El Dr. G. Mancia ha indicado durante una conferencia que las asociaciones europeas pueden no tomar tal postura favorable sobre la VTAA como la que tomó el Reino Unido, que el año pasado se convirtió en el primer país en el mundo en recomendar formalmente la VTAA como el método preferido para diagnosticar hipertensión.
Williams dice que la postura en Reino Unido es que la VTAA ahorra costos, tanto al acelerar un diagnóstico en alguien que necesita rápidamente medicación como al permitir la suspensión del tratamiento hasta en 25% de las personas que en realidad no tienen hipertensión pero que se les ha diagnosticado erróneamente en la clínica o en el domicilio, los llamados hipertensos de «bata blanca».
Una TA clínica bien medida es más o menos similar, por lo que respecta a su valor diagnóstico, que la TA ambulatoria. ¿Conviene determinarla si la utilidad no es considerable?
Sin embargo, adujo Mancia: «La superioridad de la VTAA aún no se ha establecido de manera definitiva. Por lo que respecta a su verdadero valor diagnóstico, una TA clínica bien medida es más o menos similar a la TA ambulatoria. ¿Conviene determinarla si la utilidad no es considerable? Y la pregunta importante aquí es si el añadir la ABP aumenta nuestra capacidad de pronosticar el futuro cardiovascular del paciente».
El presidente de la ESH, Dr. Josep Redon (Universidad de Valencia, España), estuvo de acuerdo con Mancia, señalando: «Creo que necesitamos saber más aspectos sobre la VTAA».
Lo que sigue es la interrogante de si se debieran tomar en cuenta nuevos factores de riesgo, dijo Mancia. «Casi todos los días las revistas científicas muestran nuevos factores de riesgo: biomarcadores de inflamación, nuevas medidas de daño de órganos, etcétera. Sin embargo, ¿qué ventajas obtenemos por lo que respecta a prever en general el futuro cardiovascular de un paciente si volvemos más complejo el cálculo del riesgo?».
Así mismo, planteó si el grado de protección logrado con el tratamiento podría preverse mejor utilizando estas medidas más nuevas de daño de órganos. No todos los datos son uniformes en este sentido, señaló -la reducción de la excreción urinaria de proteína, por ejemplo-. Explicó: «Se ha demostrado que tiene un valor diagnóstico en una serie de estudios importantes, pero no en todos. En estudios como ACCORD y ALTITUDE, la reducción de la excreción urinaria de proteína no se acompañó de ninguna reducción concomitante y paralela en la incidencia de complicaciones renales o cardiovasculares».
Sin mencionar la opción de diuréticos…
También hay amplios desacuerdos entre las directrices sobre las opciones de tratamientos, dijo Mancia. «La postura del documento previo de la ESH aclaró que tal vez no necesitamos apegarnos a la antigua clasificación de los fármacos en primera, segunda y tercera opción, etcétera. Ahora disponemos de varias clases de antihipertensivos -no todos con indicios de protección, todos con características de tolerabilidad aceptablemente satisfactorias- de manera que ¿no es tiempo de abandonar esta clasificación de los fármacos, la cual se refiere a un paciente promedio que realmente no existe en el ejercicio clínico, y más bien tratar de recomendar el fármaco apropiado en las circunstancias clínicas o demográficas apropiadas?»
¿No podemos tener una actitud más liberal y decir que hay evidencia derivada de estudios para los tres diuréticos y simplemente dejar que los médicos decidan a su discreción?
Este intercambio suscitó un debate acalorado durante la sesión de preguntas y respuestas con respecto a cuál diurético se debiera recomendar de preferencia, una argumentación, dice Mancia, que «no está seguro» si la ESH se debiera meter en ella.
Uno de los participantes en el debate dijo que le sorprendía el resurgimiento de la clortalidona en Estados Unidos, «pues es el fármaco que produce el mayor grado de agotamiento de potasio de todos los diuréticos que se pueden utilizar. Si se observa el análisis del estudio SHEP relacionado con los efectos adversos y cómo la reducción del potasio puede causar problemas e incrementar los accidentes cerebrovasculares, me sorprende que incluso se proponga como un fármaco individual a utilizar. La situación puede ser diferente si se añade a un inhibidor de la ECA o a un antagonista de receptor de angiotensina [ARA], ».
