Los suplementos de vitamina D podrían mejorar la hipertensión.
La vitamina D3 podría funcionar como un inhibidor de la enzima conversiva de angiotensina (ECA) en pacientes obesos con hipertensión. Por tanto, el tratamiento crónico con vitamina D3 podría reducir el riesgo de nefropatía crónica en pacientes obesos al reducir la actividad del sistema renina-angiotensina (SRA).
El Dr. Anand Vaidya, MMSc, de la Harvard Medical School en Boston, Massachusetts, presentó la investigación en una sesión de carteles aquí en las Sesiones Científicas de 2012 de Arteriosclerosis, Trombosis y Biología vascular. Analizó el cartel con Medscape Medical News y explicó que este fue «un estudio de fisiología concebido como un ensayo de prueba de concepto».
En el cartel se describieron los resultados del primer estudio de intervención humana pensado para valorar si el tratamiento con vitamina D3 tiene un efecto sobre la actividad del SRA en los pacientes obesos. Tales pacientes fueron seleccionados porque tienen alto riesgo de nefropatía crónica. Se está llevando a cabo un estudio de seguimiento con pacientes que tienen un peso normal.
El estudio comprendió 14 individuos con obesidad patológica (índice de masa corporal: 36 kg/m²) con hipertensión, prediabetes, concentraciones de 25-hidroxivitamina D (25[OH]D) inferiores a 25 ng/ml, y una función renal normal. Los investigadores utilizaron un protocolo muy bien controlado que se ha demostrado que alcanza las medidas fiables del SRA. Para lograr esto, efectuaron el control con respecto a todos los posibles moduladores del SRA. Por ejemplo, dado que muchos fármacos pueden afectar al SRA, los individuos suspendieron todos los medicamentos durante tres meses.
La duración del tratamiento con vitamina D3 se restringió a un mes para minimizar la deserción de pacientes y los factores de confusión como pérdida de peso y cambios en la alimentación. Durante todo el mes los pacientes recibieron 15.000 UI de vitamina D3 al día. Su media de concentraciones plasmáticas de 25(OH)D aumentó de 18 mg/100 ml a 52 mg/100 ml.
Los individuos dormían en un nivel plano sobre sus espaldas durante la noche en el hospital previa a la determinación del flujo plasmático renal. Los investigadores determinaron que el tratamiento con dosis altas de vitamina D3 aumentaba 5% el flujo plasmático renal inicial y disminuía la presión arterial media en posición de decúbito supino.
Como es de esperar, las infusiones continuas de angiotensina II (AngII) reducían el flujo sanguíneo renal. La vitamina D3 aumentó la reactividad renal-vascular a una infusión continua de AngII. Esta estuvo representada por una mayor disminución del flujo plasmático renal (p < 0,05) después del tratamiento con vitamina D3. El Dr. Vaidya explicó que la magnitud del efecto fue pequeña, pero hizo notar que se observó el efecto sólo después de un mes de tratamiento con vitamina D.
La respuesta a AngII tiene una relación inversa con la concentración de SRA y los resultados indican una reducción de SRA renal-vascular en pacientes que reciben tratamiento con vitamina D. Los investigadores llegaron a la conclusión de que la vitamina D3 y los inhibidores de la ECA tienen el mismo mecanismo de acción.
El Dr. Tochi M. Okwuosa, de la Wayne State University en Detroit, Michigan, analizó el cartel con Medscape Medical News e hizo notar que la investigación «era muy interesante y extremadamente detallada».
Los hallazgos son compatibles con las observaciones transversales previas de investigadores que demuestran una sensibilidad vascular reducida a AngII en los pacientes obesos con hipertensión y concentraciones plasmáticas más bajas de 25(OH)D. En el estudio actual se determinó que el tratamiento con vitamina D3 puede «corregir» la reactividad del tejido a AngII, lo mismo que los inhibidores de la ECA. Esto indica que bajas concentraciones de vitamina D conllevan un aumento de la actividad de SRA en los tejidos.
En los pacientes obesos podría ser útil un mayor consumo de vitamina D
La obesidad y la hipertensión pronostican un riesgo más alto de nefropatía; se ha demostrado que el tratamiento con inhibidores de la ECA disminuye el riesgo. Por tanto, estos hallazgos podrían respaldar el mantenimiento de concentraciones más altas de 24(OH)D en pacientes obesos con hipertensión. Este enfoque de tratamiento de los pacientes podría reducir la actividad de SRA en los tejidos renales y vasculares y abolir la presentación de enfermedades vasculares y metabólicas relacionadas con estos trastornos.
