Nuevos estudios destacan las ventajas de la tríada O/A/H en pacientes hipertensos
Los individuos a los que se administró olmesartán, amlodipino e hidroclorotiazida alcanzaron niveles normales de presión arterial en mayor proporción que los que recibieron una terapia dual.
Daiichi Sankyo ha presentado hoy nuevos datos sobre la triple combinación olmesartán(O)/amlodipino(A)/hidroclorotiazida(H), comercializada como Sevikar HCT, en el seno del XXII Congreso de la Sociedad Europea de Hipertensión, que se celebra estos días en Londres (Reino Unido).
Las conclusiones refuerzan los hallazgos del estudio TRINITY, que demostró que el porcentaje de pacientes con hipertensión arterial de moderada a severa que alcanzaron los objetivos de presión arterial fue mayor en aquellos que recibieron la triple combinación O/A/H frente a la terapia dual con independencia del género, edad, raza y severidad de la hipertensión del paciente.
Entre el 15 y el 20% de los pacientes con hipertensión no están controlados con una terapia dual, por lo que requieren una triple terapia. “Los nuevos datos ayudan a comprender cómo el uso de esta triple combinación a dosis fija puede beneficiar a los pacientes”, afirma el profesor Massimo Volpe, de la Universidad de Roma, que añade: “Se demuestra que la triple combinación ofrece una reducción efectiva de los niveles de presión arterial, hecho que es fundamental para reducir el riesgo cardiovascular en los pacientes hipertensos”.
Los resultados se obtuvieron de dos estudios cuyas conclusiones iniciales fueron presentadas en el anterior congreso de la ESH por Volpe et al. (número EudraCT: 2008-003534-25) y Rump et al. (número EudraCT: 2008-003535-20).
En el primero de ellos, el profesor Reinhold Kreutz, director del Instituto de Farmacología Clínica y Toxicología de Berlín (Alemania), presentó un análisis a 10 semanas cuya conclusión es que una mayor proporción de pacientes con hipertensión de moderada a severa tratados con la triple terapia O/A/H alcanzaron unos niveles normales de presión arterial (120/80<140/90 mmHg) frente a aquellos que recibieron una terapia dual O/A. Ambos regímenes fueron bien tolerados y no se registraron efectos secundarios.
Mejoría significativa
Un segundo análisis de 32 semanas llevado a cabo por el profesor Lars-Christin Rump, de la Universidad Heinrich-Heine de Dusseldorf (Alemania), ha demostrado que los pacientes con hipertensión de moderada a severa que no habían alcanzado unos niveles adecuados de presión arterial con la triple combinación O/A/H 40/10/12,5 mg, obtuvieron una mejoría significativa en el control ambulatorio de la presión arterial a las 24 horas y durante el día cuando cambiaron su tratamiento a O/A/H 40/10/25 mg.
El objetivo del análisis era alcanzar una presión arterial de <140/90 mmHg (<130/80 mmHg en pacientes con diabetes, enfermedad renal o enfermedad cardiovascular crónica). Ambas dosis fueron bien toleradas y los resultados de este estudio apoyan el uso de una dosis mayor de la triple combinación O/A/H en pacientes que no han respondido a una dosis menor, con lo que demuestra la flexibilidad de la combinación O/A/H en los hipertensos no respondedores a su tratamiento habitual.
(Fuente: Jano.es)
La paradoja de la obesidad: es hora de adoptar una perspectiva nueva sobre un paradigma antiguo
Desde que se publicara la primera descripción de la relación entre el aumento del índice de masa corporal (IMC) y la insuficiencia cardiaca (IC) en 20011, el IMC se ha utilizado en numerosos estudios como definición de la obesidad y ha adquirido la reputación de ser un buen indicador pronóstico de la evolución clínica de los pacientes con IC. Aproximadamente, dos terceras partes de los pacientes con IC presentan sobrepeso u obesidad (IMC ≥ 25).
