Diferencias de presión en brazos, indicios de patología vascular
Variaciones en la medición de la presión arterial del brazo izquierdo y la del derecho indican riesgo de sufrir enfermedad vascular, destaca hoy un reciente estudio.
Una diferencia de 10 milímetros de mercurio o más entre la presión sistólica (alta) de un brazo y el otro incrementa la aparición de esa patología, que provoca el estrechamiento y endurecimiento de las arterias que abastecen a las piernas y pies, explican los especialistas en la más reciente edición de The Lancet.
Más de 15 milímetros de mercurio está asociado a un mayor riesgo de trastornos cardio y cerebrovasculares por el empeoramiento del abastecimiento de sangre al cerebro, y de mortalidad por problemas cardiovasculares, señalan.
Cualquiera de los dos brazos puede mostrar una presión sanguínea mayor, pero lo que cuenta en este riesgo es la diferencia entre ambas extremidades, explican los autores del Colegio británico de Medicina y Odontología de la Universidad de Exeter.
El estudio, que analizó 28 investigaciones previas sobre el tema, apoya la necesidad de que esta medición en ambos brazos sea rutinaria en la clínica porque muchos de los síntomas de la enfermedad cardiovascular y la cerebrovascular son silenciosos, destaca.
Esta práctica debe incorporarse a los exámenes porque muchos médicos generales no lo hacen, recomiendan los investigadores.
(Fuente: Prensa Latina)
Mejor medir la presión arterial en los dos brazos
No es lo mismo izquierda que derecha. Al menos cuando hablamos de la presión arterial, a tenor de los resultados de una investigación que se publica en The Lancet y que sugiere que existen diferencias en la presión arterial sistólica entre los dos brazos y que dicha diferencia puede ser un indicador para predecir el riesgo de enfermedad cardiovascular y de muerte.
Un equipo de investigadores de la Universidad de Exeter (EE.UU.) ha llevado a cabo una revisión sistemática de 28 investigaciones sobre la medición de la presión arterial en los dos brazos y ha visto que hay evidencias significativas que indican que una diferencia de 15 mm Hg o más entre la presión de ambos brazos se asocia con mayor riesgo de enfermedad vascular periférica (el estrechamiento y endurecimiento de las arterias que suministran sangre a las piernas y los pies), de enfermedad cerebrovascular previa (que afecta al suministro de sangre al cerebro y se relaciona a menudo con problemas cognitivos como la demencia), y de mortalidad, tanto como consecuencia de problemas cardiovasculares o en general.
El riesgo de enfermedad vascular periférica también se incrementa cuando la diferencia entre ambos brazos es de 10 mm Hg o más.
Los resultados, dicen los investigadores, apoyan aún más la necesidad de que la norma sea medir la presión arterial en ambos brazos, entre otras cosas porque en la mayoría de los casos la hipertensión es una patología «clínicamente silenciosa» y estos controles identificarían mejor a las personas con un mayor riesgo.
nota
(Fuente: ABC – Salud)
La presión arterial debe medirse en ambos brazos
Lo que cuenta en este riesgo, según los científicos, es la diferencia entre ambas extremidades.
La práctica de medir la tensión arterial en ambos brazos debe hacerse rutinaria entre los médicos, pues la diferencia entre los resultados del izquierdo y del derecho puede indicar el riesgo que tiene la persona de sufrir enfermedades vasculares e incluso sus probabilidades de muerte.
Investigadores del Colegio Península de Medicina y Odontología de la Universidad de Exeter (Inglaterra), que revisaron 28 estudios publicados sobre este tema, encontraron “evidencia significativa” de que una diferencia de 10 milímetros de mercurio o más entre las presiones de cada brazo incrementa el riesgo de enfermedades de las arterias, principalmente el endurecimiento y el estrechamiento de estas.
La investigación también halló que una diferencia de 15 milímetros de mercurio o más en los brazos está asociada a un mayor riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares y cerebrovasculares (trombosis y hemorragias cerebrales), lo cual ocurre por el empeoramiento del abastecimiento de sangre al cerebro.
La mortalidad por problemas cardiovasculares y por problemas de salud en general también se eleva. Cualquiera de los dos brazos puede mostrar una presión sanguínea mayor, pero lo que cuenta en este riesgo, según los científicos, es la diferencia entre ambas extremidades.
(Fuente:BBC Ciencia)
Relación entre sal y presión arterial: nuevas miradas para un problema antiguo
La valoración antigua de la sal como preciosa posesión, puede haber contribuido a la noción moderna de que la adición de la sal al alimento es necesaria o aún beneficiosa. Sin embargo, durante el siglo XX, hubo muchas pruebas que orientan a una relación entre la ingestión de sal y la hipertensión en el ser humano.
