Nombrar para transformar
Uno de los aspectos que ha suscitado mayor debate es la desigualdad de valor en el género gramatical, que no admite inversión: el masculino es el genérico y jamás el femenino designa un colectivo mixto, aún cuando prevalezcan, como en «las reuniones de padres» y los claustros de «maestros».
Para revertirlo no hace falta romper las reglas básicas de la comunicación, sino aprovechar su riqueza y flexibilidad, ser coherentes y mostrar las relaciones humanas como actualmente fluyen en la sociedad.
El sexismo es el uso discriminatorio del lenguaje en razón del sexo. Como afirma la académica Eulalia Lledó, «el lenguaje no es sexista en sí mismo, sí lo es su utilización. Si se utiliza correctamente también puede contribuir a la visibilidad de la mujer». Y a eso apelamos, sobre todo en los medios e instituciones sociales.
Fuente: Periódico Juventud Rebelde
Haga un comentario