Presión arterial sin control puede dañar el cerebro a los 40 años de edad.
La presión arterial alta no controlada daña la estructura y función del cerebro tan pronto como al inicio de los 40 años de edad, según un estudio de la Universidad de California en Davis.
Según el estudio, incluso los cerebros de personas en edad madura, que no tenían un diagnóstico clínico de hipertensión, muestran evidencia del silencioso daño estructural del cerebro.
La investigación descubrió un “envejecimiento acelerado” del cerebro en personas con hipertensión y prehipertensión en la década de sus 40 años de edad, que incluía daño a la integridad estructural de la materia blanca del cerebro y al volumen de su materia gris.
Ese hallazgo sugiere que la lesión vascular del cerebro “se desarrolla insidiosamente durante toda la vida con efectos visibles”, indicó el estudio.
Se trata del primer estudio que demuestra que hay un daño estructural en los cerebros de adultos al inicio de la edad madura como resultado de la alta presión arterial.
La alta presión arterial ya ha sido vinculada con el daño estructural a la materia blanca del cerebro y el deterioro cognitivo en los individuos de edad avanzada.
La investigación, publicada en línea en la revista médica The Lancet Neurology (doi:10.1016/S1474-4422(12)70241-7) y que aparecerá en el ejemplar impreso de diciembre próximo, enfatiza la necesidad de poner atención a los factores de riesgo vasculares para el envejecimiento del cerebro, explicó Charles DeCarli, coautor del estudio.
“El mensaje aquí es sumamente claro: Las personas pueden influenciar la salud del cerebro a la edad avanzada, conociendo y tratando su presión arterial mientras son jóvenes”, observó DeCarli, profesor de neurología y director del Centro de la Enfermedad de Alzheimer de UC Davis.
“Las personas en nuestro estudio eran normales desde el punto de vista cognitivo, así que la ausencia de síntomas no significa nada”, precisó.
La presión arterial normal debe ser de 120 para la presión arterial sistólica, o sea el número en la parte superior, y por debajo de 80 para la presión diastólica, el número en la parte inferior.
Se calcula que cerca de 50 millones de estadounidenses sufren de hipertensión, condición vinculada con un riesgo del 62 % de enfermedad cerebrovascular, como un ataque isquémico, y un riesgo del 49 % de enfermedad cardiovascular. Es el factor de riesgo más grande de mortalidad en EE.UU., indicó el estudio. Otros estudios han identificado vínculos entre la presión arterial elevada y un mayor riesgo de lesión cerebral y atrofia, que conduce a un desempeño cognitivo reducido y a una mayor probabilidad de demencia. Por ello, se considera que la hipertensión es un importante factor de riesgo “modificable” para el deterioro cognitivo en la vejez.
Según el estudio, hay evidencia de que reducir la presión arterial a partir de los 40 años de edad y entre personas al inicio de su vejez puede ayudar a prevenir el deterioro cognitivo y la demencia en la ancianidad.
El estudio, titulado “Los efectos de la presión arterial sistólica en la integridad de la materia blanca en los adultos jóvenes: del estudio del corazón de Framingham”, incluyó a 579 participantes de Framingham (Massachusetts) que, en promedio, tenían 39 años de edad cuando se les reclutó para el estudio, iniciado en 2009.
Los participantes fueron divididos entre los que tenían presión arterial normal, los que eran prehipertensos y los que tenían alta presión arterial. También se tomó en cuenta factores como el tratamiento médico para la alta presión arterial y el uso de cigarrillos.
El estudio recurrió a imágenes por resonancia magnética (MRI, en inglés) para determinar la salud cerebral de los participantes, usando varias medidas de la lesión de la materia blanca, como la anisotrofía fraccional, y el volumen de la materia gris.
En personas hipertensas, la anisotrofía fraccional en los lóbulos frontales fueron se redujo en un promedio del 6.5% por ciento, y esos individuos también registraron una reducción, en promedio, del 9% de la materia gris en el lóbulo frontal del cerebro.
Los autores notaron que la rigidez de las arterias, con el proceso de envejecimiento, causa un aumento de la presión arterial, lo que a su vez provoca que disminuya el flujo de sangre al cerebro.
