El trato dado en el ideal humanitario de Fidel Castro Ruz.
Autor: Dr. C. Felipe Pérez Aguilera.
Desde los tiempos de estudiante, y durante su encarcelamiento en el Presidio Modelo, Fidel Castro Ruz leyó y estudió una amplia bibliografía de variado contenido. En ella adquirió conocimientos que le permitieron, desde muy temprano, desarrollar habilidades en la interpretación de la realidad social donde vivió. Según él, entre las fuentes teóricas que más influyeron en la formación de sus ideas humanitarias estuvieron: las martianas, las históricas, las marxistas leninistas y las jurídicas.
El tiempo como estudiante universitario fue sustancial en su formación teórica; conoció los fundamentos jurídicos que norman la sociedad en general y los de la guerra en particular. Como alumno de Derecho adquirió conocimientos sobre la historia de la humanidad y de la contemporaneidad nacional e internacional. En su alegato en el juicio por los sucesos del Moncada, demostró dominio sobre temas del derecho internacional y las normas de la guerra.
La consulta de los números del Boletín Oficial Universitario, en específico, los publicados por la Universidad de La Habana entre los años 1945 y 1951, permitió comprobar cómo durante el paso de Fidel Castro Ruz por ese centro de altos estudios, recibió asignaturas relacionadas con el DIH, entre ellas, Derecho Internacional Público y Tratados y Convenios de Cuba. También, estudió el Código de Defensa Social de 1936, en el que se tipifican aspectos esenciales del derecho internacional. Además, durante su tiempo como alumno fueron aprobados, y tuvieron en Cuba una amplia divulgación, Los Convenios de Ginebra del 12 de agosto 1949.
Resultó difícil determinar hasta dónde esos estudios jurídicos e influencias teóricas formaron parte del ideario de Fidel Castro Ruz, pero sí se constató que en la forma de organizar las acciones armadas y las medidas de contenido humanitario tomadas por él y otros jefes rebeldes, sobrepasó los límites de reglas éticas y consuetudinarias; en ellas se comprobó la aplicación consecuente de preceptos jurídicos establecidos por los organismos internacionales. En fin, sus estudios universitarios lo capacitaron teóricamente en el dominio de los fundamentos elementales del DIH.[1]
En el ideario de Fidel Castro Ruz influyó también el estudio de la historia. Su afición por conocer el pasado y, sobre todo, el complejo mecanismo del progreso humano, constituyó una de las fuentes principales en la formación de sus ideas revolucionarias y humanitarias. Conoció y leyó libros, manuales, novelas de corte histórico y biografías de hombres que desempeñaron papeles decisivos en el progreso de la humanidad. Ello le posibilitó identificar la característica principal de la sociedad clasista desde sus orígenes: la lucha de clases.
A las obras históricas estudiadas en su paso por los niveles de enseñanza, se añadió su vocación por temas de ese tipo: “…he tenido una especial predilección por las obras históricas…” [2]
Al precisar cómo los estudios históricos formaron parte del ideario de Fidel Castro Ruz y valorar su actividad práctica y el diseño de su estrategia político militar viable en las condiciones de Cuba, se observó la impronta de experiencias y tradiciones históricas en sus ideas. Su determinación de hacer una guerra desprovista de odio fue cardinal, pues a partir de ahí se derivaron normas de conducta éticas materializadas en la preparación, organización y realización de las acciones armadas. Entre otros matices, esa línea de actuación incluyó la protección a las víctimas que pudieran provocar las acciones combativas y, en específico, los prisioneros de guerra.
Entre sus lecturas históricas, lugar importante ocupó el estudio de personalidades distinguidas en la historia universal, de América y, sobre todo, en la historia nacional. De Cuba estudió a los principales próceres de las guerras por la independencia,[3] con especial predilección por la vida y la obra del Héroe Nacional José Martí Pérez.