El rol del balance externo de sodio en hipertensión ha sido descrito al menos desde 1954 por Dahl1 en estudios con humanos y animales de experimentación. En sus estudios este investigador y otros más, concluyeron que el principal determinante de las cifras de presión en hipertensos era la ingesta de sal. En una persona predispuesta a la hipertensión, un alto consumo de sodio inducirá a manifestaciones clínicas precoces en mayor grado y más severas2.
Desde estas publicaciones ha sido difícil estimar el consumo de sal por la población estudiada, ya sea por encuestas o la medición de sodio y otros electrolitos en orina. El consumo de sal “normal” en una población es discutible ya que no todos los humanos tenemos la misma capacidad de excretarla. Se pensó que a mayor ingesta, mayor excreción y también que el sistema renal podría ahorrar en ausencia de un adecuado consumo. Hay numerosos estudios metabólicos que indican que con función renal normal, se puede mantener el balance de sodio con ingestas del rango de 375 mg/día por períodos mayores a 1 año3.
Sin embargo, hay individuos con mayor capacidad excretora y otros con mayor capacidad retenedora del sodio ingerido, condición mediada genéticamente y que posiblemente sea expuesta por autores en esta publicación.
Recientemente apareció una publicación en una población de Turquía (Salturk Study)4 en que se enroló a 1970 normotensos e hipertensos, se les hizo una encuesta alimentaria y medida la presión arterial, se les tomó muestras de sodio urinario excretado. Se encontró una correlación linear positiva entre consumo de sal y presión sistólica y diastólica, mostrando que por cada 100 mmol/día ingeridos se aumentaba la presión en 5,8 y 3,8 mmHg sistólica/diastólica respectivamente. También se mostró en pacientes de peso normal que el consumo de sal y la presión sistólica tenían una alta y significativa correlación.
Varios reportes han demostrado claramente que el rol de una alta ingestión de sal está implicado en morbilidad y mortalidad cardiovascular y renal, incluyendo accidente vascular cerebral, infarto del miocardio, rigidez arterial, insuficiencia cardíaca e insuficiencia renal. También se ha demostrado que la disminución del potasio en adición al aumento del sodio ingerido, puede agravar manifestaciones adversas cardiovasculares y renales.
La American Heart Association en sus últimas recomendaciones5 ha dicho que, para la población general, debe reducirse el consumo diario de sodio, de los 4000 mg recomendados antes, a 1500 mg, con una meta intermedia de 2300 mg (equivalentes a 5 gramos de sal).
Un metaanálisis aparecido este último año6 ha creado una controversia en que los autores, después de analizar siete estudios aleatorios controlados de reducción de sal dietética en normotensos (tres estudios), hipertensos (dos estudios), una población surtida (un estudio), y uno de pacientes con insuficiencia cardiaca, concluyen que la restricción en el consumo de sal no tendría ningún beneficio claro para la salud.
El reanálisis de los mismos datos, pero combinando los normotensos e hipertensos, encuentra ahora estadísticamente significativa una reducción del 20% de eventos cardiovasculares y una no significativa reducción de la mortalidad de toda causa. De hecho, el autor del metaanálisis (Dr. Taylor) dice que necesitamos más pruebas, aún cuando toda la anterior evidencia muestra que la sal es el factor principal que eleva nuestra presión arterial.
Por último, es necesario que se tomen acuerdos sobre el contenido de sal de los alimentos y bebidas. Ha habido esfuerzos para que a nivel estatal se fijen normas del contenido de cloruro de sodio en ellos, con oposición de ciertas industrias, que argumentan que se pierde el sabor en ciertos alimentos y bajará su consumo. ¿Será que la hipertensión debe manejarse con criterios económicos, más que sanitarios?
(Fuente: Mednet/Medwave)
Por: Ignacio Bravo A. y Luis Michea A. Medwave, Año XII, No. 2, Febrero 2012.
Desde la década de los años 60, la visión cardiocéntrica del control del sistema circulatorio y de la presión arterial fue cuestionada. En 1972 Guyton, Coleman y Granger publicaron la descripción de un modelo computacional de control circulatorio, que entre otros aspectos notables, estableció la relación entre el volumen del fluido extracelular (y por ende el volumen sanguíneo) y la presión arterial.
Equilibrio sodio-potasio en la regulación de la hipertensión arterial
Por: Luis Hernán Zárate Méndez y Alex Valenzuela Montero. Medwave, Año XII, No. 2, Febrero 2012. Open Access, Creative Commons.
La hipertensión arterial esencial es considerada como la principal causa de muerte por la OMS. La cuarta parte de la población mayor de 15 años es hipertensa, lo que representa aproximadamente un billón de personas, que tendrán un importante aumento en el año 2025, cercano al 60%. Su prevalencia aumenta en proporción lineal con el aumento de edad.
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