The effect of antihypertensive drugs on chronic kidney disease: a comprehensive review
Por: Anastasia G Ptinopoulou, Maria I Pikilidou y Anastasios N Lasaridis. Hypertension Research (2013) 36, 91–101.
Data from randomized clinical trials and epidemiological evidence identify systemic hypertension as the second most common modifiable risk factor for chronic kidney disease (CKD) progression after diabetes mellitus. CKD may progress silently over the years and early diagnosis and control of hypertension is of major importance in delaying renal function decline. Recent guidelines for the treatment of hypertension suggest the use of a variety of antihypertensive drugs in order to achieve the desired blood pressure levels. Renin–angiotensin system inhibitors have been undoubtedly studied the most and are suggested by guidelines and experts as first choice in patients with hypertension and renal injury, particularly in those with diabetes, as they have repeatedly shown to significantly reduce proteinuria. [Actualizado: 20 de mayo 2013]
Por: Ihab Hajjar, Meaghan Hart, William Milberg, Vera Novak, y Lewis Lipsitz. BMC Geriatrics 2009, 9:48.
Nuestro objetivo es llevar a cabo un estudio doble ciego aleatorizado ensayo clínico controlado con antihipertensivos y función vascular endotelial y cognitiva (AVEC), para comparar un tratamiento de 3 años con antihipertensivos (lisinopril, candesartán o hidroclorotiazida) y su efecto sobre la memoria y la función ejecutiva, el flujo sanguíneo cerebral y la función endotelial centro de personas mayores con hipertensión arterial y pruebas objetivas precoz de las deficiencias ejecutivas o de memoria.
Investigaciones expone trabajos que pueden aún no tener evidencias suficientes por su actualidad.
Por: Ji Young Park, Jung Wook Yun, Young Whan Choi, Jin Ung Bae, Kyo Won Seo, Seung Jin Lee, So Youn Park, Ki Whan Hong y Chi Dae Kim. Hypertension Research (2012) 35, 928–934.
These alterations in BP, NOS phosphorylation and ROS production in the vasculature of Ang II-treated mice were markedly and dose-dependently reversed by simultaneous administration of GA (2 and 10μg kg−1 per min). In addition, Ang II-induced ROS production in cultured vascular cells such as endothelial cells and vascular smooth muscle cells was markedly attenuated by GA. These results suggested that GA attenuated the increase in BP via preservation of vascular NO bioavailability not only by inhibiting ROS production but also by preventing the impairment of eNOS function in the vasculature of Ang II-induced hypertensive mice.
Investigaciones expone trabajos que pueden aún no tener evidencias suficientes por su actualidad.
Por: Rui-feng Duan, Wen-yu Cui y Hai Wang. Acta Pharmacologica Sinica (2011) 32: 1078–1084.
To study the relationship between the antihypertensive response of iptakalim and KCNJ11 polymorphisms in Chinese Han hypertensive patients.
Four common A190A, E23K, I337V and 3′UTR +62 G/A polymorphisms were found in KCNJ11. The E23K, I337V and 3′UTR +62 G/A polymorphisms were in complete linkage disequilibrium, and I337V was used as a representative.
The results suggest the KCNJ11 polymorphisms are associated with the SBP-lowering response of short-term iptakalim therapy in Chinese Han hypertensive patients.
Dos antihipertensivos comunes funcionan igual de bien en la prevención de los problemas del corazón
Una revisión no muestra diferencias entre atenolol y metoprolol para evitar el ataque cardiaco o el ACV
En una revisión que comparó a dos fármacos cardiacos comunes entre sí, los investigadores no hallaron ninguna diferencia entre atenolol y metoprolol en términos de la prevención del accidente cerebrovascular (ACV), el ataque cardiaco o la insuficiencia cardiaca entre los pacientes con hipertensión a quienes se administraron los medicamentos.
El atenolol (Tenormin) y el tartrato de metoprolol (Lopressor) son bloqueadores beta ampliamente usados para tratar la hipertensión y los problemas del corazón. Investigaciones anteriores han sugerido que el atenolol podría ser menos eficaz que otros antihipertensivos para prevenir los eventos cardiovasculares en pacientes hipertensos.
En este estudio, los investigadores revisaron los expedientes médicos de casi 121,000 pacientes de EE. UU. con hipertensión pero sin antecedentes de enfermedad cardiaca, que comenzaron a tomar uno de los dos medicamentos entre 2000 y 2009. Alrededor de diez veces más pacientes usaban atenolol que metoprolol.
Durante un seguimiento que en promedio duró unos cinco años, no hubo diferencias estadísticamente significativas en las tasas de ataque cardiaco, ACV ni insuficiencia cardiaca entre ambos grupos de pacientes.
