Murcia, 21 nov (EFE).- Un equipo de Científicos del Instituto Murciano de Investigación y Desarrollo Agrario y Alimentario (IMIDA), dirigido por José Luis Cenis, se ha convertido en referente español en materiales procedentes de la seda con aplicaciones en la medicina regenerativa y para productos cosméticos de alta calidad.
Desde principios del siglo XX el hilo de seda se ha utilizado como material de sutura quirúrgico por su buena biocompatibilidad y resistencia mecánica, pero las investigaciones que se llevan a cabo ahora, principalmente en Estados Unidos, China y España, han dado con nuevas posibilidades para la regeneración de tejidos, que por el momento están en su fase experimental.
En una entrevista con la Agencia EFE, Cenis afirma que la ciencia dispone de materiales sintéticos como los biopolímeros, cerámicas o biovidrio, y con otros más naturales como el colágeno o alginatos, pero la seda, otrora una industria textil floreciente, se ha convertido desde hace poco en uno de los biomateriales de mayor calidad y potencial para la “ingeniería de tejidos”.
En el IMIDA trabajan, en un proyecto conjunto con la universidad china de Zhejiang, con varias presentaciones extraídas del gusano de seda como las esponjas o ‘armazones’, que son adecuados para que crezcan células de médula ósea o tejidos humanos capaces de reemplazar otros que están lesionados, evitando el riesgo de rechazo del sistema inmune.
La fibroína, una proteína presente en la seda, también puede presentarse como microesferas para la liberación controlada de fármacos, lo que supone un campo de enorme interés para la industria farmacéutica.
Por otra parte, y en el campo cosmético, estos investigadores trabajan con extractos de crisálida y fibroína por su efecto regenerante en la piel.
La seda es segregada por el gusano para elaborar el capullo, y el hilo de seda que se puede extraer consta de dos proteínas, la fibroína, que es el 70 por ciento del capullo, y la sericina, desechada en el proceso textil, aunque con aplicaciones en medicina y cosmética.
Según José Luis Cenis, la fibroína no produce rechazo ni respuesta inflamatoria en los tejidos donde se injerta, tiene gran resistencia mecánica y flexibilidad, es biodegradable, pero a un ritmo más lento que en otros biomateriales orgánicos, y en un año se reabsorbe totalmente. A ello se añade que su producción es sencilla y sostenible.
Una de sus ventajas es la facilidad de fabricación como biomaterial, siendo su presentación más sencilla en forma de film para el recubrimiento de otros materiales, y lo que se ha demostrado es que esta “película” de seda tiene un efecto positivo significativo en la regeneración de la piel.
Usado como vendaje produce una mayor regeneración celular y menor reacción inflamatoria, que se traduce en tiempos de cicatrización más cortos.
En forma de matrices o armazones porosos tridimensionales pueden emplearse como soportes destinados al cultivo de células madre de médula ósea que son capaces de formar nuevo tejido óseo con el que reparar fracturas.
La regeneración del hueso, cartílago o ligamentos son algunas de las aplicaciones de los biomateriales de seda y, en este sentido, un uso muy interesante resulta para la reconstrucción de ligamento cruzado de la rodilla mediante la elaboración de un cordón de fibras de seda que, posteriormente, se siembran con células mesenquimales de la médula ósea.
Pero no solo el gusano de seda resulta interesante para el IMIDA, sino que la morera, de cuya hoja se alimenta, presenta un campo por descubrir, ya que los extractos de su raíz y corteza son empleados en la medicina tradicional china y coreana como productos naturales efectivos frente a diversos problemas.
La universidad de Zhejiang, en Hangzhou (China); la estación sericícola de Padua (Italia) o el Instituto Tecnológico de Massachussets (EEUU) son algunas de las entidades internacionales líderes en estas tecnologías, y con las que el IMIDA lleva a cabo investigaciones conjuntas desde hace varios meses.
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