Tomado: Effects of systolic blood pressure on white-matter integrity in young adults in the Framingham Heart Study: a cross-sectional study.The Lancet Neurology, 2 Nov 2012.
(Fuente: Boletin Aldia. Infomed) [Publicada por: EFE el 31 de octubre 2012] [publicada en la página 15 de noviembre 2012.]
La presión sistólica alta, un riesgo para el adulto mayor
A edades avanzadas, un elevado valor de la “máxima” pasa a ser un indicador de rigidez en las arterias y, por lo tanto, un posible predictor de infarto y de accidente cerebrovascular.
La hipertensión arterial es una condición crónica que padece alrededor de un tercio de la población argentina adulta –gran parte sin saberlo–y se diagnostica cuando los valores de presión arterial sistólica y diastólica, conocidos masivamente como “máxima” y “mínima”, respectivamente, superan la marca de 140 y 90 milímetros de mercurio (mmHg).
Es una enfermedad crónica y un “asesino silencioso”, porque es una de las principales causas de infarto de miocardio, ACV e insuficiencia renal crónica sin dar síntomas previos, y está relacionada íntimamente con el deterioro cognitivo en la vejez, la diabetes, las apneas del sueño y otros trastornos de la salud.
Sin embargo, estudios poblacionales hechos en otros países mostraron que, en los adultos mayores, también son de temer los valores de presión sistólica por encima de 140 mmHg, aun cuando la presión diastólica sea normal.
El famoso estudio Framingham, en el que se realiza el seguimiento de toda la población de una localidad estadounidense a través de los años, revela que en las personas mayores de 60 años, la presión sistólica alta servía por sí sola para predecir con un 94% de exactitud el diagnóstico de hipertensión arterial, mientras que con la presión diastólica la correlación (es decir, el poder predictivo) no alcanza a los dos tercios de la población.
Esto, según el estudio de Framingham, es más frecuente en las mujeres, ya que un 65% de ellas padece esta condición a la edad de 65 años; aunque a los 75, las tres cuartas partes de la oblación (hombres y mujeres) tiene hipertensión arterial sistólica alta.
¿Por qué existe riesgo aun cuando la presión diastólica sea normal?
Según explica el doctor Luis María Pupi, médico cardiólogo y presidente de la Sociedad de Cardiología de Buenos Aires (Socba), el riesgo es mayor justamente cuando la diastólica es normal o incluso más baja, es decir: cuanto mayor sea la diferencia entre los valores de “máxima” y de “mínima” –diferencia a la que los especialistas llaman “presión de pulso”–, mayor es el riesgo para la persona anciana.
“Esto sucede porque la diferencia entre esos valores indica el grado de rigidez de las arterias de la persona”, apunta el doctor Pupi, quien preside además el Segundo Week-End Internacional de Hipertensión Arterial que se realizará en el Hotel Panamericano de la ciudad de Buenos Aires los días 16 y 17 de noviembre de 2012, organizado conjuntamente por Socba y la Sociedad de Cardiología de Corrientes (Socacorr), ambas entidades nucleadas en la Federación Argentina de Cardiología (FAC).
“La presión arterial sistólica alta tiene un valor predictivo del 93 por ciento para eventos cardiovasculares”, aseguró el doctor Pupi, lo cual implicaría 20 puntos más de importancia que considerar la presión diastólica, “especialmente a partir de los 53 años de edad”.
Los relevamientos poblacionales indican además que, a diferencia de la presión sistólica que siempre tiende a aumentar a medida que se avanza en edad, la presión diastólica tiende justamente a bajar a partir de los 50 años de edad, con lo que la diferencia que marca la presión de pulso –y por lo tanto, el grado de riesgo– es cada vez mayor.
Según el especialista, la presión sistólica puede ser controlada mediante tratamientos farmacológicos específicos, ya que hay varias combinaciones disponibles; y por otra parte, “una medida no farmacológica que suele ser muy eficaz en las personas de mayor edad es la de reducir el consumo de sal en las comidas, porque en ellas la presión sistólica suele ser muy sodio-dependiente”.
