Propuesta del editor

Un estudio llevado a cabo en Taiwán ha mostrado que las personas con el VIH tendrían un riesgo de padecer determinadas enfermedades autoinmunes superior al de aquellas personas no infectadas. Los resultados han sido publicados en la edición digital de Annals of the Rheumatic Diseases. Entre dichas afecciones se encontrarían síndrome Sjögren, psoriasis, lupus eritematoso sistémico (SLE, en sus siglas en inglés) y uveítis. En el caso de la espondilitis anquilosante, en cambio, el riesgo de padecerla sería inferior en personas con el VIH.

La terapia antirretroviral de gran actividad (TARGA), al convertir la infección por el VIH en una patología de evolución crónica, ha permitido a los pacientes vivir más años, lo cual es sin duda una gran noticia, pero que tiene una contrapartida, que es la aparición de comorbilidades que deben tratarse de forma simultánea a la infección.

Aunque las comorbilidades más frecuentemente descritas son aquellas relacionadas con el envejecimiento (hipertensión, dislipemia, diabetes, insuficiencia renal, etc.), la relación entre el VIH y alteraciones autoinmunitarias ha sido observada desde los inicios de la TARGA con, por ejemplo, numerosos casos descritos del síndrome de reconstitución inmunitaria (SIRI o IRIS, en sus siglas en inglés).

Según los autores del presente estudio, la infección por el VIH puede inducir la producción de autoanticuerpos por causa de las similitudes existentes entre algunas proteínas del virus y algunos antígenos humanos. Este hecho puede acabar conllevando el desarrollo de enfermedades autoinmunes. Para arrojar un poco más de luz a este asunto, los investigadores analizaron registros de la Base de Datos sobre Investigación del Seguro de Salud Nacional de Taiwán, que incluye datos sanitarios de casi 24 millones de personas.

En el estudio se incluyó a 20.444 personas con una edad mínima de 15 años que habían recibido el diagnóstico de infección por el VIH entre los años 2000 y 2012. La edad promedio era de 30 años, el 92% de los participantes eran hombres y el 67% recibían TARGA.

En lo relativo a las enfermedades autoinmunes sistémicas, la mayor tasa de incidencia correspondió a psoriasis (102 casos por cada 100.000 persona-años de seguimiento), seguida por síndrome Sjögren (57 casos por cada 100.000 persona-años de seguimiento) y artritis reumatoide (56 casos por cada 100.000 persona-años de seguimiento).

Al analizar enfermedades autoinmunes con especificidad por algún tejido, las más frecuentes fueron uveítis (104 casos por cada 100.000 persona-años de seguimiento), enfermedad inflamatoria intestinal (92 casos por cada 100.000 persona-años de seguimiento) y anemia hemolítica autoinmune (26 casos por cada 100.000 persona-años de seguimiento).

Respecto a la población general, los hombres con el VIH del estudio presentaron una mayor probabilidad de experimentar psoriasis (tasa de incidencia estandarizada [SIR, en sus siglas en inglés]: 2,09; intervalo de confianza del 95% [IC95%]: 1,70-2,55), uveítis (SIR: 2,51; IC95%: 2,04-3,06) y anemia hemolítica (SIR: 36,07; IC95%: 22,59-54,61).

En el caso de las mujeres con el VIH del estudio, presentaron una mayor probabilidad que la observada en la población general de padecer síndrome de Sjögren (SIR: 2,29; IC95%: 1,48-3,38), lupus (SIR: 3,50; IC95%: 1,67-6,43) y anemia hemolítica (SIR: 31,25; IC95%: 10,07-72,93).

En el caso de las personas que tomaban TARGA, las mayores incidencias de enfermedades autoinmunes correspondieron a uveítis (132 casos por cada 100.000 persona-años de seguimiento), psoriasis (97 casos por cada 100.000 persona-años de seguimiento) y enfermedad inflamatoria intestinal (84 casos por cada 100.000 persona-años de seguimiento). Entre las personas con el VIH que no tomaban TARGA, las enfermedades autoinmunes más frecuentes fueron síndrome Sjögren (117 casos por cada 100.000 persona-años de seguimiento) y la enfermedad inflamatoria intestinal (113 casos por cada 100.000 persona-años de seguimiento).

Respecto a la población general, las personas con el VIH que tomaban TARGA presentaban un mayor riesgo de padecer psoriasis (SIR: 1,95; IC95%: 1,52-2,47), uveítis (SIR: 3,21; IC95%: 2,60-3,92) y anemia hemolítica (SIR: 45,10; IC95%: 28,58-67,67); pero un menor riesgo de padecer artritis reumatoide (SIR: 0,66; IC95%: 0,43-0,95) o espondilitis anquilosante (SIR: 0,64; IC95%: 0,40-0,98).