En ese primer estudio, en 1.203 pacientes con IC grave, Horwich et al indicaron que los pacientes con IC que tenían sobrepeso u obesidad (IMC>27,8) presentaban una reducción de la razón de riesgos de mortalidad a 5 años ajustada según el riesgo. Curtis et al2, en 7.767 individuos con IC estable, observaron que los pacientes con IMC < 18,5 eran los que presentaban peor supervivencia, mientras que entre los que tenían IMC>30 había mejor supervivencia. Gustafsson et al3, en 4.700 pacientes con IC tanto sistólica como diastólica, observaron que a medida que aumentaba el valor del IMC en los cuatro grupos de estudio definidos según este parámetro (peso insuficiente, IMC < 18,5; peso normal, IMC 18,5-24,9; sobrepeso, IMC 25-29,9, y obesidad, IMC>30), aumentaba también la probabilidad de supervivencia.
En un metaanálisis de nueve estudios observacionales que sumaban más de 28.000 pacientes con IC, se demostró que el IMC correspondiente al sobrepeso (25-29,9) y el correspondiente a la obesidad (≥ 30) se asociaban a una disminución del riesgo de mortalidad del 16 y el 12% (ajustado respecto al riesgo), respectivamente, en comparación con el IMC normal (20-24,9)4. Por otro lado, en un estudio de 1.929 pacientes con IC incluidos en un ensayo clínico, Anker et al5 definieron la caquexia como una pérdida de más del 6% del peso corporal de los individuos respecto a la situación basal y, aplicando esa definición, demostraron que la caquexia era el más potente factor independiente de riesgo de mortalidad.
En el estudio clínico más amplio de su clase realizado en España en pacientes con IC y diagnóstico de obesidad o de desnutrición, Zapatero et al6 evaluaron el impacto en la mortalidad de los individuos que presumiblemente se encontraban en ambos extremos del rango de valores de IMC; sin embargo, no utilizaron el IMC ni el peso como parte de esa definición. Con el empleo del sistema de codificación establecido por la Clasificación Internacional de Enfermedades, 9.a Revisión, Modificación Clínica (CIE-9-MC), 5.a edición, Zapatero et al pudieron confirmar la mayor mortalidad asociada a los pacientes definidos como desnutridos, mientras que un diagnóstico de obesidad redujo la mortalidad y el riesgo de reingreso hospitalario6.
Esta decisión de apartarse del uso del IMC es novedosa y se hace eco de la reciente preocupación expresada respecto a que el IMC, como marcador sustitutivo de la adiposidad general, puede conducir a presunciones incorrectas sobre la relación entre la obesidad y la evolución clínica de la IC7. De hecho, en los pacientes con enfermedad coronaria, el IMC no permite diferenciar entre la masa adiposa y la masa magra8. Se tendrá que evaluar con mayor exactitud la asociación real entre la masa adiposa y la supervivencia en la IC determinando los componentes de masa corporal magra y masa adiposa en los pacientes con IC.
Aunque el uso de la CIE-9-MC por el que optan Zapatero et al evita la clasificación en clases según el IMC, en el artículo no hay ninguna descripción del método real utilizado para establecer el diagnóstico de obesidad o desnutrición ni su uniformidad en toda la cohorte de pacientes. Aun así, el estudio de Zapatero et al es oportuno, ya que nos lleva a considerar las características clínicas y la composición corporal que definen a los individuos con obesidad o con desnutrición.
Aunque pueda parecer intuitivo que un aumento del IMC, como indicador indirecto de la obesidad generalizada, prediga la mortalidad por todas las causas en la población general de Estados Unidos9, esta asociación se desvanece en los individuos de edad superior a 65 años10, presumiblemente como consecuencia de los cambios simultáneos que se producen en la masa corporal magra, que pueden hacer que las medidas de la adiposidad abdominal relativas (como el cociente cintura/cadera) sean indicadores más sensibles del riesgo de mortalidad11. De igual modo, la asociación positiva del aumento del IMC con el riesgo de mortalidad en pacientes con IC —la conocida «paradoja de la obesidad»— parece ir, a primera vista, en contra de la intuición1, 12, 13.
Es posible que esta paradoja sea consecuencia de una disparidad similar entre las asociaciones de la mortalidad con adiposidad y con la masa muscular, lo que puede explicar el aumento de la mortalidad que se observa con el IMC muy bajo (y, en el contexto de esta caquexia cardiaca, la masa muscular baja) y la menor mortalidad que se da con valores de IMC altos (30-35) en comparación con la observada para los valores de IMC «ideales» (ya que el primero de estos estados probablemente indica también a un individuo menos catabólico y, por lo tanto, con mayor masa muscular)7. No obstante, un estudio del perímetro de cintura en pacientes con IC observó también que este parámetro era un factor predictivo independiente de la mejora de la supervivencia14.
