Migración y VIH: no olvidemos a quienes se están quedando atrás

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anciano soledadMuchas de las personas con VIH son mujeres, jovenes y niñas, quienes en contextos de movilidad se convierten en uno de los grupos más vulnerables. Aunque los marcos legales estipulan que las personas refugiadas y migrantes tienen iguales derechos, el flujo mixto de personas procedentes de Venezuela ha superado las capacidades nacionales, lo que ha impedido una respuesta oportuna y eficiente. La movilidad y las limitaciones para regularizar el estatus migratorio y las condiciones de pobreza, limitan, entre otras cosas, el acceso a los sistemas de salud y a medicamentos.

En el caso de las personas migrantes y refugiadas que viven con VIH esta situación es particularmente grave, porque la falta de tratamiento antirretroviral y la poca información disponible pueden poner en riesgo su vida y afectar el curso de la epidemia en la región. Este es el caso de Iva J. que a los 23 años salió de San Francisco, estado Zulia (Venezuela) con sus dos hijos y embarazada, tras la muerte de su esposo por causas asociadas al sida.

“Él se empezó a poner mal, a perder peso, a sentirse cada vez peor. Todo lo que comía le caía mal y así se fue poniendo mal, mal… hasta que se murió cuando yo tenía 5 meses de embarazo de la niña”, comenta Iva.

Debido a la falta de pruebas, el diágnostico de VIH en Venezuela solo se realiza a través de servicios privados. Cuando las personas no pueden cubrir ese gasto, es imposible que conozcan su estado serológico. Iva nunca pudo saber si ella también vivía con VIH.

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Fuente: ONUSIDA

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