Martí fue el máximo inspirador de las ideas de Fidel Castro Ruz. De él leyó casi la totalidad de su obra revolucionaria publicada y conoció de su actividad práctica en la organización y dirección de la guerra del 95. Martí le ofreció, según el mismo ha dicho, el modelo de una ética de comportamiento ciudadano para el combate político y revolucionario. En el libro Cien horas con Fidel, el líder cubano afirmó: “De Martí, inspiración, su ejemplo y muchas cosas más; pero recibimos en esencia, la ética, sobre todo la ética… Me apodero de esa ética. La ética, como comportamiento, es esencial y una riqueza que no tiene límites.” [4]
De cómo el pensamiento y la obra martiana integraron la formación política, revolucionaria y humanitaria de Fidel Castro Ruz, fueron pruebas su comportamiento y sus propios testimonios, pues en reiteradas ocasiones manifestó su vocación por las obras de Martí y en especial por su hacer político revolucionario, asumido como norma de conducta en su vida práctica de combatiente y dirigente revolucionario. Las bases programáticas de la república martiana; el amor al hombre, a la patria y al reconocimiento de la virtud; su pasión por la libertad y la justicia y la conducta humanitaria durante la guerra, fueron cardinales en las obras estudiadas por él.
De ese legado se nutrió. En un artículo publicado en Bohemia el 29 de mayo de 1955, expuso que se educó en el pensamiento martiano, tomando sus enseñanzas como guía para su vida revolucionaria; hizo énfasis en la máxima martiana que predica amor y no odio, y expresó cómo, al igual que Martí, se vio en la necesidad de empuñar las armas para combatir la opresión y conquistar la justicia.[5] Sobre la influencia de la historia y la obra martiana en su pensamiento, dijo: “Antes de ser marxista, fui un gran admirador de la historia de nuestro país y de Martí…” [6]
El marxismo leninismo fue la otra fuente esencial en la formación de su ideal humanitario. La significación y valía dada por él a esa interpretación científica del mundo, le indicó tomarla como teoría esencial en la formación de los dirigentes del movimiento. En tal sentido expresó: “El núcleo fundamental de dirigentes de nuestro movimiento…veía en el marxismo-leninismo la única concepción racional y científica de la Revolución y el único medio de comprender con toda claridad la situación de nuestro país.” [7]
Dentro de las principales obras de los fundadores del marxismo leninismo, estudió: de Carlos Marx y Federico Engels, El manifiesto comunista, Crítica al programa de Gotha, Dialéctica de la naturaleza, La guerra civil en Francia y El 18 brumario de Luís Bonaparte; de Vladimir Ilich Lenin, El Estado y la revolución y El imperialismo fase superior del capitalismo. También leyó la biografía de Carlos Marx, escrita por Franz Mehring.
Según el propio Fidel Castro Ruz, de las obras antes referidas estudió con mayor dedicación, dos de ellas: El manifiesto comunista y El Estado y la revolución. Refiriéndose al papel de esta última en su formación y la de los compañeros de la dirección del movimiento revolucionario, expresó: “El principio leninista expuesto en El Estado y la Revolución nos hizo ver con absoluta claridad en qué consistía una Revolución…” [8]
Las obras de los clásicos del marxismo estudiadas por él, lo capacitaron para adquirir una base científica e histórica sobre la necesidad de renovar a Cuba, solucionar los problemas generados por la pobreza, las injusticias, las desigualdades y la explotación de los ricos sobre los pobres, en fin, para construir una sociedad más humana, donde la dignidad de todos los hombres fuera respetada. El marxismo leninismo le suministró el sentido humanitario de la lucha de la clase obrera contra la burguesía.
Los programas de estudio de la Universidad de La Habana, el análisis de las obras de Martí, de los clásicos del marxismo leninismo, el examen de documentos y obras de carácter histórico universal, junto al contacto directo con la realidad político social del país, desarrollaron en él un conjunto de cualidades y valores como dirigente revolucionario, que lo destacaron no solo en el medio universitario, sino también en la vida política de la nación.
