated using the equation: 17.1 mmol of sodium = 1g salt and assumes all of the sodium was derived from salt.
Prediction of Weight Loss and Regain Following Dietary, Lifestyle, and Pharmacologic Intervention
Por: A Napolitano, S R Miller, P R Murgatroyd, B Delafont, A Brooke, M Elkhawad, C Y Tan, S Virtue, A Vidal-Puig y D J Nunez. Clinical Pharmacology & Therapeutics (2012); 91 6, 1027–1034.
To develop statistical models for predicting weight loss and regain, we analyzed the phenotypic responses in an outpatient study of 60 obese subjects randomized to one of three 12-week interventions, diet (–600 kcal) alone, diet with exercise, and diet with sibutramine. This was followed by 12 weeks of observation.
Relación entre sal y presión arterial: nuevas miradas para un problema antiguo
La valoración antigua de la sal como preciosa posesión, puede haber contribuido a la noción moderna de que la adición de la sal al alimento es necesaria o aún beneficiosa. Sin embargo, durante el siglo XX, hubo muchas pruebas que orientan a una relación entre la ingestión de sal y la hipertensión en el ser humano.
El rol del balance externo de sodio en hipertensión ha sido descrito al menos desde 1954 por Dahl1 en estudios con humanos y animales de experimentación. En sus estudios este investigador y otros más, concluyeron que el principal determinante de las cifras de presión en hipertensos era la ingesta de sal. En una persona predispuesta a la hipertensión, un alto consumo de sodio inducirá a manifestaciones clínicas precoces en mayor grado y más severas2.
Desde estas publicaciones ha sido difícil estimar el consumo de sal por la población estudiada, ya sea por encuestas o la medición de sodio y otros electrolitos en orina. El consumo de sal “normal” en una población es discutible ya que no todos los humanos tenemos la misma capacidad de excretarla. Se pensó que a mayor ingesta, mayor excreción y también que el sistema renal podría ahorrar en ausencia de un adecuado consumo. Hay numerosos estudios metabólicos que indican que con función renal normal, se puede mantener el balance de sodio con ingestas del rango de 375 mg/día por períodos mayores a 1 año3.
Sin embargo, hay individuos con mayor capacidad excretora y otros con mayor capacidad retenedora del sodio ingerido, condición mediada genéticamente y que posiblemente sea expuesta por autores en esta publicación.
Recientemente apareció una publicación en una población de Turquía (Salturk Study)4 en que se enroló a 1970 normotensos e hipertensos, se les hizo una encuesta alimentaria y medida la presión arterial, se les tomó muestras de sodio urinario excretado. Se encontró una correlación linear positiva entre consumo de sal y presión sistólica y diastólica, mostrando que por cada 100 mmol/día ingeridos se aumentaba la presión en 5,8 y 3,8 mmHg sistólica/diastólica respectivamente. También se mostró en pacientes de peso normal que el consumo de sal y la presión sistólica tenían una alta y significativa correlación.
Varios reportes han demostrado claramente que el rol de una alta ingestión de sal está implicado en morbilidad y mortalidad cardiovascular y renal, incluyendo accidente vascular cerebral, infarto del miocardio, rigidez arterial, insuficiencia cardíaca e insuficiencia renal. También se ha demostrado que la disminución del potasio en adición al aumento del sodio ingerido, puede agravar manifestaciones adversas cardiovasculares y renales.
La American Heart Association en sus últimas recomendaciones5 ha dicho que, para la población general, debe reducirse el consumo diario de sodio, de los 4000 mg recomendados antes, a 1500 mg, con una meta intermedia de 2300 mg (equivalentes a 5 gramos de sal).
Un metaanálisis aparecido este último año6 ha creado una controversia en que los autores, después de analizar siete estudios aleatorios controlados de reducción de sal dietética en normotensos (tres estudios), hipertensos (dos estudios), una población surtida (un estudio), y uno de pacientes con insuficiencia cardiaca, concluyen que la restricción en el consumo de sal no tendría ningún beneficio claro para la salud.
El reanálisis de los mismos datos, pero combinando los normotensos e hipertensos, encuentra ahora estadísticamente significativa una reducción del 20% de eventos cardiovasculares y una no significativa reducción de la mortalidad de toda causa. De hecho, el autor del metaanálisis (Dr. Taylor) dice que necesitamos más pruebas, aún cuando toda la anterior evidencia muestra que la sal es el factor principal que eleva nuestra presión arterial.
Por último, es necesario que se tomen acuerdos sobre el contenido de sal de los alimentos y bebidas. Ha habido esfuerzos para que a nivel estatal se fijen normas del contenido de cloruro de sodio en ellos, con oposición de ciertas industrias, que argumentan que se pierde el sabor en ciertos alimentos y bajará su consumo. ¿Será que la hipertensión debe manejarse con criterios económicos, más que sanitarios?
(Fuente: Mednet/Medwave)
A systematic review and meta-analysis of elevated blood pressure and consumption of dairy foods (en inglés)
Por: R. A. Ralston, J. H. Lee, H. Truby, C. E. Palermo y K. Z. Walker. Journal of Human Hypertension (2012) 26, 3–13.
La hipertensión es una prioridad de salud pública en los países desarrollados y en todo el mundo y está fuertemente asociada con un mayor riesgo de la progresión de las enfermedades cardiovasculares y renales. Una revisión sistemática (meta-análisis) se llevó a cabo para examinar la asociación entre el consumo de alimentos lácteos en la edad adulta y el desarrollo de la presión arterial elevada (EBP).
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