Hombres que tiene relaciones sexuales con otros hombres (HSH)
eran “sodomitas”. Él suplicó a los monjes “esforzarse para alejarse de tales males” … pero ninguna legislación civil contra la homosexualidad fue promulgada.
La homosexualidad después de Roma
La decadencia del Imperio Romano coincide con una era de actitudes cambiantes hacia la homosexualidad. Aunque algunos piensan que el auge de la homosexualidad fue una de las razones por las cuales se derrumbó el Imperio, hay poca evidencia -si es que hay alguna- para apoyar este punto de vista. Sin embargo, una de las razones posibles para el declive creciente de la influencia latina y el levantamiento de los germanos y otros pueblos europeos fue el hecho de que los latinos no continuaron teniendo niños en una tasa creciente; a partir de este razonamiento, las restricciones respecto a la homosexualidad que tenía Grecia podrían haber ayudado a preservar la influencia latina. Las actitudes anti-homosexuales hacia el fin del imperio y la llegada de la edad media parecen haber cambiado cuando surgieron distintos estados del antiguo imperio. Mientras que la cristiandad romana sostenía oficialmente que las prácticas homosexuales eran pecadoras, poco fue hecho para dar fuerza a este código, inclusive entre los sacerdotes y monjes. Alguna evidencia sugiere que se colocaron monjes en posiciones logísticas donde el contacto homosexual habría sido difícil, si no imposible, de controlar.
La tolerancia de la homosexualidad pareció aumentar hasta aproximadamente el siglo XIII. Entonces hubo un momento en que desde el monarca hasta el plebeyo pudieron ser abiertamente homosexuales. Una relación en particular juntó al rey de Inglaterra y al de Francia en la misma cama, profesándose amor mutuo. Durante ese tiempo hubo una subcultura homosexual activa, que influenció muchas áreas de la vida social, incluyendo las artes y la iglesia.
El periodo de tolerancia había comenzado por el deseo de reunir a muchas subculturas, pero entonces llegó la Inquisición, que condenó a muerte a muchas personas, por ser sospechosas de practicar actos de sodomía o de ser homosexuales. En ese tiempo, la sodomía llegó a ser identificada con casi cualquier tipo de conducta sexual distinta a la norma, anticonvencional.
El surgimiento del intelectualismo y la Reforma protestante hicieron poco para cambiar las actitudes hacia la homosexualidad. De hecho, la Reforma trajo condenas más duras contra aquellos comprometidos en actos homosexuales. Francia castigaba la conducta homosexual con pérdida de los testículos en la primera ofensa, pérdida del pene en la segunda ofensa, y muerte en la hoguera en caso de una tercera ofensa. Henry VIII proscribió la homosexualidad en Inglaterra en 1533 con penas que iban desde la pérdida de propiedades hasta la muerte. La policía vigilaba estrechamente las Molly Houses -o burdeles de prostitución masculina-, y aquellos que las visitaban eran condenados a muerte. Esta práctica continuó hasta el siglo XVIII temprano.
En el caso del territorio que hoy conocemos como Estados Unidos, el registro más antiguo de una condena a muerte por actos homosexuales se ubica en Saint Augustine, Florida, en 1566, cuando un hombre fue ejecutado por el ejército. Los Estados Unidos mantuvieron la pena de muerte para los “sodomitas” convictos hasta aproximadamente 1779, cuando Thomas Jefferson propuso que el estado de Virginia remplazara la pena de muerte por tal crimen y la remplazara con la castración. Algunos estados norteamericanos han revisado el castigo por actos de sodomía durante los años, y se han pasado leyes que protegen a aquellos que realizan prácticas homosexuales. Por su parte, la Revolución Francesa trajo el fin de las leyes que penalizaban actos sexuales en 1810, bajo el Código Napoleónico, e Inglaterra abolió la pena de muerte por conductas homosexuales en 1861. La historia homosexual es una historia de abuso, prejuicio, dolor y muerte.
La homosexualidad en flujo
Hay una tremenda dicotomía en la cultura moderna respecto de la homosexualidad. Por una parte, la mayoría de los políticos liberales apoyan las leyes que brindan soporte a la comunidad gay, si no en la práctica, al menos en teoría. Hay una aceptación creciente de la homosexualidad y hay un gran giro en la educación que muestra a la homosexualidad como un estilo de vida válido. Aunque, por su parte, la mayoría de los activistas homosexuales nieguen que la homosexualidad sea una alternativa, pues creen que la preferencia sexual no es algo que se elige.
Como contestación al aumento de la aceptación oficial, y debido a la histeria por el SIDA, hay un número creciente de crímenes de odio contra los homosexuales. Ni el gobierno, ni la iglesia autorizan oficialmente el abuso físico, pero existen individuos y grupos que han tomado en sus propias manos la