En su entrevista con Ignacio Ramonet, expresó: “Ni los teóricos de nuestras guerras de independencia ni los del marxismo leninismo predicaban atentados o actos donde se podía matar a gente inocente; no están incluidos entre las armas de la doctrina revolucionaria […] creo que hemos escrito una página inédita, sobre todo en el mantenimiento de una conducta invariable a lo largo de todo el tiempo…” [9]
Las fuentes donde adquirió el conocimiento y el sentido humanitario contenidos en ellas, formaron en él un ideal humanitario ajustado al complejo escenario político de Cuba en la década de 1950; y le permitieron articular una actuación independiente de las posiciones sostenidas por otras fuerzas opositoras, incluso las insurreccionales; en esencia, sus ideas se sustentaron en la realización de una radical transformación política, económica y social de la nación, donde las masas populares jugaran un papel protagónico y las acciones tendrían, en cualquier condición, un sentido humanitario.
El protagonismo y la autoridad de Fidel Castro Ruz en la Guerra de Liberación Nacional, y sobre todo entre sus compañeros de lucha del Primer Frente, lo convirtieron en el centro de la actividad revolucionaria del movimiento dirigido por él; por tanto, estudiar ese proceso exigió tener en cuenta esa realidad. Su estrategia, basada en la necesidad de producir una profunda transformación en el país, trazó el ordenamiento político y ético de la guerra en Cuba.
Antes del golpe de Estado del 10 de marzo, ya Fidel Castro Ruz había adoptado una estrategia autóctona e independiente que, según sus propias ideas, expresaba el conjunto de fundamentos y razones sobre el contenido, las vías, los métodos y las formas de realizar un cambio radical, progresivo y favorecedor de los sectores más empobrecidos de la nación. Acerca del contenido de esa estrategia, y más aún su papel regulador en la conducta humanitaria del combatiente revolucionario, dijo: “Aquí, sin esa filosofía, los combatientes tal vez habrían fusilado prisioneros a diestra y siniestra, y habrían hecho de todo. Era muy grande el odio contra la injusticia y los crímenes.” [10]
La estrategia de Fidel Castro Ruz, en los inicios de su actividad revolucionaria, previó hacer la revolución a través del cauce constitucional y contempló, unido al movimiento político, un movimiento popular. Sin embargo, esa situación se vio frustrada por el golpe de Estado del 10 de marzo de 1952, bajo la dirección de Fulgencio Batista Zaldívar.
El golpe militar produjo un cambio radical en el panorama político de la nación. No obstante, la opción de hacer la revolución se mantuvo como alternativa de solución a los problemas del país, incluso el golpe de Estado justificó aún más su realización. El nuevo contexto cubano indicó la insurrección como único camino para hacer la revolución. Las formas y los métodos adquirieron un carácter violento y se desarrollaron acciones armadas que produjeron víctimas. Aunque esa situación, no introdujo cambios sustanciales en su ideal humanitario, sí le imprimió una nueva condición. Al proyecto de revolución se le incorporó la insurrección como vía única para su realización.
En el contenido humanitario de las acciones armadas dirigidas por Fidel Castro Ruz, jugó un significativo papel su ideal humanitario, ajustado a las condiciones concretas de la situación y sustentado en el criterio de que la consagración a una causa justa es fundamento para concebir una estrategia de lucha basada en el respeto al ser humano y a las normas éticas y jurídicas de la guerra, que suponen el respeto más absoluto a la dignidad e integridad de los seres humanos.
Una apropiada estrategia fue el factor que más incidió en la regulación de las formas y los métodos empleados en el proceso insurreccional. Fidel Castro Ruz supo distinguir la necesidad de estructurar una estrategia de guerra subordinada a una estrategia revolucionaria de contenido humanitario. Esa claridad lo condujo por un derrotero más objetivo y viable, opuesto a la tendencia general del resto de las fuerzas insurreccionales propugnadoras de la conspiración y no de la revolución.
