Adolescentes e infección por virus del papiloma humano

La educación sexual y las relaciones sexuales en esta fase de la vida, antes poco frecuente, han hecho que hoy día muchas niñas y púberes asistan a las consultas ginecológicas. Si a esto se le añaden las infecciones de transmisión sexual, se comprenderá el interés creciente por el tema.

De hecho, hoy día, la infección por el virus del papiloma humano es uno de los motivos de mayor frecuencia de consulta en los jóvenes. Esta entidad tiene doble característica, pues constituye simultáneamente un proceso infeccioso y un problema neoplásico. La comprensión de este fenómeno biológico no puede ser simplista; incide sobre una parte sensible de la vida humana que es su actividad sexual, así como sobre su integridad física y estabilidad conyugal, familiar y social.

La infección por VPH puede manifestarse en forma clínica, subclínica o latente. La manifestación clínica habitual de dicha infección son los condilomas acuminados, verrugas genitales, papilomas venéreos o verrugas venéreas; en la infección subclínica las lesiones solo son visibles por colposcopia, tras la aplicación de ácido acético al 3-5 %, por lo que es de gran importancia su diagnóstico, debido a que como no son aparentes las lesiones, se facilita el contagio.

Aproximadamente 50 % de las lesiones de alto grado y los carcinomas están asociados a infección por VPH 16 y 10 % al VPH 18; este último está asociado con mayor frecuencia al cáncer invasor que a las lesiones precursoras.

El diagnóstico oportuno de las lesiones ocasionadas por este virus en adolescentes es un reto a escala mundial; este se realiza mediante los componentes clínico y citológico (prueba citológica), la cual debido a la edad de estas pacientes no se realiza, y el histológico (biopsia por ponche), que se efectúa cuando se considera necesario; por tanto, al no existir factores concretos que faciliten la detección de las pacientes con riesgos para brindar un diagnóstico temprano y un tratamiento con resultados positivos, se requiere un mayor esfuerzo del personal e instituciones de salud.

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Fuente: MEDISAN 2014;18(6)