Por lo que respecta a los individuos obesos, según indica el estudio de Zapatero et al6, los que se encuentran en el rango de valores más altos del IMC (30-35) son más jóvenes y, puesto que tienen que transportar su propio peso y realizar un mayor trabajo antigravitatorio, mantienen cierta masa de músculo esquelético. De hecho, se ha observado que la determinación de la masa corporal magra, en comparación con la masa adiposa, puede ser más informativa para determinar el riesgo de mortalidad7 y, aunque son necesarios estudios para determinar la composición corporal y la supervivencia de pacientes con IC, entre los pacientes con insuficiencia renal crónica en hemodiálisis (que muestran también la «paradoja de la obesidad»), se ha observado un beneficio de supervivencia en los de mayor masa muscular15.
Se ha descrito una categoría de individuos con obesidad y masa muscular baja, a los que se ha denominado obesos sarcopénicos; este estado tiene consecuencias metabólicas, como resistencia a la insulina y glucemia mal controlada, que se suman a la carga inflamatoria de la adiposidad y las adipocinas asociadas16. En los individuos con IMC bajo y la denominada caquexia cardiaca, se ha involucrado al factor de necrosis tumoral alfa y la interleucina-6 en la etiología de la anorexia y la emaciación muscular17. Además, se ha observado que los niveles inferiores de masa muscular se asocian a un aumento de la resistencia a la insulina y la glucemia mal controlada en individuos sanos18, y la reducción de las concentraciones de factor insulínico de crecimiento tipo 1 y el aumento de la resistencia a la insulina en pacientes con IC dan lugar a una disminución de la supresión de la vía del proteosoma de ubiquitina, que se ha identificado como la vía por la que se produce la proteolisis acelerada en muchos estados catabólicos19.
Así pues, el estudio de Zapatero et al6 constituye una adición útil a la literatura en este campo, puesto que nos estimula a mirar más allá del IMC como instrumento de medida para definir grupos de pacientes con IC que tienen resultados de mortalidad diferentes. Sin embargo, una mejor caracterización de la composición corporal, en especial en los individuos que se encuentran en los extremos de los valores de peso, constituye un paso importante para determinar la mejor forma de tratar a los individuos situados en ambos extremos. Mirar más allá de los parámetros antropométricos y utilizar instrumentos de investigación como la absorciometría de rayos X de energía dual, la impedancia bioeléctrica o la espectroscopia casi infrarroja, así como un mayor estudio de las citocinas y adipocinas, puede ser útil en futuras investigaciones para comprender mejor las modificaciones de la composición corporal de los pacientes con IC y, por lo tanto, desarrollar de manera estratégica intervenciones terapéuticas para esta enfermedad.
(Fuente: www.revespcardiol.org)
El exceso de sodio en la dieta es perjudicial para la salud
Por: Pedro Ovidio Ordúñez García. Revista Finlay. Vol 2, No 1 (2012).
Disminuir el consumo excesivo de sal en la dieta es una de las intervenciones críticas para reducir el impacto de las enfermedades cardiovasculares a nivel poblacional. Partiendo de esta aseveración, se emiten comentarios acerca del artículo El consumo de sal ¿Riesgo o necesidad?, publicado en el número anterior de la revista. Se enfatiza en el debate científico que trae consigo esta problemática, a la luz de la confrontación de estudios muy recientes.
Hipertensión arterial, la homicida silente
Hay varias enfermedades de riesgo tan silenciosas y escurridizas que las personas las padecen sin saberlo, una de ellas es la hipertensión arterial, una enfermedad generalmente permanente que consiste en una elevación sostenida de la tensión con la que circula la sangre dentro de las arterias (cifras superiores a 140/90 mmHg). En muchas ocasiones no da molestias, por lo que pasa completamente desapercibida.