“En conclusión, no hallamos ninguna diferencia en las tasas de eventos [cardiacos]… entre atenolol y metoprolol”, señalaron la autora de la revisión Emily Parker, del Instituto de Educación e Investigación HealthPartners en Minneapolis, y colegas. Sin embargo, los investigadores añadieron que los hallazgos “se deben interpretar con precaución, dado que no ha habido ensayos que comparen a estos dos bloqueadores beta directamente”.
Dos expertos que no participaron en el estudio señalaron que los pacientes tienen muchas opciones para tratar la hipertensión.
“Como muchos de mis colegas, yo también uso bloqueadores beta como añadido a la estrategia antihipertensiva para los pacientes que están siendo tratados por hipertensión pero que aún no tienen otros problemas cardiacos”, comentó el Dr. David Friedman, jefe de servicios de insuficiencia cardiaca del Hospital Plainview de North Shore-LIJ, en Plainview, Nueva York. Sin embargo, añadió que “cuando solo hay que tratar la hipertensión, los bloqueadores beta han perdido protagonismo ante otros fármacos, como los diuréticos”.
El Dr. Kenneth Ong es presidente en funciones del departamento de medicina y cardiología del Centro Hospitalario de Brooklyn, en la ciudad de Nueva York. Anotó que ha habido debate sobre si el atenolol funciona tan bien como otros fármacos usados para combatir la hipertensión.
“Aunque este estudio es un análisis retrospectivo, sugiere que quizás cambiar de atenolol a tartrato de metoprolol no tenga mérito”, dijo. “Será importante verificar estos hallazgos con un ensayo prospectivo aleatorio”.
La revisión fue financiada por el Instituto Nacional del Corazón, los Pulmones y la Sangre de EE. UU., y aparece en la edición en línea del 27 de agosto de la revista Archives of Internal Medicine.
(Fuente: HealthDay News)
Por: Ihab Hajjar, Meaghan Hart, William Milberg, Vera Novak y Lewis Lipsitz.
The AVEC trial is the first study to explore impact of antihypertensives in those who are showing early evidence of cognitive difficulties that did not reach the threshold of dementia.
Success of this trial will offer new therapeutic application of antihypertensives that inhibit the renin angiotensin system and new insights in the role of this system in aging.
Episodios de gota: no todos los antihipertensivos son iguales
Se estima que tres de cada cuatro pacientes con episodios de gota son hipertensos. El riesgo de sufrir ataques de gota esta asociado a la hipertensión a través de una disminución del flujo
renal con un incremento de la resistencia renal y periférica así como una disminución de la excreción renal de uratos.
Algunos fármacos antihipertensivos aumentan los niveles séricos de acido úrico contribuyendo a aumentar el riesgo de sufrir ataques de gota, siendo bien conocido el incremento de los niveles
de acido úrico y episodios de gota inducidos por los diuréticos. El uso de betabloqueantes se ha relacionado igualmente con aumento de los niveles de acido úrico en ensayos de corta duración,
mientras que los calcioantagonistas y losartan se han relacionado con disminución de los niveles de ácido úrico.
Sin embargo, hasta la fecha no se había llevado a cabo ningún estudio que relacione el riesgo de sufrir ataques de gota para las diferentes familias de fármacos antihipertensivos.
Para responder esta cuestión, se ha publicado en BMJ un estudio de casos y controles anidados realizado por Choi y colaboradores, con la colaboración del Centro Español de
Investigación Farmacoepidemiológica. Al inicio del mismo, los pacientes debían estar libres de padecer gota y cáncer. La muestra se seleccionó a partir de una base de datos de Reino Unido
con unos cuatro millones de registros entre enero de 2000 y diciembre de 2007. Finalmente el estudio incluyó 24.768 pacientes con nuevo diagnostico de gota y 50.000 controles.
Los autores encontraron un menor riesgo de sufrir ataques de gota en pacientes hipertensos en tratamiento con calcioantagonistas (RR: 0.87, IC95%: 0.82-0.93) y losartan (RR: 0.81, IC95%:
0.70-0.94). La diferencia absoluta de riesgo fue de 60 y 86 casos por 100.000 personas año.
El uso de diuréticos (RR: 2.36, IC95%: 2.21-2.52), de betabloqueantes (RR: 1.48, IC95%: 1.40-1.57), de IECAs (RR:1.24, IC 95%: 1.17-1.32) y de ARA2 excluido losartan (RR: 1,29,
IC95%: 1.16-1.43) se asoció a un mayor riesgo de ataques de gota. La diferencia absoluta de riesgo fue respectivamente de 572, 218, 109 y 132 casos por 100.000 personas año.