La hipertensión arterial en los adultos mayores
El doctor Pupi advierte que es un error común el pensar que es “normal” que las personas mayores de 60 años tengan una mayor rigidez en las arterias; no porque no sea realmente frecuente, porque lo es, pero en realidad representa una importante condición de riesgo que puede ser significativamente reducida mediante un tratamiento farmacológico adecuado y algunas medidas que modifiquen el estilo de vida.
Otro mito que según su criterio debería ser derribado es aquel que reza que para calcular la presión arterial sistólica normal de una persona vale una supuesta regla de sumar “la edad de la persona –en mmHg– más 100”: para dar un ejemplo, una presión de 170 mmHg en una persona de 70 años no puede ser considerado “normal”, sino que implica un elevado riesgo.
Los organizadores del encuentro indicaron que el manejo de la hipertensión en los adultos mayores será uno de los principales temas a tratar en el mencionado encuentro médico científico. En una mesa conjunta con médicos geriatras y psiquiatras, coordinada por los doctores Hugo Schifis (SAGG) y Rosa Ruffa (AAP) se tratará la propensión a los problemas cognitivos en las personas mayores con problemas vasculares, el efecto específico de la hipertensión en el anciano, la prevención de las demencias en base al control de la presión arterial y el efecto de un programa de ejercicios físicos en el control de estas patologías de base.
“Después de los sesenta años la presión arterial no se comporta de la misma manera que en personas más jóvenes, especialmente por problemas como la mayor variabilidad de la presión, y porque aparecen problemas adicionales, tales como el riesgo de que la presión, ante el esfuerzo por ser controlada mediante el tratamiento, baje demasiado”, explica Pupi. La hipotensión ortostática y posprandial (es decir: la baja de presión al pararse o después de comer) son condiciones más frecuentes en las personas añosas, y las exponen a debilitamientos y desmayos, que en casos de movilidad reducida o con una capacidad de recuperación a los accidentes disminuida, terminan significando un riesgo para la propia vida.
En este sentido, señaló que es conveniente un diagnóstico adecuado de la hipertensión, mediante la técnica de monitoreo ambulatorio, un seguimiento que se hace de la presión del paciente durante las 24 horas para conocer los valores con más precisión y evitar la llamada “hipertensión de guardapolvo blanco”, que es el aumento momentáneo de la presión arterial que muchas personas sufren ante la ansiedad de la consulta médica, pero que en realidad no implica que la persona sea hipertensa.
“En las personas añosas, el médico debe procurar la utilización de drogas de mayor tolerabilidad y de vida media larga, con el menor número de dosis posible”, enfatizó el especialista.
“El sentido principal de este week-end es el de tratar los nuevos abordajes terapéuticos”, apunta por su parte el doctor Jorge Castiello, médico cardiólogo del Hospital “Cosme Argerich” de la ciudad de Buenos Aires e integrante del Comité Organizador de la jornada, quien se va a referir al impacto del ejercicio físico en el control de esta afección crónica: “A una persona anciana que mantiene un adecuado nivel de actividad física, la presión le baja uno o dos puntos respecto del que es sedentario –aseguró–. Pero además la persona hipertensa tiene en general otros factores de riesgo, como la diabetes o el colesterol, cuyos valores también mejoran cuando se realiza ejercicio”.
Con los nutricionistas y los especialistas en obesidad y lípidos se debatirán las últimas estrategias para el tratamiento de los trastornos metabólicos asociados con la hipertensión, que está fuertemente ligada a la epidemia de diabetes tipo II, la obesidad y otros factores que colaboran en el deterioro de las paredes de las arterias.
Los principales órganos que resultan blanco de la hipertensión arterial son el corazón (que con el aumento de la presión arterial sufre una hipertrofia capaz de conducir al infarto), el cerebro y los riñones. En estos últimos, la función vital de filtrado de la sangre justamente se vale de la presión en las arterias entrantes, a la vez que la regula. Los riñones también producen la renina, hormona que se transforma en angiotensina e interviene en la regulación de la presión arterial. Presión y función renal se interregulan mutuamente, y por eso la insuficiencia renal en sus grados severos, que pueden llevar a la necesidad de un tratamiento de diálisis o un trasplante, es una de las consecuencias más temidas de la hipertensión.