Su ideal humanitario implicó una responsabilidad ejecutable únicamente por una vanguardia, dotada de patriotismo, justicia social y sentido humanitario, capaz de encauzar los destinos de la nación. Pero su ideal humanitario como noción abstracta no representaba nada; su comprensión y aplicación por parte de los combatientes revolucionarios fue lo único que lo convirtió en una guía para la acción práctica en el combate contra la tiranía.
Ese ideario de Fidel Castro Ruz le permitió elaborar y aplicar una política humanitaria que se materializó en un sistema de influencias psicológicas. Ese sistema incluyó a la población civil, al adversario, a las fuerzas políticas del país, a la opinión pública y a las víctimas de la guerra, y entre estas últimas, a los prisioneros de guerra.
Para el análisis del ideal humanitario de Fidel Castro Ruz se seleccionaron, sus conceptos directrices referidos al tema. Ellos fueron extraídos de 158 documentos escritos entre 1953 y 1958. Además, se consultaron 54 discursos y seis reflexiones, publicados entre 1959 y 2008 donde se refiere directamente al objeto. Esos fragmentos fueron compilados en un material de 181 páginas empleado por el autor en la determinación de los fundamentos esenciales contenidos en su ideal humanitario. Su estudio permitió establecer tanto sus preceptos humanitarios más generales, como los más específicos llevados a la práctica. Ellos fueron:
- Preceptos generales.
- Ajustar a las condiciones concretas de la situación en Cuba, el humanismo contenido en el marxismo leninismo y las experiencias del movimiento revolucionario mundial.
- Continuar el ejemplo humanitario de las fuerzas mambisas y el legado ético de José Martí.
- Orientar y conducir las acciones para evitar excesos y actos violentos innecesarios.
- Elegir los métodos de lucha más adecuados, en la dirección y conducción de la guerra.
- Preparar una vanguardia revolucionaria con cuadros y dirigentes dotados de una ética humanitaria.
- Concebir el humanitarismo no como un comportamiento piadoso ni una simple cuestión moral, sino también como una conducta útil que ofrece ventajas sobre el enemigo.
Esos preceptos generales tuvieron su repercusión en la práctica combativa del Primer Frente, y en específico, en el trato dado a los prisioneros de guerra. De ellos, se derivaron preceptos más concretos.
- Preceptos específicos.
- Educar a los subordinados en el trato humanitario a los prisioneros de guerra.
- Convertir en orgullo y honor para los combatientes rebeldes, ofrecer un trato con sentido humano a los prisioneros de guerra.
- Enseñar que la ofensa, el maltrato, la vejación o el asesinato de un prisionero de guerra son actos de cobardía.
- Exigir que un combatiente revolucionario cumple su tarea cuando termina el combate y el enemigo se rinde; a partir de ahí, la tarea es de la justicia revolucionaria.
- Aplicar las más severas sanciones a los espías y los criminales, incluso el fusilamiento; pero con ese mismo rigor, exigir y ofrecer un trato debido al prisionero de guerra.
- Imprimir serenidad, calma y cordura para actuar humanitariamente en situaciones difíciles.
- Liberar a los prisioneros de guerra o entregarlos a su mando, cuando las condiciones de la situación lo permitieran.
- Atender las necesidades de los prisioneros de guerra a costa de los abastecimientos propios.
- No detener de manera masiva, innecesaria y prolongada a los prisioneros de guerra.
- Prestar atención médica a los prisioneros de guerra que la necesitaran.
- Usar la fuerza creciente del Ejército Rebelde para combatir al enemigo, no para cometer abusos.
- Informar a los familiares de los soldados detenidos la situación de los mismos.
- Tratar de forma diferenciada a los oficiales prisioneros de guerra y mantener el mismo grado militar a los que se pasaban voluntariamente al mando rebelde.
La experiencia de un año y cinco meses de guerra en la Sierra Maestra, y los sucesos relacionados con la ofensiva final del Ejército de Cuba en el verano de 1958,[11] le permitieron sintetizar conclusiones teórico prácticas más acabadas acerca del trato a los prisioneros de guerra. En su informe final sobre esa ofensiva enemiga, argumentó por qué las fuerzas revolucionarias no asesinaban y, además, ponían en libertad a los prisioneros de guerra.