Sin embargo, Oparil dijo «que tenía que estar en desacuerdo. Todos los estudios clínicos del National Heart, Lung, and Blood Institute [NHLBI] que analizaron los diuréticos utilizaron la clortalidona y la mayor parte de ellos han mostrado ventajas en comparación con cualquiera que fuese el fármaco con que se comparase. Estoy de acuerdo sobre el agotamiento de potasio, pero es relativamente fácil restituirlo, sea mediante reposición de potasio o con un fármaco ahorrador de potasio. La clortalidona es un fármaco de acción prolongada, reduce bien la TA y evita complicaciones».
Mancia dijo que creía que había evidencia adecuada para el uso de tres diuréticos; clortalidona, hidroclorotiazida (HCTZ) e indapamida. «Esto es lo que quiero preguntar. ¿Debieran las directrices tener esta actitud prescriptiva? ¿Siempre tenemos un ganador y un perdedor? ¿No podemos tener una actitud más liberal y decir que hay evidencia derivada de estudios para los tres diuréticos y simplemente dejar que los médicos decidan a su discreción?».
Estoy de acuerdo con la idea de que la prescripción no debiera estar determinada por las directrices, sino guiada por las directrices.
Williams dijo: «Estoy de acuerdo con la idea de que la prescripción no debiera estar determinada por las directrices, sino guiada por las directrices. Somos médicos y el motivo por el que los médicos devengan salarios mucho más altos, en promedio, que el resto de la población es porque estamos ahí para tomar decisiones. Las directrices no debieran ser sobreprescriptivas, sino debieran hacer recomendaciones cuando haya evidencia sólida y no hacer recomendaciones cuando no la haya».
Como un ejemplo en la cuestión de los diuréticos, describió la manera en que el Reino Unido era «levemente inusual por cuanto utilizamos bendrofluazida» como primera opción, pero admitió, «No pudimos encontrar ninguna evidencia de ello». De manera que en las nuevas recomendaciones, se insta a los médicos a que utilicen clortalidona o indapamida en pacientes que comienzan o que cambian a diuréticos. Estos fármacos se debieran utilizar «de preferencia a» la bendroflumetiazida o el diurético de uso más frecuente en Estados Unidos, la HCTZ, dijo.
¿Y qué hay sobre el tratamiento combinado, la hipertensión resistente y la curva en J?
Otra cuestión importante, dice Mancia, es la relacionada con el papel de la politerapia: «Necesitamos urgentemente la confirmación de los datos de ACCOMPLISH», dijo, haciendo referencia a un comentario previo de Oparil, quien había dicho que un estudio en general no se consideraba lo suficientemente satisfactorio para designar una recomendación como «evidencia de gran calidad».
No se dispone de estudios aleatorizados en los cuales basar el empleo de un cuarto o un quinto fármaco en la hipertensión resistente a tratamiento y si bien los procedimientos invasivos son muy interesantes, ¿qué grado de precaución debiéramos adoptar?
Mancia continuó: «Incluso es más difícil determinar qué hacer por lo que respecta a utilizar la politerapia al inicio del tratamiento. Observó: «Aquí, si analizamos la bibliografía sólo tenemos una serie de hallazgos y éstos provienen del estudio VALUE». Sin embargo, si se pudiese demostrar que el empleo de la politerapia al principio y el logro del control de la TA en una etapa temprana pueden favorecer el control tardío de la TA, «esto sería una ventaja inestimable».
Otro aspecto es determinar si conviene recomendar las combinaciones de tres fármacos en dosis fijas, dijo, «con el problema de perder la flexibilidad en aras de mejorar la simplicidad del tratamiento».
Cambiando al tema de la polipíldora, dijo que las directrices europeas antes «tenían una actitud negativa hacia la polipíldora». ¿Debiera conservarse esto o volverse más flexible?».
Luego, hay interrogantes sobre el tratamiento de la hipertensión resistente. «No se dispone de estudios aleatorizados en los cuales basar el empleo de un cuarto o un quinto fármaco y si bien los procedimientos invasivos son muy interesantes, ¿qué grado de precaución debiéramos adoptar?».