Por último, la hipertensión no sólo es por antonomasia la gran causa de accidente cerebrovascular (ACV), sino que, según lo van dilucidando cada vez más estudios médicos –tema que tratará el doctor Augusto Vicario en el encuentro de noviembre– produce microlesiones acumulativas a nivel de los vasos cerebrales, imperceptibles al principio, pero que a la larga comprometen de manera seria e irreversible las capacidades cognitivas a medida que pasan los años.
Los doctores Judith Zilberman y Ernesto Ylarri coordinarán la mesa dedicada al tratamiento de la hipertensión en la mujer: los mecanismos fisiológicos que la determinan y sus diferencias con la hipertensión arterial en el hombre, la hipertensión en las mujeres embarazadas y sus consecuencias a largo plazo.
“La hipertensión arterial hoy es absolutamente frecuente, y mucha gente desconoce que la tiene –resumió el doctor Castiello– por eso es necesario informarnos sobre las últimas novedades en el tema y cómo tratar mejor a los pacientes”.
(Fuente: ANDigital – publicada el 08 de noviembre 2012)
Hipertensión arterial puede ocasionar un accidente cerebrovascular
Según el informe de estadísticas sanitarias Mundiales 2012 de la Organización Mundial de la Salud (OMS), en el mundo 1 de cada 3 adultos tiene presión alta lo que causa alrededor de la mitad de todas las muertes por accidente cerebrovascular (ACV) y enfermedad cardiaca, las personas mayores de 65 años son las más propensas a sufrir esta enfermedad que produce discapacidad permanente o la muerte.
Entre los factores que producen esta enfermedad son la diabetes, arritmia cardiaca, obesidad, consumo excesivo de alcohol, tabaco y no practicar algún deporte, manifestó la Dra. Jackeline Cortez, especialista en neurología del Hospital de la Solidaridad.
“Es importante prestar atención a los dolores de cabeza intensos, pérdidas bruscas y temporales de la visión, fallas en los movimientos y al hablar; son signos de alarma para acudir rápidamente al hospital más cercano y confirmar si hay algún riesgo de ACV y tratarlo a tiempo”, indicó la especialista.
Según la neuróloga , las secuelas físicas que produce esta enfermedad dan lugar a un considerable número de discapacidades y por ende a un grave problema social, se produce deterioro de la conciencia que puede llevar a la demencia, dificultad para deglutir, dificultad para movilizar la mitad del cuerpo y los ojos, labilidad emocional (llantos, risas inapropiadas o, en general, respuestas emocionales desproporcionadas como reacción a la afectación física) y que en ningún caso significa que exista un auténtico problema psiquiátrico.
“La mayoría de pacientes que se acercan a los Hospitales de la Solidaridad presentan problemas de presión alta, arritmia cardiaca, stress, obesidad, por ello lo más recomendable para evitar esta enfermedad es realizar ejercicios, comer saludable, evitar el exceso de alcohol, tabaco, y controlar de forma adecuada presión arterial y otras enfermedades cardíacas”, agregó.
(Fuente: http://www.rpp.com.pe)
Nighttime Blood Pressure Dipping in Postmenopausal Women With Coronary Heart Disease
Por: Andrew Sherwood, Julie K. Bower, Faye S. Routledge, James A. Blumenthal, Judith A. McFetridge-Durdle, L. Kristin Newby y Alan L. Hinderliter. American Journal of Hypertension (2012); 25 10, 1077–1082.
La alta presión arterial nocturna (BP) es pronóstico de morbilidad y mortalidad cardiovascular. Esta relación puede ser más fuerte en las mujeres que en los hombres. El presente estudio presenta la hipótesis de que la enfermedad de la arteria coronaria (CAD) y la edad avanzada se asocia con BP atenuación del descenso en las mujeres posmenopáusicas. Los efectos de la actividad física durante el día y la calidad del sueño nocturno en BP también fueron examinados.
Para las mujeres posmenopáusicas, la presencia de enferemedad de la arteria coronaria y la edad están acompañados por la BP, lo que puede aumentar el riesgo de eventos cardiovasculares adversos.
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