Aquellas personas con el VIH que no tomaban TARGA , en comparación con la población general, presentaron un mayor riesgo de padecer artritis reumatoide (SIR: 1,52; IC95%: 1,02-2,16), psoriasis (SIR: 1,95; IC95%: 1,57-3,21), síndrome Sjögren (SIR: 2,91; IC95%: 2,01-4,06),tiroiditis de Hashimoto (SIR: 4,17; IC95%: 1,79-8,21), polimiositis (SIR: 5,15; IC95%: 1,66-12,03),lupus (SIR: 5,81; IC95%: 3,17-9,75), esclerodermia (SIR: 7,89; IC95%: 1,59-23,07) y anemia hemolítica (SIR: 14,81; IC95%: 3,99-37,93).

Entre las posibles causas de las relaciones observadas, los investigadores señalaron que las proteínas del VIH observadas en los macrófagos de las glándulas salivares explicarían el mayor riesgo de padecer síndrome Sjögren, que el desajuste entre los niveles de células CD4+ y células CD8+ favorecería el desarrollo de psoriasis y que algunos antígenos del VIH similares a proteínas humanas favorecerían el desarrollo de lupus.

Los resultados del presente estudio muestran que la infección por el VIH favorece el desarrollo de determinadas enfermedades autoinmunes, por lo que es necesario seguir investigando cómo manejarlas en este contexto e incorporar adecuados programas de cribado durante el seguimiento rutinario de las personas con el VIH.

Fuente: Medpage Today / Elaboración propia ( gTt ).

virus-del-vihUn equipo de investigadores canadienses ha anunciado el desarrollo de una novedosa técnica que permitiría identificar a las células del sistema inmunitario donde se oculta el VIH, lo que se conoce como reservorio celular del virus. Esto resulta importante a la hora de poner en marcha mecanismos que reactiven las células durmientes del reservorio, una de las líneas de investigación en el campo de la cura del VIH. Los resultados del estudio han sido publicados en la revista Cell.

Los reservorios del VIH son células y tejidos en los que el virus persiste a pesar del tratamiento antirretroviral. Aunque la medicación antirretroviral consigue controlar la carga viral en personas infectadas y prevenir la progresión de la infección hacia el estadio de sida, los fármacos no consiguen eliminar el VIH por completo del organismo y algunos virus se mantienen ocultos durante años y pueden reactivarse cuando las personas dejan de tomar el tratamiento, haciendo que de nuevo la carga viral pase a niveles detectables.

La curación del VIH pasaría por el control o eliminación de estos reservorios virales y una de las estrategias de curación que se está investigando es la denominada “despertar y matar” [kick and kill] (véase La Noticia del Día 26/11/2014), que consistiría en la reactivación de las células durmientes del reservorio para que el propio sistema inmunitario y el tratamiento antirretroviral acaben, respectivamente, con estas células infectadas y sus correspondientes partículas víricas, evitando que el virus se propague.

Las poblaciones de linfocitos T CD4+ (las principales células dianas del VIH) son diversas, con varios subtipos celulares, algunos de los cuales pueden sobrevivir en estado latente con el VIH en su núcleo durante largos períodos de tiempo. Para desarrollar nuevos tratamientos dirigidos a eliminar estas células infectadas, es preciso encontrar dónde se esconde el virus. La presente investigación ha descubierto estos escondites del VIH, de modo que es posible identificar y cuantificar las células que contienen el virus oculto y posteriormente probar fármacos para “despertar” el VIH. La nueva técnica desarrollada permite detectar estos reservorios con una precisión 1.000 veces superior a las técnicas precedentes.

El equipo de investigadores analizó la sangre de 30 personas con VIH a partir de muestras tomadas antes y después de iniciar la terapia antirretroviral. Los autores afirmaron haber podido detectar el virus en los CD4 de casi todos los pacientes analizados.

Dentro de su trabajo, el equipo de investigadores probó dos fármacos desarrollados inicialmente para luchar contra el cáncer, pero que tienen un efecto sobre la latencia de las células durmientes: briostatina (un medicamento que ha demostrado su eficacia para despertar el VIH en el laboratorio) y un derivado de ingenol.

En las pruebas in vitro se comprobó que los dos fármacos consiguieron reactivar distintas poblaciones de linfocitos CD4, lo que supone que tienen actividad frente a reservorios diferentes . El derivado de ingenol activa una población de CD4 denominada células T de memoria central, que pueden mantenerse en el organismo durmientes durante años, motivo por el cual resulta de especial importancia actuar sobre dichos reservorios.

Este estudio ha revelado que existe una enorme variabilidad en los reservorios virales entre una persona y otra , por lo que es posible que haya que ajustar el tratamiento a cada persona de forma individualizada, según los lugares específicos donde se oculte el VIH. Para minimizar la población de virus, será preciso valorar la situación de cada persona y ajustar el enfoque de “despertar y matar” a su perfil individual.

Ahora el equipo de investigadores prevé realizar pruebas en monos para evaluar la eficacia y seguridad de los nuevos fármacos. Si los resultados son favorables, podrán iniciarse los ensayos clínicos en humanos.

Fuente: Science Daily/Elaboración propia (gTt-VIH)

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