El Dr. Vaidya señaló claramente que aún no se ha determinado el papel que desempeña el tratamiento con vitamina D en la abolición de la presentación de las enfermedades relacionadas con una actividad excesiva del SRA. Sin embargo, considera que este campo merece investigación.
Explicó que si no se comprende bien el mecanismo de acción inherente a la intervención, es difícil concebir un buen estudio.
Muchos estudios de intervención permiten a los pacientes mantenerse con sus inhibidores de ECA prescritos. Al Dr. Vaidya le inquieta que los efectos de la vitamina D sobre la inhibición del SRA se encubran por los efectos de inhibidores de ECA más potentes administrados.
El Dr. Vaidya hizo hincapié en que se debe tomar en cuenta la inhibición del SRA provocada por la vitamina D al diseñar futuros estudios de intervención que valoren la influencia del tratamiento con vitamina D3 sobre los criterios de valoración vascular. Explicó que «la comprensión del mecanismo puede influir en la forma en que estudiamos los resultados».
(Fuente: www.medcenter.com)
¿Dispositivos de mercurio o aneroides para medir la tensión arterial en los niños?
Hay escasas diferencias entre las mediciones de la tensión arterial con esfigmomanómetros de mercurio o aneroides en pacientes pediátricos, según el grupo de estudio SEARCH for Diabetes in Youth.
La Dra. Amy S. Shah del Cincinnati Children’s Hospital, University of Cincinnati College of Medicine, Cincinnati, Ohio, dijo a Reuters Health en un mensaje de correo electrónico: «Nuestros hallazgos indican que se puede utilizar cualquiera de los dos tipos de dispositivos para determinar con exactitud la tensión arterial». «En comparación con los esfigmomanómetros de mercurio, las diferencias son escasas y es improbable que tengan importancia clínica».
Los esfigmomanómetros aneroides rápidamente están reemplazando a los dispositivos de mercurio para medir la tensión arterial debido a problemas de seguridad y ambientales.
El nuevo estudio se ha llevado a cabo en 193 niños y adolescentes (edades de 4 a 19 años) que tuvieron una media de duración de diabetes de 9,2 meses.
En general, hubo una correlación del 94% entre las determinaciones de la tensión arterial sistólica con dispositivos de mercurio y aneroide y una correlación del 82% para la tensión arterial diastólica, comunicaron la Dra. Shah y sus colaboradores recientemente en un artículo publicado en la versión en línea de Pediatrics.
En los niños menores de 10 años, no hay ninguna diferencia significativa entre las determinaciones de la tensión arterial sistólica y diastólica con los dos tipos de esfigmomanómetro.
En los sujetos mayores hubo una diferencia significativa en las tensiones arteriales sistólicas según se determinaron con los dos dispositivos, pero la tensión arterial diastólica promedió 1,8 mmHg menos con los dispositivos aneroides que con los de mercurio.
El equipo de investigación recomienda: «Por consiguiente, para igualar las tensiones arteriales entre los dispositivos se podría añadir un factor de corrección de +1,8 a una determinación de la tensión arterial aneroide en individuos de 10 y más años de edad».
Las tensiones arteriales diastólicas fueron un poco más altas en no blancos y en niños con una calificación de la z creciente en el índice de masa corporal, pero en los modelos completamente ajustados ningún factor pronóstico explicó la diferencia en las mediciones de la tensión arterial diastólica con los dos dispositivos.
La Dra. Shah terminó diciendo: «Nuestros hallazgos indican que, pese a que los esfigmomanómetros de mercurio siguen siendo los instrumentos de referencia, los dispositivos aneroides son una alternativa exacta». «Hay escasas variaciones clínicas entre las lesiones arteriales obtenidas con los dos dispositivos, lo que indica que se puede utilizar cualquiera de los dos en un contexto de investigación o clínico.
(Fuente: www.medcenter.com)
Prevalencia de hipertensión arterial, adhesión al tratamiento y su control en adultos mayores
Por: DrC. Juan Llibre Rodríguez, Dra. Tania Laucerique Pardo, MsC. Lisseth Noriega Fernández y MsC. Milagros Guerra Hernández. Rev cubana med vol.50 no.3 Ciudad de la Habana jul.-set. 2011.