Alicia Velásquez, Directora General de Recorrido por la Salud, comenta que el aumento crónico de la tensión arterial incrementa el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares, pese a la ausencia de molestias y signos. La tensión máxima considerada como normal alta sistólica – corresponde al valor máximo de la tensión arterial en sístole (cuando el corazón se contrae), la media es de 100 mmHg- y diastólica – corresponde al valor mínimo de la tensión arterial al final de la diástole, la media es de 80 mmHg-, explica, es de 130-139 mmHg y 80-89 mm/Hg, sin embargo es recomendable mantenerla muy por debajo de estos parámetros (<115/75mmHg) y no esperar la presencia de cifras altas como las mencionadas anteriormente.
La ejecutiva aconseja que para prevenir el desarrollo de hipertensión y sus complicaciones, es importante medir constantemente las cifras de tensión arterial, tomando en cuenta las siguientes recomendaciones:
· Incrementar la realización de actividad física de por lo menos 30 minutos por día.
· Disminuir el consumo de Sodio en productos industrializados.
· Incrementar y fomentar el consumo de verduras y frutas de manera natural en cada tiempo de comida.
· Medir las cifras tras cinco minutos de reposo, sentado y con brazos apoyados a la altura del corazón.
· No haber fumado ni tomado café tras la última media hora.
· n cifras elevadas, realizar una segunda medición con dos minutos de diferencia, si difiere en 5 mmHg realizar una tercera medición y tomar la media.
En personas con cifras elevadas claras no se requiere comprobación (>210/120 mg/dl)
En personas con Hipertensión se debe realizar mediciones con intervalos de una semana.
Clasificación de la presión sanguínea y recomendaciones
A continuación se comparte una serie de consejos para mantenerse saludables:
ü Contar con una educación nutricional
ü Control de peso corporal, donde el índice de Masa Corporal sea menor a 25, al inicio una pérdida de 5 kg evidencia beneficios cómo disminución de la tensión y mejor efecto de los medicamentos a menores dosis o incluso prescindir del medicamento. Una reducción de 9.2 kg conduce a un cambio de 6.3 mmHg de presión sistólica y 3.1 mgHg de presión diastólica.
ü Mantener el índice cintura/cadera <1 en hombres y <0.9 en mujeres.
ü Disminuir el consumo de alcohol (máximo 30ml).
ü Aumentar la actividad física de 30 a 45 minutos por lo menos 5 veces por semana.
ü Reducir el consumo de sodio a no más de 2.4g por día, en el caso de tomar medicamento recibir asesoría sobre las cantidades mínimas a consumir para evitar complicaciones.
ü Debido a que 60% de los hipertensos y un número menor de normo tensos son sensibles a la sal, se recomienda cocinar con cantidades moderadas de sal, tirar el agua del cocinado y alejar el salero de la mesa.
ü Al reducir las cantidades de cloruro de sodio (sal de mesa), se puede lograr una reducción de 33 mmHg en la presión sistólica y 10 mmHg en la diastólica.
ü Mantener un consumo adecuado de potasio (90 mg/día), de calcio (1200 mg/día) y de magnesio (420 mg/día).
ü Mantener un consumo de fibra diaria (25g/día)
ü Suspender tabaquismo y reducir el estrés
ü Disminuir el consumo de grasas saturadas y aumentar las grasas mono y poliinsaturadas (pescados azules, aguacate, nueces, almendras, etc.)
ü Mantener una tensión arterial < 140/90 mmHg y para pacientes con Diabetes < 130/85 mmHg
ü Aumentar consumo de frutas, verduras (en su presentación natural) y agua simple.
(Fuente: Crónica de México)
Crearán escuela en Portuguesa para prevención de la hipertensión arterial
El Ministerio para la Salud de Portugal creará una escuela de hipertensos en Portuguesa para formar en prevención a niñas y niños en edad escolar y divulgar con mayor efectividad nociones básicas sobre hábitos de vida saludable, manejo de estrés y alimentación sana y balanceada.
El coordinador del Proyecto Integrado Cardiovascular, Cáncer, Renal y Endocrino-Metabólico (Caremt) en la entidad, Oscar Silva, informó que el propósito es brindar conocimientos sobre la hipertensión arterial (HTA) a alumnos de Educación Básica, para que los difundan en hogares y comunidades y contribuyan a minimizar los riesgos de enfermedades cardiovasculares.
“La idea es que los niños conozcan qué es la hipertensión, con estrategias de promoción y prevención, para que en un futuro puedan colaborar con el control de la patología”, explicó.
