El Niño y La Niña crecen y perturban

El planeta vive la manifestación  meteorológica más potente de La Niña en 50 años, con inundaciones sin  precedentes en Australia y sequías en Argentina, Brasil y Uruguay que  afectan inclusive los precios de los alimentos.

Los científicos empiezan a considerar que el cambio climático podría estar  potenciando los impactos de El Niño/Oscilación del Sur (ENOS), un ciclo  que afecta periódicamente los patrones meteorológicos en todo el mundo.

La Niña y El Niño son, respectivamente, las fases fría y cálida del ENOS,  y forman parte del sistema de regulación del calor en el océano Pacífico  ecuatorial.

Ambos se presentan cuando los cambios oceánicos y atmosféricos son  simultáneos.

En condiciones que los climatólogos definen como “neutrales”, las altas  presiones suelen dominar la atmósfera del Pacífico oriental, mientras las  bajas predominan en el oeste.

La diferencia de presión genera los vientos alisios, que soplan de este a  oeste sobre la superficie del Pacífico ecuatorial apilando las aguas  cálidas en el occidente. Las aguas profundas y más frías emergen entonces  en el este para reemplazar a las cálidas.

En los eventos de La Niña, esas diferencias de presión son más marcadas,  los alisios soplan con más fuerza y generan una corriente fría más intensa  en el Pacífico oriental.

En cambio, con El Niño la presión alta se presenta en el Pacífico  occidental, y la baja cerca de las costas americanas. Los alisios se  debilitan o cambian de dirección y las aguas cálidas se expanden por el  este del océano.

“En 2010 hubo una transición muy rápida de El Niño a La Niña”, dijo a  Tierramérica el climatólogo Kevin Trenberth, del Centro Nacional de  Investigaciones Atmosféricas con sede en Colorado, en el centro de Estados  Unidos.

El Niño fue fuerte, duró un año y finalizó en mayo, y en un plazo de  apenas dos meses se presentó La Niña, explicó.

La Niña actual no sólo puso fin a 10 años de sequía en Australia, sino que  inundó unos 850.000 kilómetros cuadrados en ese país, área equivalente a  la de Francia y Alemania juntas. También causó inundaciones mortales en el  norte de América del Sur y generó condiciones de sequía en las partes  centrales y sureñas del continente.

En consecuencia, se afectaron los rendimientos agrícolas. Los precios  internacionales de los alimentos alcanzaron un récord en diciembre,  informó el 5 de este mes la Organización de las Naciones Unidas para la  Agricultura y la Alimentación (FAO).

“Desde los años 70 se registran cambios en el fenómeno El Niño-La Niña. Se  trata de un ciclo complejo, pero las sequías, inundaciones y otras  manifestaciones asociadas a él han sido más fuertes en los últimos 30 a 40  años”, dijo Trenberth a Tierramérica.

Como el calentamiento altera los fundamentos del sistema climático  mundial, atrapando más calor y hasta cuatro por ciento más de vapor de  agua en la atmósfera, es razonable concluir que también influya en el  ENOS.

“Sería sorprendente que no lo hiciera”, sostuvo Trenberth.

Fueron los pescadores peruanos los que acuñaron el nombre de El Niño, por  el niño Jesús, pues notaban los efectos del calentamiento de las aguas de  esa zona del Pacífico cerca de la Navidad.

Con el paso de los meses, y a veces de los años, el calor superficial del  océano se disipa y aguas más frías y profundas salen a la superficie. Así  se restauran las condiciones neutrales o se presenta La Niña, que trae  consigo corrientes ricas en nutrientes que causan una explosión de vida  marina y buenas temporadas de pesca.

Los pescadores pueden esperar un buen año para 2011, pues una Niña intensa  domina el Pacífico. “Éste es uno de los eventos más fuertes de La Niña en  el último medio siglo, y probablemente persistirá en el verano del  hemisferio boreal”, dijo en un comunicado Bill Patzert, oceanógrafo y  climatólogo del Laboratorio de Propulsión a Chorro de la agencia espacial  estadounidense (NASA).

El ENOS tiene un ciclo de entre tres y siete años, con un promedio de  cuatro años para pasar de El Niño a La Niña. Pero varía considerablemente,  tanto en periodicidad como en fuerza, según Trenberth.

Cada ciclo es diferente e impredecible y de momento es imposible tratar de  reproducirlo mediante modelos climáticos informatizados, acotó.

Aunque hay pruebas de que las inundaciones y las sequías han empeorado, la  ciencia aún no cuenta con pruebas claras de que el cambio climático haya  afectado el ritmo del ENOS, por ejemplo acortando el ciclo, como ocurre  ahora, dijo.

“Pero podría estar afectándolo”, especuló.

Las emisiones contaminantes de las actividades humanas actúan como una  doble frazada sobre la atmósfera, atrapando más calor que el que  naturalmente ésta retiene.

Casi todo ese calor extra es absorbido por los océanos. Éstos se vienen  calentando desde los años 70, y es probable que eso también influya en el  ENOS, observó Julia Cole, científica climática del Instituto del Ambiente  de la Universidad de Arizona.

El ENOS siempre tuvo una variabilidad enorme, y sus fuerzas motrices aún  no se conocen del todo, lo que vuelve muy difícil determinar cómo lo  afecta el cambio climático o pronosticar futuras modificaciones del ciclo,  dijo Cole a Tierramérica en una entrevista por correo electrónico.

Sin embargo, las últimas investigaciones sugieren que en el futuro  “podríamos incluso tener varios nuevos  sabores  del ENOS”, agregó.

Las inundaciones causadas por La Niña en Australia no tienen precedentes.  Por lo menos 10 personas fallecieron y las pérdidas se estiman en miles de  millones de dólares.

Buena parte de las inundaciones ocurrieron en el nororiental estado de  Queensland, cuyos ríos fluyen hacia el Mar del Coral, y se espera que  tengan repercusiones importantes en la Gran Barrera de Coral.

Las aguas de las lluvias barrieron las tierras, removiendo y arrastrando  hacia el mar enormes cantidades de sedimentos y de sustancias  contaminantes. Es probable que tengan “un impacto enorme” en el mayor  sistema de arrecifes del mundo, dijo Charlie Veron, ex jefe científico del  Instituto Australiano de Ciencias Marinas.

“Sin dudas esta Niña tan fuerte está causando las inundaciones, pero el  cambio climático parecería estar potenciando sus efectos”, escribió Veron  en un mensaje electrónico.

Las vastas plantaciones de caña de azúcar de Queensland se ahogan, pero  los cultivos de Argentina, Brasil y Uruguay están resecos por la falta de  lluvias que, a fines de diciembre, ya había causado carestía de los  alimentos, según un informe de la FAO divulgado el 5 de este mes.

Las continuas sequías en Argentina o el mortal frío invernal en Europa y  América del Norte podrían contribuir a elevar incluso más el precio de los  alimentos, advierte la FAO.

Aunque La Niña mantiene fría buena parte del Pacífico sur desde hace  meses, 2010 igualó a 1998, cuando El Niño se manifestó con intensidad: son  los dos años más calientes de la historia desde que se llevan registros.