Ojo seco: un poco de historia

hombre antiguo EgiptoAl referirnos a la historia del ojo seco surge de inmediato la palabra indoeuropea “dakru”. Esta palabra, formada por los prefijos udar y oku, cuyos significados serían (según Murube del Castillo) agua y ojo respectivamente, resulta significativamente coincidente con palabras que en idioma mandarín, coreano e indonesio encierran el mismo significado: agua-ojo.

El por qué se dio este nombre a la lágrima es hipotético. Conocemos 3 explicaciones :

  1. Bopp (1874) lo derivó de dans (morder, mordiente) y el sufijo -ru.
  2. Pokorny (1959), de akru (salino, acre) y el prefijo d-.
  3. Murube del Castillo propone (1981, 1986) como más probable, que se aprovechasen términos sin duda preexistentes como uda (agua), -r- (fluir) y oku (ojo), dando *uda-r-oku (agua que fluye del ojo) y más tarde *dakru. En apoyo de esta hipótesis aparte de su posibilidad etimológica, está la analogía con otras muchas lenguas que usan esta combinación para designar a las lágrimas : en Nahuatl (Méjico), ixayotl (cara-agua); en coreano, num-mul (ojo-agua); en mandarín (China), yan-lei (ojo-agua); en indonesio, air-mata (agua-ojo); en malgache (Madagascar), ranu-masu (agua-ojo); en ibo (Nigeria), anya-miri (ojo-agua), etc.

Desde la remota antigüedad hasta muy recientemente (e incluso hasta ahora, en ciertas situaciones) la clasificación de la mayoría de las enfermedades no se podía hacer por su etiología o patogenia, sino por su apariencia clínica. Así, el ojo seco sólo podía diagnosticarse cuando la sequedad de la superficie ocular era macroscópicamente notoria.

En la Grecia clásica, sólo al ojo seco grave, sin lágrima, se le daba el nombre de xeroftalmía (de xérós, seco, ophthalmos, ojo e -ía, sufijo de enfermedad). Xeroftalmía era la oftalmía seca y xeroftalmos la persona que padecía xeroftalmía. Hipócrates había clasificado las enfermedades oculares en secas y húmedas, y consideraba a las secas como debidas a la constitución humoral del paciente y al aire, de forma que la xeroftalmía afectaba principalmente a las personas biliosas, bajo el efecto en verano de viento del norte con tiempo frío y seco y, en invierno, de viento del sur con tiempo suave y lluvioso.

La xeroftalmía era más grave que las oftalmías húmedas, y si el viento persistía, evolucionaba rápidamente a úlceras y finalmente a la perforación del ojo (Hipócrates, siglos V y IV a.C.).

Fuente:

Oftalmólogos. Argentina