En una revisión minuciosa de los documentos legales y normativos emitidos por el Ejército Rebelde durante la guerra, y puestos a mi disposición en la OAHCERC, resultó significativo, que en ninguno de ellos se tipificaran regulaciones o normas relativas al trato o al comportamiento que debían tener los combatientes rebeldes hacia los prisioneros de guerra capturados y detenidos al Ejército de Cuba.
Una evaluación objetiva, para determinar si el trato dado era realmente debido, no bastaba solo con la doctrina conceptual y las regulaciones de la máxima dirección de la guerra, fue necesario el cumplimiento y materialización de esos preceptos en la acción práctica. Par la realización de un estudio más profundo del trato dado, se identificaron y sometieron a análisis el cien por ciento de las capturas, detenciones, liberaciones y entregas de prisioneros de guerra realizadas por el mando rebelde en el Primer Frente, entre el 17 de enero de 1957 y el 13 de agosto de 1958.
[1] El periodista norteamericano Bob Taber, basándose en sus impresiones sobre la aplicación de esos conocimientos por parte de Fidel Castro Ruz, escribió en 1957 un artículo que se publicó en la revista Life. En él expuso: “Los rebeldes han capturado espías, y Castro ha aprovechado sus conocimientos legales y su don de persuasión para interrogarlos y tratar de convertirlos a la causa. La mayoría ha sido puesta en libertad y uno de ellos hasta donó sus mulas a la compañía para transportar provisiones.” Heberto Norman Acosta y otros. Diario de la guerra II. OAHCERC, La Habana, 2010, p. 275.
[2] Tomás Borge Martínez. Fidel Castro, Un grano de maíz. Oficina de Publicaciones del Consejo de Estado de la República de Cuba, La Habana, 1992, p. 17.
[3] Referente a este tema, Fidel Castro Ruz ha dicho: “…cuando estudiante fui siempre un lector muy asiduo, muy interesado de toda la historia de nuestras luchas por la independencia, de nuestras guerras de independencia.” Entrevista concedida a Regino Díaz, director del periódico mexicano Excelsior, en La Habana, los días 21 y 22 de marzo de 1985. Colectivo de autores. Fidel Castro Ruz sobre temas militares. Imprenta Central de las FAR, La Habana, 1990, p. 500.
[4] Ignacio Ramonet. Cien horas con Fidel. Tercera Edición. Oficina de Publicaciones del Consejo de Estado de la República de Cuba, La Habana, 2006, p. 142.
[5] Fidel Castro Ruz. “Mientes Chaviano”. Revista Bohemia, 29 de mayo de 1955, Nº 22, año 47, p. 57.
[6] Frei Betto. Fidel y la religión. Oficina de Publicaciones del Consejo de Estado de la República de Cuba, La Habana, 1985, p. 159.
[7] Discurso pronunciado en el acto con motivo del XX aniversario del asalto al cuartel “Moncada”, en Santiago de Cuba, Oriente, 26 de Julio de 1973. Ediciones COR, 7/1973, p. 9.
[8] Fidel Castro Ruz. Discurso en la Universidad de “Carolinum”, Checoslovaquia, con motivo de concedérsele el título de Doctor en Ciencias Jurídicas Honoris Causa, el 22 de junio de 1972, periódico Granma, 23 de junio de 1972, p. 5.
[9] Ignacio Ramonet. Cien horas con Fidel. Tabloide Juventud Rebelde, capítulo 9, p. 4.
[10] Ignacio Ramonet. Cien horas con Fidel. Tabloide Juventud Rebelde, capítulo 9, p. 3.
[11] La ofensiva final, comenzada en mayo de 1958 y culminada el 6 de agosto del propio año con la batalla de Las Mercedes, fue el empeño más serio realizado por el Ejército de Cuba para derrotar al Ejército Rebelde.
Publicado en: jun 20th, 2022.
Haga un comentario