Identificación del papilomavirus humano en la leucoplasia bucal
El virus del papiloma humano (VPH) pertenece a la familia de los papovavirus, que son un grupo diverso de virus ADN con una cubierta proteica o cápside, que le permite sobrevivir en el ambiente por largos periodos de tiempo. La mayoría de estas infecciones víricas son asintomáticas o subclínicas, pues no originan ninguna manifestación clínica o morfológica y pasan desapercibidos si no se hace una prueba molecular para detectar fragmentos del genoma en las células infectadas; afectan principalmente las células epiteliales de piel y mucosa, pero penetran generalmente en la capa basal. Pueden infectar las mucosas bucal, laríngea y cervical, así como los genitales externos. Este virus patógeno lesiona las células al penetrar en ellas, se replica a expensa del huésped y produce transformación celular, por tanto, da lugar a una proliferación neoplásica y causa diferentes clases de papilomas en el hombre (verrugas o condilomas); mientras que otros pueden generar infecciones subclínicas, las cuales pueden (en la minoría de casos) dar lugar al cáncer.
Casi todas las infecciones son transitorias, pues se controlan por la respuesta inmune del organismo; solo entre 10 y 20 % se vuelven crónicas o persistentes y son las que tienen un mayor potencial oncogénico, a pesar de que otros generan infecciones subclínicas, que pueden, en la menor cantidad de pacientes, convertirse en tumores. La infección por VPH es la causa principal de casi todos los casos de cáncer cervical. Existen cofactores, tales como: consumo de tabaco y alcohol, capaces de aumentar la probabilidad de progresión de la infección hacia el cáncer.
Cabe agregar que existen diversas vías de transmisión del VPH, entre las cuales figuran: perinatal, infección transplacentaria, líquido amniótico, sangre, contacto sexual, autoinoculación y algunos autores sugieren una posible transferencia por la saliva.
El papiloma bucal es una de las lesiones epiteliales de la boca más frecuentes, producidas por el VPH. Este virus se transmite por contacto directo y la mayoría de las lesiones de esta cavidad se deben al contacto por autoinoculación y relaciones urogenitales. Se ha demostrado que la saliva tiene un papel protector de las infecciones a través de la existencia de un gran número de agentes bucales antimicrobianos, tales como: lisozima, lactoferrina, inmunoglobulina A (Ig A) y citoquinas. Además, los tejidos altamente queratinizados que caracterizan la cavidad bucal pueden proveer una barrera contra la infección por VPH, lo cual limita la probabilidad de que el virus invada y alcance las células de las capas basales, a diferencia de la mucosa cervical.
Fuente: MEDISAN 2013;17