Por último está la cuestión de la curva en J, el fenómeno según el cual se cree que hay un umbral por debajo del que podría ser peligroso disminuir la TA.
Zanchetti dijo — al señalar los estudios que todavía necesitan llevarse a cabo — que con respecto a la curva en J «algunos estudios la confirman en tanto que otros la niegan». Y Mancia añadió: «aquí sólo contamos con datos retrospectivos. ¿Qué valor debiéramos dar a los datos retrospectivos: debiéramos olvidarnos de ellos o tomarlos en cuenta con algún grado de precaución?».
(Fuente: http://www.theheart.org)
Los medicamentos comunes para la presión arterial podrían no reducir el riesgo de cáncer de colon
A pesar de la esperanza planteada por una investigación anterior, un estudio no halla ningún beneficio en los medicamentos bloqueadores beta
Un nuevo estudio plantea que los medicamentos para la presión arterial ampliamente utilizados llamados bloqueadores beta no reducen las probabilidades de una persona de desarrollar cáncer de colon.
Los bloqueadores beta, que incluyen medicamentos como alprenolol, carvedilol, propranolol y atenolol, se recetan por lo general a adultos mayores para tratar la presión arterial alta y las afecciones del corazón.
Una investigación anterior relacionó el uso de estos medicamentos con un menor riesgo de cáncer. Esta teoría se basó en estudios de laboratorio y en animales que encontraron que la hormona del estrés norepinefrina puede fomentar el crecimiento y la propagación de células cancerosas. Los bloqueadores beta inhiben la acción de esta hormona.
“Uno de los santos griales en la lucha contra el cáncer es la prevención de la angiogénesis, que es el crecimiento de nuevos vasos sanguíneos para alimentar las células tumorales”, explicó el Dr. David Robbins, director asociado del Centro de Endoscopia Terapéutica Avanzada del Hospital Lenox Hill de la ciudad de Nueva York.
“Algunos investigadores han especulado que un beneficio indirecto de determinados medicamentos para la presión arterial podría ayudar a frenar el crecimiento de nuevos vasos sanguíneos en el cáncer de mama y tal vez en el de colon”, señaló Robbins, que no participó en el nuevo estudio.
En este estudio, que aparece en la edición en línea del 14 de mayo de la revista Cancer, un equipo dirigido por Michael Hoffmeister, del Centro Alemán de Investigación del Cáncer en Heidelberg, comparó el uso de bloqueador beta de más de 1,700 pacientes de cáncer de colon con el mismo número de personas sin cáncer.
Después de tomar en cuenta el peso, el estado de tabaquismo y otros factores del paciente, los investigadores no encontraron ninguna relación entre el uso de los bloqueadores beta y el riesgo de cáncer de colon.
El hallazgo se mantuvo incluso después de que los investigadores desglosaran su análisis según la duración del uso de los bloqueadores beta, los tipos específicos de bloqueadores beta y los sitios en el colon o el recto en el que se desarrollaba el cáncer colorrectal en los pacientes.
Los autores concluyen que sus hallazgos no respaldan la teoría de que el uso de bloqueadores beta reduce el riesgo de cáncer de colon.
Lo que no sorprende a Robbins. “Los pocos estudios sobre este tema han sido contradictorios y es poco probable que volvamos a ver este tipo de efecto protector, debido a que el cáncer es una enfermedad muy compleja causado por un gran número de vías biológicas únicas”, destacó.
Otro experto agregó que aunque los bloqueadores beta tal vez no ayuden a prevenir los tumores del colon, las personas tienen otros medios para hacerlo.
“Los hombres y las mujeres que tienen un riesgo promedio deberían empezar a evaluarse a partir de los 50 años”, señaló el Dr. Mark Pochapin, director de la división de gastroenterología del Centro Médico Langone de la Universidad de Nueva York en la ciudad de Nueva York. “Los que tienen algunos factores de riesgo, tales como antecedentes familiares de pólipos o cáncer colorrectal deben hablar con sus médicos sobre la posibilidad de empezar a examinarse a una edad temprana”.