Indicó que esta iniciativa se implementará inicialmente en centros educativos públicos y privados del municipio Guanare y en un lapso de seis meses se extenderá la capacitación a los demás municipios de Portuguesa.
Silva apuntó que este proyecto formativo tiene sus antecedentes en experiencias exitosas obtenidas con niños para la promoción y prevención de enfermedades endémicas, como la influenza AH1N1, el dengue, la malaria y la fiebre hemorrágica.
“Optamos por empoderar a los niños porque está demostrado que son los mejores multiplicadores de información positiva, tanto en el entorno familiar como en sus comunidades”, aseveró.
Acotó que, además de ofrecer conceptos básicos sobre la HTA, a través de la escuela de hipertensos se formará a los escolares para la promoción de hábitos que permiten mitigar los factores de riesgo y controlar la enfermedad, una de las de mayor prevalencia en la población adulta y en creciente aumento en niños y adolescentes.
(Fuente: AVN-Info)
¿Metas ideales en las cifras de tensión arterial? No tenemos idea
Esta fue la audaz declaración de una serie de expertos que participaron en el Congreso Europeo sobre Hipertensión 2012 de la European Society of Hypertension (ESH) aquí este pasado fin de semana, quienes reconocieron que hay mucho que todavía se desconoce en este campo. No se cuenta con los datos de cuestiones aparentemente simples, como cuál debiera ser la cifra ideal para reducir la tensión arterial en diferentes grupos de individuos, reconocieron, y es necesario llevar a cabo muchos nuevos estudios. Sin embargo, mientras tanto, las directrices deben ofrecer la mejor orientación que puedan a quienes tienen la tarea de tratar la hipertensión, lo cual es una responsabilidad que cada vez más recae en los médicos generales y los médicos de familia, hicieron notar.
El Dr. Giuseppe Mancia (Universidad de Milán Bicocca, Monza, Italia), explicó que para este propósito se están actualizando las directrices europeas sobre hipertensión (ESH/European Society of Cardiology) y se espera que las recomendaciones finales se den a conocer el verano del próximo año.
Mancia dijo: «Creo que hay un consenso general en que esto es necesario, pues hay una serie de problemas y los cambios pueden ser apropiados». Las interrogantes no resueltas comprenden si el empleo de la vigilancia de la tensión arterial ambulatoria (VTAA) es realmente el camino a seguir y si se deben tomar en cuenta los nuevos factores de riesgo. Aún no hay un acuerdo con respecto a cuáles fármacos utilizar y la forma en que se debiera emplear la politerapia, señaló. Así mismo, hay cuestiones relativas a la hipertensión resistente al tratamiento y al fenómeno de la curva en J que es preciso dilucidar.
Señaló: «Y está el gran problema de las cifras elegidas como objetivo para el tratamiento de la TA al que todo mundo ha aludido. Pese a los estudios realizados durante decenios, todavía tenemos dudas en torno a cuál nivel debiéramos reducir la TA para lograr una protección cardiovascular máxima. Hay que recordar que no tenemos absolutamente ninguna información sobre las cifras de TA que hay que alcanzar al valorar la TA ambulatoria o en el domicilio.
El Dr. Bryan Williams (University of Leicester, UK), quien expuso a los asistentes al congreso la última guía sobre hipertensión de NICE de Reino Unido, emitida el verano pasado, coincidió: «No tenemos idea de a cuáles cifras reducir la TA», admitió. Sin embargo, por lo que respecta mejorar la calidad del control de la TA, no sería útil resaltar esto, señaló, «así que tenemos la cifra conservadora de 140/90 mmHg».
Todavía tenemos dudas con respecto a cuáles cifras debiéramos reducir la TA para lograr la protección cardiovascular máxima.
Durante la sesión, la Dra. Suzanne Oparil (University of Alabama, Birmingham) también describió lo que llamó el «proceso laborioso» que se está llevando a cabo para preparar las nuevas directrices sobre hipertensión en Estados Unidos, JNC 8, que será la primera guía nueva sobre este tema en casi 10 años. Dijo que modificando una vez más la fecha en que se espera darlas a conocer, éstas debieran estar disponibles hacia finales de 2012.
(Fuente: http://www.theheart.org)
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