Obesidad e hipertensión arterial en la infancia.
La obesidad está alcanzando porcentajes epidémicos tanto en los países desarrollados como en los emergentes o en vías de desarrollo. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), más de mil millones de individuos sufren sobrepeso en el mundo, de los cuales casi trescientos millones pueden ser considerados obesos.
En la actualidad la evidencia científica y epidemiológica demuestra e identifica al sobrepeso y la obesidad como factores de riesgo para el desarrollo de enfermedades crónicas denominadas “no transmisibles”, tales como la hipertensión arterial, la diabetes mellitus tipo II, la dislipemia, etc.
Un aspecto últimamente estudiado es la relación que cabe entre sobrepeso, obesidad e hipertensión arterial fundamentalmente en edades tempranas de la vida como la niñez y la adolescencia, donde la prevalencia de las mismas en este grupo etáreo en particular se incrementa progresiva y paralelamente al aumento de las puntuaciones del índice de masa corporal. Por lo tanto, la hipertensión arterial es ya una realidad constatable hasta en un 30% de los niños obesos.
Precisamente en los últimos años se demostró que la presencia de los factores de riesgo mencionados en la niñez ya se asocian a cambios ateroscleróticos en la pared de los vasos arteriales y en este sentido la OMS llamó la atención acerca de la importancia de la medición rutinaria de la presión arterial, la talla y el peso en niños y adolescentes para la detección temprana de la hipertensión arterial y la obesidad.
La clasificación del “Fourth Report on the Diagnosis, Evaluation, and Treatment of High Blood Pressure in Children and Adolescents” (considera presión arterial normal alta a lecturas reiteradas entre valores comprendidos en los percentilos 90 y 95 para edad y sexo, e hipertensión arterial a valores iguales o superiores al percentilo 95 en al menos tres visitas consecutivas.
Aunque la incidencia general de hipertensión arterial en niños es baja, en número creciente son hoy identificados como portadores de factores de riesgo genéticos ó metabólicos para desarrollar futura hipertensión arterial, lo que hace necesario que estos factores de riesgo sean conocidos y manejados por el médico a temprana edad, para aplicar medidas cuando todavía el niño está normotenso, previniendo la aparición de hipertensión arterial o finalmente retardándola lo más posible. Véase el trabajo publicado.
Resulta entonces de fundamental interés conocer la prevalencia de la misma como así también la relación con otros factores de riesgo cardiovascular en este grupo etáreo, para establecer una óptima estrategia preventiva y terapéutica tal como queda demostrado en el trabajo publicado en este volumen de la Revista de la Federación Argentina de Cardiología: “Hipertensión Arterial y su asociación con variables antropométricas en adolescentes escolarizados de la ciudad de Salta”, donde precisamente se describe la estrecha relación entre hipertensión arterial y la obesidad infantil.
(Fuente: Revista Argentina de Cardiología)
Por: Gotthelf Susana Judith y Fonseca Maria De Jesus Mendes Da. Rev Fed Arg Cardiol. 2012; 41(2): 96-102.
La prevalencia de hipertensión arterial en la infancia es del 1-3% en la infancia y llega al 10% en la adolescencia. El peso corporal guarda una relación directa con la presión arterial, y su asociación con la presión elevada se ha documentado en diferentes grupos de edad. Se confirma la presencia de un problema actual de salud en los adolescentes: la hipertensión arterial, íntimamente relacionada al aumento de peso. Los tres indicadores de obesidad analizados mostraron asociación significativa respecto a la presencia de la enfermedad.
The sympathetic nervous system and blood pressure in humans: implications for hypertension
Por: J P Fisher y J F R Paton. Journal of Human Hypertension (2012) 26, 463–475.
A neurogenic component to primary hypertension (hypertension) is now well established.
Along with raised vasomotor tone and increased cardiac output, the chronic activation of the sympathetic nervous system in hypertension has a diverse range of pathophysiological consequences independent of any increase in blood pressure. This review provides a perspective on the actions and interactions of angiotensin II, inflammation and vascular dysfunction/brain hypoperfusion in the pathogenesis and progression of neurogenic hypertension.
Association of adipokines with blood pressure in rural Chinese adolescents
Por: H Wang, J Necheles, J S Birne1, Z Li, H Xing, G Tang, K K Christoffel, W J Brickman, D Zimmerman y X Wang. Journal of Human Hypertension (2012) 26, 493–501.
Previous research has demonstrated that adipokines influence blood pressure (BP). Limited data exist in healthy adolescents, who are in a critical period for preventing the development of high BP. This study investigated the association of leptin, adiponectin and the leptin-to-adiponectin ratio (LAR) with BP in rural Chinese adolescents. This report included 1245 adolescents (average body mass index: 19.3 kg m−2) aged 13–21 years from an established twin cohort. We examined gender-specific associations between plasma adipokines and BP, with adjustment for measures of adiposity and insulin resistance (IR). We estimated the genetic contribution to adipokines using the twin design and Cholesky decomposition models.
Presión arterial medida en la consulta y presión arterial real. ¿Son similares?
Por: Segura, J. y Ruilope, L.M. Hipertensión y riesgo vascular. 2012;29:29-30. – vol.29 núm 02.
La enfermedad cardiovascular es la principal causa de muerte en nuestro planeta, representando un 30% del total mundial de muertes. Estudios prospectivos han podido establecer una relación positiva y gradual entre niveles de presión arterial y riesgo de enfermedad cardiovascular que comienza en niveles de presión arterial de tan solo 115/75mmHg. A partir de estas cifras cada incremento en la presión arterial sistólica de 20mmHg o en la diastólica de 10mmHg se acompaña de un aumento del 100% en el riesgo cardiovascular. La carga global de enfermedad atribuible a una presión arterial elevada representa, aproximadamente, la mitad de la enfermedad cardiovascular desarrollada. En todo el mundo, 7,6 millones de muertes prematuras (13,5% del total), un 54% de los accidentes vasculares cerebrales y un 47% de la cardiopatía isquémica.
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