Un nuevo descubrimiento acerca de la relación entre la diabetes mellitus y la obesidad podría ayudar a las compañías farmacéuticas a diseñar versiones más seguras de fármacos como Avandia, de Glaxo, dijeron investigadores estadounidenses.
Los expertos creían que Avandia y Actos, de Takeda Pharmaceutical Co, funcionaban estimulando una proteína conocida como PPAR-gamma.
Ahora especialistas señalaron que los fármacos también actúan en la resistencia a la insulina desarrollada por los diabéticos, pero mediante un camino diferente. Por eso, piensan que sería posible ajustar los medicamentos de esta clase para superar algunos de sus efectos secundarios.
“Nuestros resultados sugieren fuertemente que los buenos y malos efectos (…) pueden separarse diseñando fármacos de segunda generación que se centren en el mecanismo recientemente descubierto”, dijo Bruce Spiegelman, del Instituto del Cáncer Dana-Farber, en Boston, que trabajó en el estudio publicado en la revista Nature.
Avandia y Actos, conocidos genéricamente como rosiglitazone y pioglitazone, son muy usados para compensar los cambios relacionados con la obesidad en la respuesta de una persona a la insulina, que lleva a la diabetes mellitus.
Ambos fármacos aumentan el riesgo de fracturas y falla cardíaca y varios reportes asociaron a Avandia con una mayor probabilidad de sufrir infartos y accidentes cerebrovasculares.
Este mes, un panel asesor de la Administración Alimentos y Fármacos de Estados Unidos (FDA) halló datos que plantearon dudas en relación a los riesgos cardíacos relacionados con Avandia, pero no fueron suficientes para ordenar su retiro del mercado.
Los fármacos actúan sobre una proteína llamada PPAR-gamma, hallada mayoritariamente en las células de grasa, que regula los genes involucrados en la respuesta del cuerpo a la insulina.
Los científicos creían que los medicamentos funcionaban estimulando esta proteína, haciendo que aumentara la actividad de algunos genes y afectara la de otros.
Los expertos de Dana-Farber y un equipo del Instituto de Investigación The Scripps ahora creen que los fármacos funcionan de forma diferente.
En estudios sobre ratones obesos, hallaron que la obesidad activa un cambio molecular llamado cdk5, que causa una modificación química en PPAR-gamma, desatando la resistencia a la insulina y aumentando los niveles de azúcar en la sangre.
Luego de hacer estudios en células y en un tubo de ensayo, detectaron que Avandia y Actos bloquean cambios en cdk5, además de estimular la proteína PPAR-gamma.
“Eso sugirió un modelo completamente nuevo para el funcionamiento de estos fármacos”, dijo Spiegelman en una entrevista telefónica.
El especialista cree que los laboratorios podrían diseñar fármacos más selectivos para la diabetes mellitus en vez de tratar la resistencia a la insulina sin estimular la proteína PPAR-gamma, que Spiegelman considera responsable de los efectos secundarios de Actos y Avandia.
(Fuente: Reuters – Tomado de Medisur).
El control de la presión arterial permite reducir en un 40% los accidentes cerebrovasculares (ACV) y en un 20% los infartos, reveló hoy un informe del Instituto Cardiovascular de Buenos Aires (ICBA).
El trabajo médico alertó sobre las consecuencias de la hipertensión arterial, que es una de las enfermedades más comunes en el ser humano y afecta en la Argentina a uno de cada cuatro adultos.
Esa patología no presenta ningún síntoma, por lo cual sólo el control periódico de presión arterial permite detectarla tempranamente y poder tratarla con una dieta baja en sal, actividad física y, si es necesario, medicación.
La presión arterial cambia cada vez que el corazón late, lo cual lo hace en un promedio 100 mil veces por día, por eso los especialistas aconsejan que para medirla, se la controle en forma continua para tener un dato más certero.
Alberto Villamil, jefe de Hipertensión Arterial del ICBA, indicó que “de acuerdo con los datos del Consejo Argentino de Hipertensión Arterial de la Sociedad Argentina de Cardiología, sólo el 17% de los hipertensos logra un buen control de la presión arterial”.
Villamil indicó que “el promedio de la presión arterial debe ser menor a 14/9 (máxima y mínima) en forma sostenida, para ser considerada normal”.
En ese sentido, sostuvo que “si el paciente recibe una educación sanitaria adecuada, sigue una dieta, un plan de ejercicio y toma la medicación regularmente, se puede controlar la presión arterial en más del 50% de los casos”.
La hipertensión arterial daña las arterias de todo el organismo, pero en especial a órganos como el cerebro, el corazón, el riñón y la retina, por lo que sus efectos a largo plazo son el ACV, el infarto, la insuficiencia cardíaca, la renal y la pérdida de la visión.
Otras consecuencias menos conocidas de la hipertensión son la obstrucción de la circulación en las piernas y la impotencia sexual.
El informe del ICBA puntualiza que la presión arterial alta es particularmente más perjudicial en las personas que presentan otros factores de riesgo, como diabetes, colesterol elevado, obesidad y tabaquismo.
En ellas, la posibilidad de un evento cardiovascular se multiplica entre dos a cuatro veces, en tanto las mujeres, después de la menopausia, también tienen mayor riesgo de desarrollar hipertensión y padecer complicaciones.
Varios estudios clínicos recopilados en los últimos 40 años, demostraron que el buen control de la presión arterial reduce en promedio un 40% los eventos cerebrovasculares y en un 20% los coronarios.
Villamil reconoció que “el ejercicio físico sostenido en el tiempo y la reducción del sobrepeso, demostró un claro efecto reductor de la presión arterial”.
No obstante, admitió que “muchos pacientes adicionalmente deben ser tratados con alguna medicación, la cual debe ser evaluada por el médico de cabecera”.
La medicación actual que se emplea para tratar la hipertensión es efectiva y segura y la mayoría de los pacientes puede “normalizar su presión arterial sin presentar efectos colaterales, siempre y cuando mantenga un periódico adecuado control médico.
Además, la mayor edad se asocia con menor capacidad de las arterias, lo cual lleva a un aumento de la presión máxima, que es más difícil de controlar.
El estudio del ICBA puntualiza que en Argentina se logró en la población hipertensa un buen control de la presión mínima (menor de 9) en el 85% de los casos y de la presión máxima (menor de 14), en el 55% de los casos.
La hipertensión arterial es una enfermedad con una importante base genética y los hijos de pacientes hipertensos deben ser controlados a partir de los tres años en forma anual, porque presentan un mayor riesgo de padecerla que los hijos de padres con presión arterial normal.
(Fuente: noticias.terra.com)






![Glosario: hipertensión [Hipertensión arterial en la atención primaria de salud. 2009]](http://temas.sld.cu/hipertension/files/2016/04/Glosario-e1541006177950.jpg)



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