Pochapin también agregó que “las modificaciones del estilo de vida, tales como dejar de fumar, evitar el consumo excesivo de carnes rojas o procesadas, garantizar una ingesta adecuada de vitamina D y mantener un peso corporal saludable y hacer ejercicio regularmente, pueden ser muy beneficiosos en la reducción del riesgo para reducir el riesgo de cáncer colorrectal”.
(Fuente: HealthDay)
Revisión COCHRANE
Por: Balraj S Heran, Jenny MH Chen, Josh J Wang y James M Wright. La Biblioteca Cochrane Plus, 2011 Número 1 ISSN 1745-9990.
No se identificaron ensayos que evaluaran la eficacia de los bloqueadores de los CENa para reducir la presión arterial (PA) como monoterapia en pacientes con hipertensión primaria. Sólo seis ensayos evaluaron la eficacia de dosis bajas de amilorida y triamtereno como fármacos de segunda línea para reducir la PA en 496 participantes con una PA inicial de 151/102 mmHg. Se estimó la disminución adicional de la PA provocada por los bloqueadores de los CENa como fármacos de segunda línea al comparar la diferencia en la disminución de la PA entre los grupos de tratamiento combinado y de monoterapia.
Relationship between a range of sedentary behaviours and blood pressure during early adolescence (en inglés)
Por: B Gopinath, L A Baur, L L Hardy4, A Kifley, K A Rose, T Y Wong y P Mitchell1. Journal of Human Hypertension (2012) 26, 350–356.
Muy pocos estudios han explorado los vínculos entre la actividad física, las conductas sedentarias y la presión arterial (PA) en la adolescencia temprana. El objetivo fue evaluar la asociación entre una serie de actividades sedentarias (tiempo de la televisión (TV), el uso del ordenador, el uso de los videojuegos y el tiempo invertido en la tarea o la lectura) y la presión arterial en niños en edad escolar. Elegibles estudiantes con edad superior a 7 años (2353/3144, con una edad media 12,7 años) de una muestra aleatoria por conglomerado de 21 escuelas de Sidney fueron examinados durante el período 2003-2005.
Hipertensión arterial y diabetes aumentan a nivel global
La hipertensión arterial y la diabetes aumentan en todo el mundo, mientras la cantidad de personas obesas se duplicó en los últimos 20 años, señala un informe divulgado hoy por la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Titulado “Estadísticas sanitarias mundiales 2012″, el documento alerta sobre el creciente problema de las enfermedades crónicas no transmisibles, responsables de los dos tercios de la mortalidad global.
De acuerdo con el reporte, uno de cada tres adultos en el orbe padece hipertensión, causante de la mitad de los decesos por accidente cerebro-vascular y cardiopatía isquémica. Uno de 10, es diabético, agrega.
Señala además que las tasas de obesidad son más altas en la región de las Américas (26 por ciento de los adultos), y las mujeres, las más propensas a padecerla, pero los varones, tienen mayor riesgo de diabetes, afectación cardíaca y ciertos tipos de cáncer.
Este informe refleja el espectacular aumento de las afecciones que desencadenan cardiopatías y otras dolencias crónicas, en particular en naciones de bajos y medianos ingresos, declaró Margaret Chan, directora general de la OMS.
En algunos países africanos, la mitad de la población tiene cifras altas de tensión arterial, aseguró.
Sin embargo, pese a que en estos casos muchos podrían ser tratados con medicamentos poco costosos, la realidad es que la mayoría ni siquiera conoce que padece la patología, resalta el texto.
La publicación de la OMS se presenta cada año, y en ella se incluyen otros indicadores, como mortalidad, esperanza de vida, servicios sanitarios, tratamiento, así como los factores de riesgo y comportamientos que afectan la salud.
(Fuente: Prensa Latina)
La hipertensión aumenta en un 70 % el riesgo de deterioro cognitivo
Con motivo de la conmemoración, del Día Mundial de la Hipertensión, la Fundación Española del Corazón (FEC) ha divulgado un comunicado en que recuerda que esta patología no sólo es el factor de riesgo cardiovascular más prevalente y la primera causa de morbimortalidad en el mundo, sino que, además, aumenta en un 70% el riesgo de padecer demencia vascular o deterioro cognitivo.
(ver más)
(Fuente: Boletín Al día de Infomed)
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