Respecto a las terapias combinadas, la magnitud y dirección de la asociación en el riesgo relativo fue coincidente con el observado en monoterapia. En terapia dual con diuréticos el riesgo
fue mayor con betabloqueantes (RR: 3.33, IC95%: 3.03-3.66) y con IECAs (RR:3.17, IC95%: 2.90-3.47) que con calcioantagnistas (RR: 2.11, IC95: 1.87-2.38). En utilización combinada con
betabloqueantes el riesgo relativo fue mayor con IECAs (RR:1.70, IC95%:1.48-1.96) que con calcioantagonistas (RR:1.24, IC95%: 1.7-1.96), mientras que no fue significativo en el caso de la
combinación de IECAs y calcioantagonistas (RR:1.13, IC95%: 0.96-1.32).
Los autores indican que los resultados del estudio podrían tener implicaciones prácticas en el manejo de los pacientes hipertensos, particularmente entre los de mayor riesgo de sufrir ataques
de gota.
El editorial que acompaña al trabajo finaliza diciendo que, además de reducir los ataques de gota, un descenso en los niveles de ácido úrico puede mejorar el pronóstico renal y
cardiovascular en los pacientes con hipertensión.
(Fuente: Hemos.es)
http://www.hemosleido.es/?p=1214
Se estima que tres de cada cuatro pacientes con episodios de gota son hipertensos. El riesgo de sufrir ataques de gota esta asociado a la hipertensión a través de una disminución del flujo
renal con un incremento de la resistencia renal y periférica así como una disminución de la excreción renal de uratos.
Algunos fármacos antihipertensivos aumentan los niveles séricos de acido úrico contribuyendo a aumentar el riesgo de sufrir ataques de gota, siendo bien conocido el incremento de los niveles
de acido úrico y episodios de gota inducidos por los diuréticos. El uso de betabloqueantes se ha relacionado igualmente con aumento de los niveles de acido úrico en ensayos de corta duración,
mientras que los calcioantagonistas y losartan se han relacionado con disminución de los niveles de ácido úrico.
Sin embargo, hasta la fecha no se había llevado a cabo ningún estudio que relacione el riesgo de sufrir ataques de gota para las diferentes familias de fármacos antihipertensivos.
Para responder esta cuestión, se ha publicado en BMJ un estudio de casos y controles anidados realizado por Choi y colaboradores, con la colaboración del Centro Español de
Investigación Farmacoepidemiológica. Al inicio del mismo, los pacientes debían estar libres de padecer gota y cáncer. La muestra se seleccionó a partir de una base de datos de Reino Unido
con unos cuatro millones de registros entre enero de 2000 y diciembre de 2007. Finalmente el estudio incluyó 24.768 pacientes con nuevo diagnostico de gota y 50.000 controles.
Los autores encontraron un menor riesgo de sufrir ataques de gota en pacientes hipertensos en tratamiento con calcioantagonistas (RR: 0.87, IC95%: 0.82-0.93) y losartan (RR: 0.81, IC95%:
0.70-0.94). La diferencia absoluta de riesgo fue de 60 y 86 casos por 100.000 personas año.
El uso de diuréticos (RR: 2.36, IC95%: 2.21-2.52), de betabloqueantes (RR: 1.48, IC95%: 1.40-1.57), de IECAs (RR:1.24, IC 95%: 1.17-1.32) y de ARA2 excluido losartan (RR: 1,29,
IC95%: 1.16-1.43) se asoció a un mayor riesgo de ataques de gota. La diferencia absoluta de riesgo fue respectivamente de 572, 218, 109 y 132 casos por 100.000 personas año.
Respecto a las terapias combinadas, la magnitud y dirección de la asociación en el riesgo relativo fue coincidente con el observado en monoterapia. En terapia dual con diuréticos el riesgo
fue mayor con betabloqueantes (RR: 3.33, IC95%: 3.03-3.66) y con IECAs (RR:3.17, IC95%: 2.90-3.47) que con calcioantagnistas (RR: 2.11, IC95: 1.87-2.38). En utilización combinada con
betabloqueantes el riesgo relativo fue mayor con IECAs (RR:1.70, IC95%:1.48-1.96) que con calcioantagonistas (RR:1.24, IC95%: 1.7-1.96), mientras que no fue significativo en el caso de la
combinación de IECAs y calcioantagonistas (RR:1.13, IC95%: 0.96-1.32).
Los autores indican que los resultados del estudio podrían tener implicaciones prácticas en el manejo de los pacientes hipertensos, particularmente entre los de mayor riesgo de sufrir ataques
de gota.
El editorial que acompaña al trabajo finaliza diciendo que, además de reducir los ataques de gota, un descenso en los niveles de ácido úrico puede mejorar el pronóstico renal y
cardiovascular en los pacientes con hipertensión.
(Fuente: Hemos.es)
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