La hipertensión arterial contribuye al 80 % de las muertes por enfermedad cardiovascular y cerebrovascular en la población de 65 años y más.Se realizó un estudio observacional descriptivo de corte transversal en 1 216 adultos mayores de 4 áreas de salud seleccionadas pertenecientes a los municipios Marianao y La Lisa, en el período de septiembre de 2008 a septiembre de 2009.La prevalencia de hipertensión arterial ajustada fue de 74,3 con mayor prevalencia en las mujeres, pero la adhesión al tratamiento osciló entre 47 y 68 %, y menos de la mitad de los hipertensos se encontraban controlados.
Propuesta de un subprograma integral para la atención de la hipertensión arterial esencial en la atención primaria de salud. (Tesis doctoral)
Tesis doctoral de Álvarez Álvarez, Gerardo. (2012)
A partir de la alta prevalencia de la Hipertensión Arterial, su contribución a la morbimortalidad cubana y constituir un problema global de salud, se realizó un estudio para diseñar y aplicar un Subprograma para su atención que involucró segmentos claves: pacientes, médicos y población, superando la unilateralidad en el enfrentamiento a la enfermedad, con una visión integral, socializadora, personalizada, intervencionista e intersectorial.
Estudio cuestiona papel de azúcar de la fruta en la hipertensión
Las bebidas dulces se han relacionado con un riesgo ligeramente mayor de padecer hipertensión arterial, pero una investigación estadounidense señala que el azúcar de la fruta podría no ser culpable, como apuntaban estudios anteriores.
Los investigadores siguieron a más de 200 000 hombres y mujeres durante más de 38 años y hallaron que el consumo habitual de bebidas azucardas, ya sea que contuviesen azúcares o las endulzadas artificideterminante, informó el grupo en Journal of General Internal Medicine.
“No sabemos qué causa el aumento del riesgo en las bebidas azucaradas o endulzadas artificialmente”, dijo Lisa Cohen, principal autora del estudio e investigadora en el departamento médico de la Universidad de Maryland.
“Es difícil decir que por la fructosa en sí aumenta el riesgo de hipertensión”, agregó.
Estudios anteriores habían señalado a la fructosa como un factor relacionado con el riesgo de padecer hipertensión, pero Cohen señaló que solo tomaron una instantánea en el tiempo y no pudieron determinar qué era primero, si la hipertensión arterial o el gusto por las bebidas dulces.
Cohen y sus colegas analizaron los datos de tres estudios masivos, incluyendo a cerca de 224 000 trabajadores de la salud, cuya dieta y salud fueron seguidos durante entre 16 y 38 años.
Ningún participante había sido diagnosticado con hipertensión antes del inicio del estudio.
Con el tiempo, aquellos que tomaban al menos una bebida azucarada al día tenían un 13 % más de posibilidades de desarrollar la enfermedad más que aquellos que las consumían una vez por mes o menos.
Del mismo modo, las personas que tomaban al menos una bebida endulzada artificialmente al día tenían un 14 % más de posibilidades de ser hipertensos en comparación con aquellas que ingerían menos, o incluso ninguna.
Para ver si la fructosa era la responsable, los investigadores también estudiaron a la gente que tenía altos niveles de fructosa en sus dietas de otras fuentes, como las frutas.
Entre quienes obtenían un 15 % de sus calorías de fuentes de fructosa que no eran las bebidas, el riesgo de desarrollar hipertensión fue incluso más bajo que en las personas que ingerían muy poca fructosa.
“Uno pensaría que si la fructosa era el factor causante, entonces comer una gran cantidad de manzanas (por ejemplo) podría aumentar también el riesgo de hipertensión”, dijo Cohen a Reuters Health.
El vínculo “marcadamente” mayor entre las bebidas dulces carbonatas y el riesgo de hipertensión podría ser explicado por el tamaño más amplio de las raciones asociadas con los refrescos, o cualquier otro ingrediente desconocido común a todos ellos, dijeron los investigadores, aunque destacaron que se necesitará más investigación al respecto.
(Fuente:Boletín de Prensa Latina referido por el Boletín Al día)
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