Adolescentes y jóvenes
Datos preliminares publicados en el informe Onusida 2007 ponen de manifiesto cambios positivos en el comportamiento de riesgo entre los jóvenes de algunos de los países más afectados por la epidemia (Botswana, Camerún, Chad, Haití, Kenya, Malawi, Togo, Zambia y Zimbabwe). Estas tendencias señalan definitivamente que los esfuerzos de prevención están teniendo efecto positivo.
En Cuba se han obtenido datos en los últimos años que motivan a reflexionar sobre la necesidad de una educación sexual orientada hacia los valores morales y espirituales sobre los que descansa el comportamiento sexual de los jóvenes cubanos. Al indagar sobre la vida en pareja en la secundaria básica, se comprobó que cerca de la cuarta parte de los estudiantes de secundaria ha iniciado su vida sexual activa, más en 9no grado que en 7mo, y más los muchachos que las muchachas.
En comparación con estudios anteriores, parece ser que hay una postergación del inicio de las relaciones sexuales, pero aún la mayoría no usan condón, aunque conocen sobre su uso.
La mayoría de los estudiantes de nivel medio y superior encuestados acepta o desea que se mantenga la fidelidad a la pareja, pero ven natural que un hombre “provocado” tenga otra relación sexual cuando se le presenta la ocasión.
La sexualidad, como dimensión humana, debe ser objeto de un proceso educativo donde la información, la formación y el desarrollo de valores en materia sexual, brinden a los jóvenes elementos necesarios para asumir actitudes positivas y responsables. La decisión de comenzar relaciones sexuales durante la adolescencia no debe ser tomada a la ligera. Es muy importante que padres, maestros y otros profesionales, les aseguren el acceso a información y recursos preventivos que los preparen para poder tomar decisiones acertadas.
No resulta nada fácil influir en el comportamiento, en la conducta. Esto es algo que no se forma “de hoy para mañana”, pero sí puede ser el resultado de un proceso educativo y cultural que elimine paulatinamente los efectos del desconocimiento, la desinformación, los tabúes y los prejuicios. Las actividades de intervención educativa en los jóvenes deben cumplir parámetros, normas y evaluaciones que garanticen su eficacia
Actualizado mayo/2016
Fuentes: